zidane real madrid

El Real Madrid estuvo anoche (2-2) a esto (véase el dedo índice y el pulgar casi dejándose un micro espacio antes de unirse) de echar por tierra todo lo que se había dicho de él tras el Clásico del sábado. Es curioso leer todo lo que se escribe después de un partido como el del Cádiz o el Shakhtar y después observar las afirmaciones que se vierten tras un gran resultado como el cosechado en el Camp Nou.

Esto debe tener algún nombre. Pongámosle por caso ‘la cultura del resultado’. Cuando el equipo pierde, se echan pestes ―a veces, merecidas―. Cuando se gana, se habla de todas y cada una de las bondades del mismo. Desde cómo se coció la victoria el día previo a cómo los jugadores se dejaron la piel para conquistar el triunfo el mismo día del encuentro. Lo cierto, sin embargo, es que en el Clásico hasta el Barça pudo acabar imponiéndose. Pero en la cultura del resultado prima el elogio al que suma los tres puntos.

La crónica que anoche casi todos los medios tenían lista para publicar no seguía, seguramente, la estela de la del partido del sábado. Estaba todo preparado y listo para volver a poner en relieve las carencias de un equipo que en la primera mitad dominó al Borussia Moenchengladbach pero que encajó un gol en el casi único acercamiento de los alemanes. En la segunda mitad un poco más de lo mismo, aunque en este caso los locales tuvieron más aproximaciones al área de Courtois que bien podrían haber sentenciado el duelo cuando iba 2-0.

La cosa es que los cambios le sentaron de lujo al Real Madrid. Eso, y que en el tramo final emuló la versión ofrecida ante el Shahktar, al que solamente el fuera de juego de Vinicius le alejó de sumar un punto. En Alemania sacó las fuerzas de flaqueza cuando al Gladbach le comenzaban a pesar las piernas y en un par de fogonazos consiguió igualar una contienda que se había puesto muy cuesta arriba. A partir de ahí, los elogios.

Evidentemente son merecidos, por ese arreón y esa personalidad mostrada en el último tercio del encuentro, pero seguramente a este Real Madrid hay que exigirle más. Lleva un punto de seis y de momento únicamente se ha medido a los dos equipos, a priori, que menos iban a exigirle del grupo. Queda el Inter de Milán, que tampoco está para fuegos de artificio, y que ha sufrido casi lo mismo que los de Zidane para puntuar en las dos primeras jornadas.

Los blancos deben ser más regulares, no esperarse a que el cronómetro avance para hacer los deberes a última hora y rescatar un punto que sí, sabe a victoria, y que visto la igualdad del grupo B es más que positivo, pero en condiciones normales, no es de recibo pasar penurias ante el sexto clasificado de la Bundesliga. Pero como vivimos en la lógica cultura del resultado, aplaudámoslo y esperemos sentados al siguiente.

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Fernando Castellanos

Periodismo deportivo. En NdF desde 2006. Hacer todo lo que puedas es lo mínimo que puedes hacer. [ Twitter]