Corría el minuto 61 de partido cuando Sneijder conseguía conectar un balón en el centro del campo. El tímido intento del holandés por hacerle llegar el esférico a Robben se vio ayudado por el fallo de cálculo de Piqué, que permitió al futbolista iniciar un eslalon en el que ‘sólo’ tenía que superar a Casillas. Un mano a mano. Un Mundial en juego. Y Casillas ejerció de héroe de la Roja en una noche, la del 11 de julio de 2010, que al bueno de Arjen le quedó grabada a fuego en la memoria. Mientras nosotros recordamos esa fecha como la mejor de nuestra historia, una losa cargaba sobre la espalda del jugador del Bayern de Múnich desde que dejó escapar la posibilidad de hacer campeón del Mundial a Holanda.
Quizá por ello, y porque también estuvo presente en las dos últimas finales de la Champions League que el conjunto alemán perdió en los últimos cuatro años, la de anoche no era una más en la cita con la historia del escurridizo futbolista tulipán. Ya en vísperas del partido se le vio más pensativo de lo normal, alejado del tumulto, visualizando el escenario donde, de una vez por todas, podría lograr acabar una final con celebración. Lo confirmó tras el envite uno de los que estaba en Johannesburgo aquella negra noche para Robben. Javi Martínez reconocía, tras ganar la Orejona, que antes del partido su compañero le había hablado de aquel fallo. El fallo que dejó con las ganas a un país y que mermó el ánimo del ex del Real Madrid.
La imagen de Robben lamentándose empezaba a formar parte del álbum de fotos de su trayectoria. Le sucedió contra el Inter en 2010, cuando la Champions fue a parar al equipo de Mourinho por 0-2. Le pasó meses después en Sudáfrica para placer de todos nosotros. Y le ocurrió hace un año cuando Drogba amargó la noche del Bayern. A ese mal fario se unía un tópico que, lejos de ser cierto, lo ha sido menos a lo largo de los últimos tiempos: sus rodillas de cristal y su íntima relación con las lesiones. Contra el Borussia Dortmund cada vez que fallaba se recuperaban viejos fantasmas del pasado. Falló ocasiones claras, sí, pero a su favor hay que decir que si las tuvo es porque las mereció, porque en todo momento las buscó. El primer acto, en la derecha, sirvió para que el segundo cambiara de banda.
Y es que todos los balones francos con los que se topaba Arjen se los encontraba perfectos para su pierna menos buena, seguramente la que utiliza para apoyarse y poco más. A diferencia de la otra ala del Bayern, Ribery, que sabe matar tanto con la diestra como con la siniestra, a Robben le cuesta un mundo golpear si no es con su zurda. Por su flanco natural llegó la jugada que permitió abrir la lata a Mandzukic, que únicamente tuvo que empujar el pase de Robben. Zasca en toda la boca a quienes le criticaban, que definitivamente cerraron el pico para rendirse a sus pies en el 89’, cuando su presencia en el área, en el momento oportuno, permitió adelantarse al Bayern, que sentenció la final dejando con la miel en los labios al BVB. El fútbol no debía nada a Robben, él debía al fútbol una noche así. Merecidísima.
En NdF | Final UEFA Champions League 2013, Borussia 1-2 Bayern: En el último suspiro, Robben