En los días previos a cualquier partido de gran calado todos solemos hablar de cuál serían nuestros once elegidos para saltar al césped. Es importante, qué duda cabe, escoger bien las piezas con las que iniciarás la partida. Hoy el FC Barcelona tiene una importante cita ante el Bayern Munich, en el Allianz Arena. Y como es lógico, todos elucubramos con la posible alineación ¿Quién formará junto Piqué en el centro de la zaga? ¿Quiénes acompañarán a Messi en la delantera?
Sin embargo, más allá de los nombres, la clave del partido estará en la actitud que tomen los blaugranas. Dicha afirmación es casi una perogrullada: ¿para qué equipo y en qué partido no es importante la actitud? Pero para el Barça es aún más significativa, siendo como es un equipo tan voluble a nivel emocional y de confianza.
Además, sabiendo que, exceptuando a Puyol y Mascherano, el Barça contará mañana con su columna vertebral (a saber: Valdés, Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta y Messi), desde luego que, más que en quiénes serán los protagonistas secundarios, el ser o no ser del equipo de Tito Vilanova estará en la disposición con la que se planten en el campo.
Hay grandes diferencias entre el Barça prácticamente invencible de hace un par de temporadas y el actual. Distinto entrenador, distintos jugadores y cambios y evoluciones tácticas, entre las que también hay que contar la de sus rivales (un tema, este último, que espero tratar próximamente). Pero, desde luego, la gran diferencia que marca la distancia con aquel Barça indomable y el actual está, insisto, en el talante que adopta sobre el césped.
El Barça de Tito, exceptuando algunos partidos, como el 4-0 al Milan, no muerde, no presiona fuerte y alto. Tampoco se repliega a tope, ni hace escalas según lo que exija el encuentro. El Barça actual vive en una indefinición que aún está por resolver en cuanto a dónde y con qué energía quiere realizar sus primeros segundos tras pérdida de balón. En la Era Guardiola convertía esos primeros instantes que se suponen defensivos para ejecutar lo que era, paradójicamente, su mejor arma ofensiva: esa presión inmisericorde que ahogaba a todos sus rivales.
Sí, dentro de unos años, cuando hablemos del Barça de Guardiola hablaremos de Messi, de Xavi e Iniesta, de Puyol y Valdés, de Eto’o y Henry. Recordaremos muchos partidos y decenas y decenas de goles. Rememoraremos lo que ganó pero, sobre todo, cómo lo ganó. Ese cómo implica entrar en el terreno de lo táctico y si hay un rasgo táctico que defina a aquel Barça, más aún que el altísimo porcentaje de posesión, o la salida jugada de la pelota desde el portero, ese es, sin duda, su manera de presionar.
Ya el curso pasado con Guardiola el Barça dejó de presionar como antaño, en parte porque no logró adaptarlo al 3-4-3. Esta temporada, Vilanova no ha recuperado esa cualidad, o no ha sabido cómo hacerlo. Y sin embargo, a pesar de que ya no presiona tan arriba, tan metido en campo contrario, el equipo blaugrana concede más ocasiones y sufre más goles. Así pues podemos afirmar que esa pérdida de actitud a la hora de presionar ha debilitado al Barça.
Con la actitud de antaño, con aquella seguridad a la hora de plantarse en el campo, el Barça no habría sufrido tanto pánico ante una lesión de Messi. Pero claro, cuánto más vulnerable se ha hecho el Barça, más importantes se convirtieron las apariciones magistrales del crack argentino.
Messi estará en el Allianz. No al 100%, pero ya vimos en cuartos lo que supone una versión reducida del Diez blaugrana. Así que todo pasará por ver qué traje se pondrá el Barça. ¿El que le ha servido para resolver muchos partidos esta temporada pero con el que salió escaldado de San Siro? ¿o el que recuperó justo a tiempo para vapulear al Milan en el Camp Nou?
Cierto es que, aun vistiendo tu mejor traje, el Bayern te puede ganar de todas, todas, pues es un equipo cuya mejor versión es igual o más temible que la del Barça de hoy en día. Pero incluso en ese caso, yo lo tengo claro: ya de morir, que sea con las botas puestas… y el mejor traje de batalla.