Dos retratos (y II)

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Continuamos el díptico que comenzamos ayer, hoy con el retrato del Real Madrid que nos ofreció el Borussia Dortmund. Como decíamos en la introducción del post anterior, al igual que le ocurrió al Barça con el Bayern, el BVB fue capaz de sacarle al Madrid una radiografía de todos sus males en apenas noventa minutos.

Jürgen Klopp es el último descubrimiento de la prensa española. No está mal, después de haber conquistado dos ligas alemanas seguidas, con una plantilla muy joven y un fútbol tremendamente atractivo. Más allá de su personaje, Klopp es un entrenador muy inteligente, que trabaja mucho con las nuevas tecnologías (como Guardiola o Mourinho), con una personalidad arrolladora y un gran ascendente en el vestuario.

Muchos suelen calificar el estilo de Mourinho como defensivo. Craso error. El técnico portugués monta equipos verdaderamente ofensivos (ahí están sus números goleadores). Lo que es Mourinho, en realidad, es un entrenador conservador.  Ésa y no otra ha sido siempre su mayor obsesión en cada uno de los equipos que ha comandado: siempre que se adquiere ventaja, hay que saber conservarla. El luso puede soportar que sus hombres pierdan un partido que se ha puesto cuesta arriba desde el principio; pero perder un duelo en el que se había cobrado ventaja es algo imperdonable.

En este sentido, Klopp está muy lejos de compartir la visión de Mourinho. Su equipo supo sacar a relucir su carácter intrépido y audaz justo ante su prueba más dura, ante el rival más temible. Y lo cierto es que Klopp le ganó a Mourinho utilizando algunas de las mejores armas del luso, además de las propias.

El principal acierto del entrenador alemán fue mandar a Götze a realizarle un marcaje al hombre a Xabi Alonso. Sacrificó con ello una mayor presencia ofensiva de su mediapunta, pero a cambió le produjo toda un sequía al Madrid al ponerle un dique a su mayor fuente de fútbol. ¿De qué os suena esto? ¿Deco en el Porto, Lampard en el Chelsea, Sneijder en el Inter? Sí, lo que hizo Klopp con Götze lo ha hecho en el pasado Mourinho innumerables veces. El tolosarra, muy mermado físicamente, apenas pudo generar juego y defensivamente se vio superado por la endiablada movilidad del propio Götze, Reus y compañía.

El segundo acierto fue apostar por la banda correcta. En la derecha Pisczek apenas subió para no perder de vista a Cristiano Ronaldo mientras que, por la izquierda, Schmelzer aprovechó la débil presencia de Özil en ese ala para sumarse al ataque y acompañar a Reus contra Sergio Ramos.

Sin embargo, no creo que Mourinho se equivocase al situar a Özil en la derecha. Al menos no de entrada. Colocándolo ahí logró romper al Barça en Copa y eso que los blaugranas cuentan con un lateral izquierdo aún más ofensivo que Schmelzer. Entonces le funcionó de maravilla. No así en el Westfalenstadion, pero las causas no son tan simples: ¿habría rendido mejor Özil si Modric no hubiera estado totalmente ausente donde otrora brillara (héroe en Manchester)? ¿o si Alonso hubiera podido surtirle de algún balón entre líneas? ¿o si Cristiano hubiera encontrado alguna diagonal para encontrarse con él, como ante el Barça?

Los problemas del Madrid fueron los mismos que siempre salen a relucir cuando se le atragantan los partidos. Ante rivales que saben replegarse bien y que le ceden la pelota, su capacidad para atacar en estático se reduce a un único plan: la combinación de individualidades. Bloqueado Alonso y sin ningún trescuartista encontrando espacios entre líneas, el Madrid se sintió ahogado, como tantas otras veces. Todo queda restringido a que Cristiano, Özil o Di María, una vez que entró por Modric, logren desequilibrar por calidad individual. Y si ninguno tiene un buen día… mal asunto.

Claro que, esta vez, todo quedó agudizado por la inesperada actuación histórica de Robert Lewandowski (primer futbolista capaz de marcar un poker de goles en unas semifinales de la máxima competición europea). Y, obviamente, por tratarse de unas semifinales de Champions League. El delantero polaco destrozó a la defensa blanca y, en este caso, me convenció el diagnóstico que elevó el Doctor Iglesias en la crónica: la baja de Arbeloa fue clave.

