Partidazo del Barça en el Juventus Stadium. Posiblemente, el mejor de la temporada. Es bueno porque poco a poco, cada ‘mejor partido’ supera al anterior. No sé si es la mano de Koeman, las circunstancias o qué, pero el equipo de Pirlo pudo salir goleado en su propia casa. Perdonó demasiado arriba el conjunto culé, que, sin embargo, logró dar un golpe de autoridad ante uno de los candidatos a conquistar la Champions League.
Falta de gol. Una de las principales carencias de este Barça es la falta de gol. Ayer las tuvieron de todos los colores y ni por esas consiguieron un marcador más amplio. Los goles llegaron gracias a un rebote en un disparo de Dembélé y un penalti transformado por Messi en las postrimerías. Pero ocasiones hubo para dar y tomar. Quizá es el mayor ‘pero’ a un equipo que no sabemos si echa de menos a Luis Suárez, pero al que sin duda le falta efectividad a la hora de definir.
Dembélé desatado. Hay esperanza en Ousmane. La verdad que su fútbol es un poco inquietante. Sorprende la calma con la que juega, con la que intenta el regate, el duelo con el defensa, como si estuviera en el patio del colegio y no en la mejor competición a nivel de clubes. Es impredecible, para bien y para mal. Y en el Juventus Stadium su cabezonería obtuvo premio. No fue el mejor gol de la historia, pero fue el que desató las hostilidades y permitía al Barça ponerse por delante con todo merecimiento.
Sobreponerse a los contratiempos. Afrontaba Koeman el encuentro sin Piqué, absurdamente expulsado ante el Ferencvaros, y con dos únicos centrales en la convocatoria. Lenglet y Araújo. El uruguayo, para colmo, se lesionó al filo del descanso y el técnico holandés tuvo que improvisar a De Jong en el eje de la zaga. El holandés cumplió a las mil maravillas y el equipo no se resintió. Fue un bloque en todo momento, tanto en la presión como a la hora de organizar ataques. La organización defensiva trajo de cabeza a los italianos, a los que les costó horrores encontrar brechas por las que colarse.
El crecimiento de Pedri. Y pensar que al canario, hace unas semanas, Koeman le dijo que quizá no tendría tantos minutos como le gustaría… Pues menos mal que no se marchó, que entrenó duro y que se ganó un puesto. En los dos partidos más importantes hasta la fecha ―Real Madrid y Juventus― Pedri ha demostrado una personalidad impropia de sus 17 años. No le pesa la camiseta, no le pesa la presión, ni los escenarios. Se desenvuelve con soltura, no yerra en la toma de decisiones, es un ingenuo que trajo de cabeza a Cuadrado y que incluso tuvo tiempo de hacer una ruleta marsellesa. Un fenómeno al que hay que seguir dando tiempo.
El factor Morata. El delantero llegaba al partido después de ser protagonista en la victoria ante el Dinamo de Kiev, donde anotó los dos goles de su equipo. Ayer firmó tres, pero los tres fueron invalidados. Entre fueras de juego y faltas, al delantero español se le acumulan los sinsabores. También hay que decir que en la Juve no estaba su principal estrella, Cristiano, pero aun así su comienzo fue bastante esperanzador, con una presión muy alta que no le permitía al rival salir con el balón jugado. Los ‘no goles’ de Morata terminaron de minar la moral de un cuadro, el de Pirlo, que sufrió un importante revés ante el mejor Barça de la temporada.