Improvisar por no prevenir

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En Can Barça no acaban de entender aquello de Más vale prevenir que curar. De un lustro a esta parte la confección de la plantilla siempre cojea de la misma pata: la retaguardia. Y no aprenden. Otra temporada más, el FC Barcelona arriba al tramo decisivo de la temporada con serios problemas en defensa. Un mal para el que no quedan excusas pues, tras cinco años sufriéndolo, si no se le ha puesto remedio es porque no se ha querido. Echemos la vista atrás y repasemos dichos problemas:

En la temporada 2008-2009, el Barça llegó a la vuelta de las semifinales de la UEFA Champions League con Pep Guardiola obligado a improvisar un central. Con Milito y Márquez lesionados, Puyol sancionado y un cuarto central que no contaba con su confianza, Cáceres, el técnico de Santpedor alineó a Touré Yaya como acompañante de Piqué en el eje de la defensa. En Stamford Bridge Abidal fue expulsado y Alves vio una amarilla que acarreaba suspensión, por lo que los blaugranas se presentaron en la final con Piqué y Touré como centrales, Puyol de improvisado lateral diestro y Sylvinho (que apenas venía contando) en el izquierdo.

Un año después arribó en Milán para jugarse el pase a la final de la Champions con el Inter y, de nuevo, tenía la defensa cogida con pinzas. Con Abidal lesionado y Puyol sancionado, la zaga barcelonista estuvo formada por Alves, Piqué, Touré y Milito, este último como lateral izquierdo de urgencia.

A la campaña siguiente, la 2010-2011, las complicaciones ya podían considerarse un mal endémico. Llegó a la ida de las semifinales de la máxima competición europea ante el Real Madrid con sus tres laterales izquierdos lesionados (Maxwell, Abidal y Adriano), lo que obligó al cuerpo técnico a forzar la recuperación de Puyol para tapar ese hueco, cuando apenas quince días antes se había lesionado. Para más inri, justo antes del partido de vuelta perdió a dos de los zagueros suplentes: Milito y el por entonces lateral del filial, Montoya. Formó en el Bernabéu con Alves-Piqué-Mascherano-Puyol. Para la final, sólo pudo recuperar a Abidal y Puyol llegó muy tocado.

Finalmente, la temporada pasada fue en la que sufrió menos problemas para configurar una defensa para afrontar las semis de Champions con el Chelsea. En la ida contó con Piqué y Bartra como alternativas en el banquillo y en la vuelta, que la jugó con una zaga de tres hombres, tenía a Alves y Adriano como suplentes.

La experiencia vivida en los cuatro años de la Era Guardiola debería haber sido suficiente para que esta temporada el Barça no dejase que le volviese a pillar el tren. Nada que ver. Tuvo todo el verano e, incluso, el mercado de invierno para prevenir los problemas en defensa que venía sufriendo, pero no lo hizo. Con la baja sine die de Abidal, el Barça se quedó con cuatro centrales (Piqué, Puyol, Mascherano y Bartra; Fontás fue cedido en Octubre) y cuatro laterales (Alves, Alba, Montoya y Adriano). Podría parecer suficientes sujetos para afrontar el año con garantías pero había algo a tener muy en cuenta: los continuados problemas físicos de Puyol y Adriano, dos futbolistas a los que les resulta muy difícil jugar dos meses seguidos sin caer de baja.

Así las cosas, el Barça de Tito Vilanova y, en cuanto al tema del que hablamos, también de Andoni Zubizarreta, deberá jugarse el pase a una nueva final en Wembley con más dolores en defensa que nunca. Puyol se está recuperando de la operación a la que se sometió hace más de un mes. Una decisión de la que, por otro lado, no se ha dejado claro si contaba con el beneplácito del cuerpo técnico (Zubi dijo que sí, pero no sería la primera vez que miente o cuenta medias verdades; el capitán ha evitado pronunciarse). Mascherano cayó en la ida de los cuartos de final y no llegará para el doble duelo de semis. Adriano volvió a recaer ante el PSG y Abidal, aunque ya ha reaparecido, no parece que vaya a estar en condiciones de encarar dos partidos tan duros como los que tendrá el Barça ante el Bayern.

Así que, en definitiva, el Barça vuelve a estar en cuadro. Apenas cuenta con tres laterales sanos (Alves, Montoya y Alba) y, lo que es más preocupante, sólo dos centrales en perfectas condiciones, Gerard Piqué y Marc Bartra. El primero ha demostrado poseer un físico privilegiado, pero lo normal sería que acabará pagando en algún momento el tute físico que lleva en las últimas campañas: siendo el único que ha podido evitar lesiones, acumula una barbaridad de partidos entre Barça y Selección. Bartra, por su parte, no cuenta con la confianza del cuerpo técnico, como quedó demostrado cuando, ante el PSG, prefirieron alinear a Adriano, recuperado in extremis, que al joven canterano.

Resulta difícil entender la poca fe que Vilanova-Roura tienen en el central canterano. Titular indiscutible en las Selecciones Sub19 y Sub20 (en esta última, además, como capitán) y nombrado la campaña pasada como mejor defensa de la Liga Adelante, nunca ha acabado por convencer a sus técnicos, que han preferido probar a Song y Adriano como centrales antes que comenzar a darle minutos al tarraconense.

Es precisamente esa ausencia de partidos en el primer equipo la que sirve como excusa para decir aquello de Es que si metes ahora al chaval y la caga, le hundes la carrera. La carrera se le podría hundir, en todo caso, si técnicos y afición le castigaran responsabilizándolo más allá de lo que se mereciera, pero si el central y capitán de la Sub20 y mejor defensa de Segunda no sirve, ¿qué buscamos en la cantera? ¿cracks consagrados?

En definitiva, el Barça habrá de jugarse el pase a su hipotética tercera final de la Champions en cinco años con la mitad de sus defensas lesionados o entre algodones. Pase lo que pase en este último tramo de la temporada, la dirección deportiva blaugrana no puede volver a cometer el mismo error este verano. Si no va a contar con el apoyo de los canteranos (casos Fontás y Bartra), tendrá que fichar, al menos, dos centrales. Un eventual éxito en Champions no debería ocultar los errores de planificación, como ha ocurrido en los años anteriores.

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Bruno Sanxurxo