El cuento de la Bruja Berti

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De pequeño creía que todos aquellos que le rodeaban formaban parte de un cuento de hadas. Asustado, entró en casa creyendo que una bruja le había preguntado algo, y aquello le marcó para siempre: sería la Bruja Berti. Lo que entonces no sabía es que algún día formaría parte de una de las mejores páginas de la historia de River, y es que el argentino, aunque no tuvo tanta suerte en Europa, fue parte importante de aquellos éxitos de Los Millonarios en los Noventa. Así fue como Sergio Berti escribió su propio cuento de hadas en la banda izquierda del Monumental.

Y eso que se estrenó en primera con aquellos que para los de River son los ogros del cuento: debutó con Boca. No obstante no tuvo suerte en La Bombonera, más por problemas extradeportivos que por asuntos del balón, y se convirtió en 1990 en el futbolista más joven en hacer el trasvase entre los eternos rivales. Fue mediante un trueque con Batistuta, quien no convencía a Passarella, así que tampoco le salió mal la jugada a Boca.

En River comenzó a ser ese futbolista que apuntaba y levantó el Apertura de 1991, mostrándose como un volante izquierdo con clase, rapidez, buen toque, visión de juego y gran disparo a media y larga distancia. No obstante también sacó a relucir su carácter, que le llevaría a ver doce tarjetas rojas a lo largo de su estancia en River. Recordada fue la patada que le propinó al paraguayo Cabañas, delantero de Boca. Pronto llegaría, en 1992, su primera aventura europea en las filas del Parma, sin embargo no pudo triunfar en una época anterior a Bosman en la que sólo tres extranjeros podían alinearse, y el club parmesano contaba con jugadores como Asprilla, Taffarel o Brolin. Apenas contó con oportunidades en Italia, aunque pudo añadir la Recopa de 1993 a su palmarés.

Tras un año en el Calcio regresó a River bajo la dirección de Américo Gallego y de nuevo destacó con el club de la banda roja, engrosando sus vitrinas con el Apertura de 1994. En esta etapa ya coincidiría con jugadores como Ortega o Francescoli. Tras dos años más como millonario, Berti decidió probar suerte de nuevo en Europa y aterrizó en nuestra liga para vestir la camiseta del Zaragoza, reciente campeón de la Recopa y que se reforzó como tal con jugadores como Dani, Morientes o los compatriotas de Berti, Rambert y Gustavo López. En el nuevo trío albiceleste se tenían puestas muchas esperanzas, pero sólo Gustavo López llegó a triunfar en La Romareda. El carácter introvertido de la Bruja le impidió aclimatarse al club y no aprovechó las oportunidades que le dio Víctor Fernández, con quien tuvo además sus más y sus menos.

De nuevo regresó a River tras un año en España, y lo haría para vivir su mejor época. Si bien es cierto que Berti no brilló en Europa, a buen seguro que las experiencias en Italia y España le hicieron crecer para mostrar su mejor versión en River. Allí coincidieron el Príncipe, la Bruja, el Muñeco y el Burrito, y aunque parezca que hablamos de Shrek lo hacemos del River Tricampeón, y es que aquel era un equipazo: Francescoli, Gallardo, Ortega, Julio Cruz, Celso Ayala, Berizzo, Astrada, Marcelo Salas, unos jóvenes Aimar y Solari… enlazando tres campeonatos seguidos (Apertura 96, Clausura 97 y Apertura 97) y entrando en la historia como uno de los mejores equipos del fútbol argentino. Posteriormente jugaría el Mundial 98 con Argentina, con la que fue 22 veces internacional.

Sin embargo no todos fueron loas en esta etapa, y es que su enemistad con el técnico Ramón Díaz, que ya había tenido desencuentros con otros futbolistas como Astrada o Francescoli, significó su adiós prematuro del Monumental. Berti dejó tras de sí una estela irremplazable en el club, y sólo la presencia de estrellas como Ortega o Francescoli opacaron la figura de un futbolista considerado por muchos como uno de los mejores centrocampistas de Argentina de las últimas décadas. Tras su salida comenzó un peregrinaje donde las lesiones y la falta de motivación le impidieron destacar. Así vistió las camisetas del América de México, el Al Ain árabe, Huracán, regresando de esta manera a Argentina para dejar buenos momentos, el Barcelona de Guayaquil ecuatoriano o el Livingston escocés, donde puso punto y final a su carrera. Es la historia de Sergio Berti, aquel niño que creyó hablar con una bruja y encontró en El Monumental de River su particular País de las Maravillas.

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Gabriel Caballero

Periodista
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