Sería difícil condensar 28 años de carrera en un instante, pero aquella parada de Buffon a Zidane cambió el rumbo de la final de un mundial: Italia y Francia estaban disputando ya la prórroga después de 103 minutos de partido, Sagnol puso un centro desde la banda derecha y Zidane se zafó de la durísima defensa azzurra para conectar un cabezazo que iba directo a desempatar el 1-1 del marcador. No creo que nadie se atreviese a definir a Zizou por su remate de cabeza, pero ocho años antes, también en la final de un mundial, el genio francés marcó un doblete de cabeza para doblegar a la Brasil de Ronaldo y Rivaldo. Cuando otro testarazo suyo iba camino de inclinar el partido para los galos, Buffon se estiró cuanto pudo hacia arriba y, en un alarde de agilidad y reflejos, despejó el balón a córner. Una intervención decisiva para enviar el partido a los penaltis, donde Italia se llevó el título de campeona del mundo. En 1175 partidos oficiales, al guardameta transalpino le ha dado tiempo a hacer muchas paradas, pero quizá ninguna tan importante como aquella en una longeva carrera a la que ha decidido poner fin a sus 45 años.

Esos más de mil partidos son los que ha disputado desde que Buffon debutara en 1995 con el Parma. Seis años después se convirtió en el portero más caro de la historia cuando la Juventus decidió pagar por él 52 millones, un récord que se mantuvo vigente hasta el verano de 2018, cuando el Liverpool pagó 62 kilos por Alisson a la Roma y el Chelsea 80 al Athletic por Kepa. Aún hoy Buffon se mantiene en el podio, lo que habla del importante movimiento que realizó la Juventus por el arquero del Parma. No creo que se arrepintieran: Buffon puso el candado a la portería de la Vecchia Signora durante 17 temporadas en las que ha visto de todo, incluso un descenso a la Serie B en el que no abandonó la portería juventina para devolver al equipo a la máxima categoría. Sólo una cosa le faltó: levantar la Liga de Campeones, empeño por el que perdió tres finales ante Milan (2003), Barcelona (2015) y Real Madrid (2017). Por ello forma parte del grupo de ilustres que nunca ganó el torneo junto a otros como Ronaldo, Ibrahimovic, Bergkamp, Matthäus o sus compatriotas Totti y Roberto Baggio. No les hizo falta para grabar su nombre en la historia.

El interés del Real Madrid

Florentino Pérez tuvo interés en poner fin a esta larga trayectoria bianconera al poco de empezar: en plena fiebre galáctica, el mandatario madridista no acababa de ver a Casillas con buenos ojos y, después de fichar a Figo, Zidane o Ronaldo, quiso contratar también para la portería al más rutilante de los guardametas. Me parecía del todo innecesario en su día, pero mal fichaje no habría sido. También he de admitir que, en un país con una célebre tradición de porteros, tenía predilección por lo que vi de Toldo en la Fiorentina o de Peruzzi en la Juventus, como también hay que reconocer que Buffon era el mejor de todos ellos, el más completo en todas las facetas, esencial en la resurrección de la Juventus la década pasada con un equipo que se armó desde atrás hacia delante con Gigi en la portería y la BBC juventina en defensa formada por Bonucci, Barzagli y Chiellini, más Pirlo como faro en el centro del campo. Un equipo que aplicó su tiranía en Italia (nueve títulos de liga consecutivos) y al que le faltó conquistar Europa, donde se topó con Real Madrid y Barcelona.

Y a la vez, un tipo corriente al que la vida del futbolista le pasó factura cuando tenía 26 años y llevaba tres en la Juve. Hace algunos años afirmó que la rutina del futbolista se convirtió en una prisión para él: “vas a entrenar. Vienes a casa y ves la televisión. Te vas a dormir. Haces lo mismo al día siguiente. Tú ganas. Tú pierdes. Se repite y se repite. Si vives de forma nihilista, fijándote solo en el fútbol, tu alma empezará a cambiar. Al final estarás tan deprimido que ya no tendrás ganas de levantarte de la cama”. Su solución, afirma, fue acercarse a la cultura y valorar las pequeñas cosas, salir del círculo. Por ello destaca la importancia de ser “un hombre normal, como los demás”. Un tipo normal que se convirtió en uno de los mejores porteros de la historia, si no el mejor.

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Gabriel Caballero

Periodista
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