El bucle de Zamparini

Zamparini-Monti

Personalmente nunca he visto un caso similar. Conocemos presidentes de poca paciencia y mano rápida a la hora de firmar finiquitos a los entrenadores: a la cabeza de muchos de vosotros seguro os viene Jesús Gil. Mandatarios que llegan a tener hasta cuatro o cinco técnicos en una sola temporada, que buscan las victorias con celeridad y alarmados ante inciales malos resultados, pero lo de Maurizio Zamparini, propietario del Palermo italiano, es un caso aparte. No sólo es que haya despedido en 25 ocasiones a sus entrenadores desde que en 2002 se hiciera cargo del club siciliano sino que, en esta recién concluida temporada, comenzó con Sannino para después firmar a Gasperini, sustituido por Malesani quien a su vez fue reemplazado por Gasperini para terminar la temporada con Sannino, el mismo del comienzo. Algo así sólo podía acabar con el descenso a la Serie B.

Zamparini es un personaje peculiar. Ambicioso empresario, se hizo con el Venezia en 1987 salvándole de una más que probable quiebra para llevar al club de los canales a la Serie A. En Venecia, donde estuvieron técnicos como Prandelli, Zaccheroni o Spalletti, ya despidió a sus entrenadores en 26 ocasiones. En 2002 adquirió el Palermo a Franco Sensi. El equipo rosanero se encontraba entonces en la Serie B y tardó apenas dos años en llevarlo de vuelta a la máxima categoría. La intención de Zamparini no era otra que ubicar al Palermo entre los grandes de Italia, y lo cierto es que el desempeño del club siciliano fue francamente bueno en su regreso a la Serie A: con Luca Toni como estrella, el equipo de Guidolin alcanzó el sexto puesto y una plaza para la UEFA.

Para ser el primer año en la Serie A no estaba nada mal, pero el gran objetivo de Zamparini era la Liga de Campeones. En la temporada 2005-06 se superó alcanzando el quinto lugar, pero la música de la Champions seguía siendo esquiva al Renzo Barbera. El buen hacer del equipo llevó a cuatro de sus integrantes a la Azzurra al Mundial de 2006 en el que Italia sería finalmente campeona. Eran Barone, Barzagli, Zaccardo y Fabio Grosso, el héroe de los penaltis. Al año siguiente el Palermo repetiría el quinto puesto en el Calcio, pero en las tres campañas consecutivas que estuvo en la UEFA apenas hizo nada destacable, y el gran objetivo de la Liga de Campeones parecía cada vez más difícil.

Los dos años siguientes no logró clasificarse para competición europea alguna hasta que en 2010 regresó de nuevo al quinto puesto final. A partir de ahí, el club inició el declive a pesar de la final de Coppa que perdió en 2011 ante el Inter. Por el estadio del Palermo habían desfilado jugadores como Amauri, Nocerino, Balzaretti, Miccoli, Kjaer, Mauricio Pinilla, Pastore o un joven Edinson Cavani, mientras que su banquillo se convertía en un polvorín que había sido testigo de la destitución de técnicos como Delneri, Delio Rossi, Walter Zenga o Cosmi. Ya el año pasado el Palermo sufrió lo suyo para mantener la categoría con un decimosexto puesto final, pero lo peor estaba por llegar.

Tan sólo tres jornadas duró Sannino. Gasperini, ex del Inter, aguantó veinte jornadas en el cargo pero no pudo hacer funcionar al equipo. Malesani fue el elegido por Zamparini, pero sólo estuvo tres jornadas al frente del club. En una sorprendente decisión, Gasperini fue de nuevo el elegido para el banquillo, pero sólo una semana duró en el cargo. Cuando ya parecía que la situación no podría ser más rocambolesca, Sannino reemplazó a Gasperini completando el bucle. Finalmente se consumó el descenso tras casi una década en la Serie A, con Zamparini reconociendo que nunca debió destituir a Sannino al principio de temporada.

Aparte de este año surrealista, lo cierto es que deportivamente poco se le puede reprochar a Zamparini, quien hizo del Palermo un equipo habituado a las alturas. Tampoco se le ha acusado, en una etapa difícil para el Calcio, de irregularidades más allá de alguna investigación en materia de traspasos que no llegó a mayores. Pero no es precisamente Zamparini un mandatario discreto: su lista de excentricidades incluye al Inter, a quien comparó con la Banda Bassotti “pues sólo saben robar”. Ha sido todo un dolor de muelas para los árbitros, de quienes afirma “deberían ser encarcelados”, y comparó a los ingleses con piratas por llevarse a las jóvenes promesas italianas con cuantiosos contratos. Pero también ha tenido para los suyos: alguna vez ha dicho que el Palermo es “un equipo con un entrenador sin pelotas”, además de asegurar que el suyo es “un equipo de nenas” y que no dudaría en ”cortar sus testículos para comérselos con la ensalada”.

Con el descenso a la Serie B no terminará el show: es más que probable que el próximo técnico del Palermo sea nada más y nada menos que Gennaro Gattuso, actual jugador del Sion y que ya ha probado la experiencia del banquillo como técnico-jugador del equipo suizo. Ya sabe allí Rino lo que es tener un excéntrico presidente (sin olvidarnos de Berlusconi) y también lo sabe Zamparini, quien se ampara diciendo que el del Sion (Christian Constantin) es incluso peor que él ya que ha despedido este año a siete entrenadores, entre ellos el español Víctor Muñoz. Desde luego una dupla, la de Gattuso y Zamparini, que promete lo suyo y que no habrá que perder de vista en un año que se adivina entretenido por el Renzo Barbera de Sicilia. El ex milanista tiene todas las papeletas para ser la destitución número 52 de Zamparini desde que aterrizó en el mundo del fútbol, ¿o será capaz de aguantar el envite?

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Gabriel Caballero

Periodista
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