Como si fuese una película de Ridley Scott, no sabe uno a qué atenerse con el Milan. Su pasado es glorioso, con épocas como las de Gianni Rivera, Arrigo Sacchi o Fabio Capello que bien podrían equivaler a una filmografía que cuenta con títulos como Los duelistas, Alien o Blade Runner. Tras algún tropiezo, como el de La teniente O’Neil, el Milan regresó a lo más alto con Ancelotti, Kaká y Shevchenko, como hizo Scott con Gladiator o Black Hawk Derribado. Pero en los últimos años no sabemos por dónde nos va a salir el conjunto rossonero. Lejos de continuar la estela de aquellos lúgubres pasillos del Nostromo, el equipo lombardo siguió su camino con decepciones generalizadas como Prometheus y Exodus, y cuando parecía que no levantaba cabeza apareció la genial The Martian. Es lo que ha hecho el equipo de Stefano Pioli: sin previo aviso, tras el parón el Milan volvió a ser uno de los mejores equipos de Italia.

A Pioli no se le dio una bienvenida de reyes: tras la cantada destitución de Giampaolo sonaron nombres de lustre como el de Luciano Spalletti, pero finalmente fue elegido un técnico de trayectoria irregular y en su mayoría con equipos de zona media o baja. Su anterior paso por el Inter, además, no invitaba al optimismo. #PioliOut fue la respuesta en Twitter de la afición rossonera cuando ni siquiera había saltado a los campos de entrenamiento de Milanello. No era la mejor forma de empezar.

Por si fuera poco, jugadores que habían brillado en la campaña anterior desaparecieron del mapa: Bakayoko no continuó en el club, Piatek vio frenada de golpe su impresionante racha goleadora, Paquetá dejó de parecer un futbolista diferente para pasar desapercibido. Además, los nuevos fichajes tampoco parecían aportar gran cosa: Rebic no jugaba, Bennacer y Krunic no se hacían con el centro del campo y Leao apenas dejaba destellos. Tan solo el gran rendimiento de Theo suponía la excepción.

El regreso de Ibrahimovic

En el mercado de invierno salió Piatek hacia el Hertha de Berlín, además de un Suso que estaba en cuerpo pero no en alma en San Siro: tras ser uno de los mejores jugadores del equipo en las últimas temporadas, tenía entre ceja y ceja salir del club y acabó marchándose al Sevilla. A cambio llegaron una promesa como el belga Saelemaekers y dos veteranos como Kjaer e Ibrahimovic. Tal y como estaban las cosas, el regreso de Ibra suponía un golpe de moral para la hinchada a pesar de sus 38 años, aunque solo eso invitara al optimismo.

Pero las cosas empezaron a funcionar poco a poco, sin alardes: Rebic empezó a jugar y a marcar goles, Kjaer mostró solvencia en el centro de la zaga y se hizo un hueco junto a Romagnoli, y Zlatan empezó a aportar cosas en ataque. Con la movilidad justa, pues ya no está para los trotes de antaño, pero demostrando que aún tiene fútbol en sus botas. Como si fuera Máximo Décimo Meridio, pronto Ibrahimovic se hizo el dueño de la arena de San Siro.

Los resultados eran irregulares, pero dieron lo suficiente de sí como para asomarse por los aledaños de la zona europea. Tras el parón por la pandemia, el equipo parecía otro. Con una idea clara de juego, un fútbol vertical, buena preparación física y jugadores dando lo mejor de sí, el equipo de Pioli comenzó a encadenar victorias.

La mejor versión de sus futbolistas

Donnarumma seguía siendo un pilar bajo los palos, Romagnoli y Kjaer bastiones en el centro de la zaga, y Theo un puñal por la banda izquierda. Por su parte, el centro del campo formado por los africanos Kessié y Bennacer ha sido una de las claves de la mejoría: como si fueran Russell Crowe y Denzel Washington en American Gangster, una dupla de lujo. El argelino Bennacer está siendo una de las revelaciones de la temporada desde su puesto de mediocentro, donde corta y distribuye con igual eficacia, aunque no es tanta la sorpresa teniendo en cuenta que ya fue nombrado el mejor jugador de la última Copa África que ademas ganó su selección, Argelia. Kessié, por su parte, está explotando su capacidad de box to box y vive su mejor momento como rossonero, dejando incluso algún gol para el recuerdo.

Parecida es la situación de su compañero de fusión, Hakan Calhanoglu: tras un rendimiento irregular, el turco también está en su mejor momento desde que fichó por el Milan, y jugando donde le gusta: como mediapunta por detrás del delantero. Goles y asistencias certifican su gran momento de forma. A su izquierda se sitúa Rebic, el octavo pasajero, aunque tiende a centrar su posición para buscar el gol y dejar vía libre para Theo en la izquierda. Al croata, que brilló en el subcampeonato de su selección en el último mundial, le costó entrar en el equipo, pero una vez lo hizo se quedó a base de goles y buen juego.

Y arriba, Ibrahimovic. Lo suyo va más allá de goles y asistencias: en un equipo muy joven, con una de las medias de edad más bajas de la Serie A, su carácter, liderazgo y oficio ha sido vital para un equipo con poca experiencia, algo que le sobra al sueco. Pero también ha dejado sus goles, como el doblete que sirvió para vencer al Sassuolo.

Solo el Atalanta, una de las grandes revelaciones de Europa, ha ganado más puntos que el Milan en Italia tras el regreso del fútbol. Un Milan que tenía preparado un nuevo proyecto en la figura del alemán Ralf Rangnick, hombre fuerte de los equipos de Red Bull en los últimos años y que llegaba para hacerse cargo de la dirección deportiva y el banquillo. Pero con este Milan nunca se sabe, y ahora que funciona parecía un error cambiar de nuevo de entrenador. Así que Rangnick finalmente no llegará y Pioli ha renovado su contrato: a muchos les cuesta aún creer cómo el técnico italiano levantó a este Milan. Quizá sea un replicante.

En NdF | Theo y los brotes verdes

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Gabriel Caballero

Periodista
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