Messi vuelve a sembrar el pánico en el Santiago Bernabéu

El Real Madrid afrontó el Clásico en sus primeros compases con un ritmo frenético y presión alta. Como si fuera consciente de su superioridad frente al FC Barcelona. Y quizás ese fue su gran error: olvidarse de que, aunque el Barça ya no sea el de los últimos años, sigue teniendo a Leo Messi. Nueva exhibición del crack argentino, que se bastó para destrozar a la zaga madridista con el apoyo de Andrés Iniesta.

Jose Mourinho trabajó durante tres años para equiparar a un Madrid acomplejado con el mejor Barça de la historia. Parte de ese trabajo, sobre todo mental, se basó en frenar a Messi, respetarle pero no temerle. Ese trabajo acabó dando sus frutos, con un Madrid que demostró tenerle tomada la medida a su eterno rival, al menos en los enfrentamientos directos. Con una pareja de centrales que adelantaban considerablemente la línea para encimar al argentino. Esta noche ha ocurrido lo contrario, y el Madrid defendía dando pasos hacia atrás cada vez que Messi cogía el balón.

A cada intervención de Messi -siempre acertadas- el Madrid le cogía más miedo, retrasaba más su posición, y por consecuencia acababa defendiendo casi en su área pequeña. Sirva de ejemplo el gol del empate a dos. Ese retroceso del Madrid, le daba a Messi mucho más espacio y tiempo del que necesita para marcar las diferencias. Y su letalidad se ha dejado notar no solo en sus goles, sino en la forma de dirigir el ataque culé con sus pases: el del gol de Iniesta, el del penalti a Neymar, y varias ocasiones más en las que ha dejado a un compañero mano a mano ante Diego López.

Si el rival le da espacios a Messi y este tiene el día, la victoria del Barça es casi una garantía. Sin embargo, esto no ha ocultado las debilidades más que evidentes del conjunto del Tata Martino. Su fragilidad defensiva sigue siendo alarmante, y el Madrid no necesitaba mucho para hacerle daño. Tras el potente arranque culé, el Madrid tomó el control liderado por un Di María desatado que incidía por la banda izquierda, buscando la espalda de Dani Alves. En solo unos minutos, entre el argentino y Benzema habían dado la vuelta al partido, y tuvieron ocasiones para conseguir un mayor margen.

La expulsión de Sergio Ramos condicionó el resto del partido.
El Barça tomó el control del balón por completo ante un Madrid que daba el empate por bueno y solo pretendía achicar aguas. Bajo mi punto de vista, aquí llegó uno de los grandes errores de Carlo Ancelotti, retirando a Benzema para corregir el hueco en defensa con la entrada de Varane. El delantero francés era el jugador más idóneo para jugar de espaldas y servir de enganche para las carreras de Cristiano y compañía. Sin él, el Madrid no encontraba nunca la manera de tomar aire y el Barça pudo adelantar sus líneas con tranquilidad.

Jugando contra diez, el dominio blaugrana se hizo más evidente, y buena parte de responsabilidad la tuvieron las incorporaciones de Dani Alves. Un jugador tan cuestionado -y con razón- en el aspecto defensivo, pero que suma tanto en ataque. Al igual que ocurrió en la ida de la eliminatoria ante el City tras la expulsión de Demichelis, las subidas del lateral brasileño supusieron un hombre más para el Madrid del que estar pendiente, y más desahogo para sus compañeros blaugranas.

El Clásico nos deja muchos interrogantes por ambos bandos que habrá que ir analizando. El único que no deja lugar para las dudas es Leo Messi, que confirma en el Santiago Bernabéu lo que ya dejaba entrever en sus últimas actuaciones: que está cerca de recuperar su mejor nivel. Y mientras tanto, el Cholo Simeone se frota las manos mientras mira la clasificación. Esta noche ha arrancado una nueva Liga que durará nueve jornadas, y en la que tres equipos están metidos de lleno en la lucha. ¿Qué más se puede pedir?

Sobre el autor Ver todos los posts

Daniel Iglesias

Tu Fe Nunca Decaiga