Realmente, Carvajal siempre estuvo ahí, pero su oficio en defensa y sus incorporaciones al ataque estuvieron siempre agazapados entre los goles de Cristiano, los pases de Kroos, los tantos de museo de Bale, el arte de Benzema, el orden de Modric, las recuperaciones de Casemiro, los kilómetros de Valverde, las paradas de Courtois o los regates de Vinicius. Su nombre rara vez copaba titulares, y sin embargo, siempre estaba incluido en el costado derecho de la pizarra. De hecho, es el único que ha comenzado como titular en las seis ocasiones en las que el Madrid se ha alzado con la Liga de Campeones en la última década. Pero ha sido en esta última ocasión, ante el Borussia Dortmund, cuando se ha erigido en protagonista: su gol lo cambió todo.

Porque el cuadro alemán no quería saber nada de víctimas y favoritos: salió al estadio de Wembley con el desparpajo y la soltura de un partido más, como si no tuviera enfrente a un catorce veces campeón de Europa. Mientras el Madrid no encontraba su sitio en la final, el Dortmund hallaba autopistas hacia la portería de Courtois: Sabitzer llegaba, Brandt lanzaba, Adeyemi corría a la velocidad del rayo y Fullkrug remataba. Sólo les faltó una cosa, lo más importante: el gol. El Madrid llegó, en lo que fue la mejor noticia de su primer acto, al descanso con empate a cero en el marcador. Dejaron vivo al Madrid, que no suele ser la mejor de las ideas.

Mejoraron después los de Ancelotti, pero los ajustes del cambio de sistema que propuso el técnico italiano le costaron algún disgusto. El Borussia seguía firmando una gran final, pero a sus mejores jugadores se unió Kobel con buenas intervenciones, señal de que el Madrid despertaba. Llegó entonces el minuto 73: Kroos, que jugaba su último partido con el conjunto blanco, daría su última asistencia como madridista al botar un córner que encontró rematador en el más inusitado: el lateral derecho. Entre Ryerson y Fullkrug, entre Rudiger y Nacho, fue Carvajal quien remató de cabeza para abrir el marcador y cambiar el sino del partido: el Dortmund desapareció del mapa. Tal fue el mazazo para los germanos que el Madrid pasó a dominar el encuentro y a generar ocasiones hasta que Vinicius marcó el segundo diez minutos después para cerrar la final. Estaba hecho.

Carvajal ya estaba firmando un buen partido, pero con su gol añade su nombre a los héroes del Madrid en las finales de Liga de Campeones: Mijatovic y la Séptima, la galopada de Raúl, la volea de Zidane, el agónico gol de Ramos, la chilena de Bale, el doblete de Cristiano o el solitario tanto de Vinicius al Liverpool (dos finales de Champions en las que ha marcado ya el brasileño). No le hacía falta reivindicarse, pero lo hizo de todos modos. Y tampoco era ajeno a los momentos de gloria: hace sólo un año, un penalti suyo a lo Panenka dio a España la Nations League en la tanda contra Croacia.

Más motivos para reivindicarse, si es que este grupo de futbolistas que lo ha ganado todo múltiples veces lo necesitaba, tenía Nacho, que ganaba su sexta Liga de Campeones y lo hacía por primera vez como titular en una final. Junto a Modric y Carvajal, son los únicos tres que estaban ahí desde el principio de este ciclo histórico al que Carvajal llegó tras hacer las prácticas en el Bayer Leverkusen, otro de los equipos del año. Quién le iba a decir lo que estaba por llegar.

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Gabriel Caballero

Periodista
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