Desplazar a Ramos a la derecha fue un movimiento lógico y acertado, por mal que saliera. El problema, en todo caso, es que Ramos no deba abandonar nunca el centro de la defensa, pero para ello no puede ser que la primera plantilla cuente con un solo lateral diestro. Pepe se vio totalmente superado por Lewandowski. El central portugués encajó la pérdida de la titularidad en favor de Varane con disciplina marcial: no sólo no ha dicho ni mu, sino que se ha mostrado igual de comprometido que siempre con el equipo. Sin embargo, la lesión y su posterior suplencia parecen haberle afectado, además de en el tono físico, en la fortaleza mental, en la confianza.

Al Madrid no le falló la actitud en el Westfalenstadion. Para nada. Corrió por encima de la media de kilómetros que suele hacer. Lo que le faltó fue tensión competitiva, que no es lo mismo. Al Madrid lo que le va es el ejercicio anaeróbico: esfuerzos breves pero de gran intensidad. Con esa energía es con la que monta esas tormentas eléctricas que son sus contragolpes. Para jugar así hace falta estar en continua tensión, con un alto nivel de estrés, lo que enfocado en positivo aumenta la concentración y la intensidad.

En Dortmund los blancos no fueron capaces de alcanzar el nivel de tensión adecuado ante un enemigo que dejaba chispas a su paso. El Borussia le hizo correr mucho hacia atrás y no le dejó alcanzar velocidad en ataque, justo lo contrario de lo que le gusta a Mourinho. El Madrid tuvo el 57% de la posesión, pero con Alonso desconectado y Ramos en la derecha, Pepe se tuvo que encargar de comenzar el juego de su equipo y con el Borussia ya replegado, la posesión no fue nada efectiva.

El Madrid es una máquina perfectamente diseñada para la Liga Española. Dos encargos le hizo Florentino Pérez a Mourinho: encontrar el antídoto del Barça y reconquistar Europa. El manager luso cumplió con la primera misión: le costó su tiempo y sus derrotas, pero acabó creando un plan maestro para imponerse al Barça con un equipo que, además, asoló España en la Liga de los Cien Puntos. Sin embargo, al Madrid también le han encontrado la horma de su zapato.

Desde la primera temporada de Mourinho, el Madrid se ha mostrado como un equipo que tiene problemas para manejar con eficiencia la posesión en ataques estáticos. Así le han querido jugar la inmensa mayoría de equipos hasta que, normalmente, se ven obligados a atacar más porque Cristiano (a veces otros) les ha metido un gol. Pero quitando el Barça, el resto de equipos que han logrado ganarle al Madrid lo han hecho así: cediéndole la iniciativa para ser ellos los que puedan tirar contragolpes. Esto es, darle a Mourinho de su misma medicina.

La remontada es posible. Claro que sí, tratándose del Madrid. Pero con la estupenda nómina de jugadores que tiene y con Mourinho a la cabeza, cabría esperar que el Madrid no tuviera que jugárselo todo al Espíritu de Juanito. Por supuesto que el Madrid y su afición pueden lograr que este martes el Bernabéu retorne a los ochenta, pero convendría no olvidar que el Madrid no ha ganado ninguna Orejona a través de la épica de las remontadas, sino con equipos que no se dejaban sorprender por nadie.

Tras conquistar el campeonato doméstico en su segunda campaña con Mourinho, el Madrid renunció a la Liga en curso en el mes de Enero. Demasiado pronto para sus aspiraciones. Quedó todo apostado a la Champions, a la consecución de la Décima, la Deseada, una auténtica obsesión para el madridismo. Pero el martes, si no se produce la remontada esperada, el golpe será duro.

Luego habrá que ver si Mourinho sigue o no. Lo que está claro es que una Liga, un Copa, que pueden ser dos, y una Supercopa serían una colección de títulos bastante más pobre de lo esperado cuando el luso aterrizó en la capital. Si Mourinho finalmente se marcha sin ganar la Champions, se habrá ido sin cumplir la segunda misión que le encargó Florentino. Eso sí, si el martes hay remontada y el Madrid acaba logrando la Décima, todo será muy diferente. Mourinho será un héroe, se marcha o se quede. Así está el Madrid: todo un proyecto pendiendo del hilo de una remontada.

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Bruno Sanxurxo