Existe una rara posibilidad. Es la que emerge del hemisferio más esperanzado del cerebro de un barcelonista. Sí, la remontada es posible. Desde el día que el Bayern sacudió al Barcelona en el Allianz Arena muy pocos han augurado un vuelco en la eliminatoria. Los que lo hacen lo han hecho porque no queda otra. De hecho, hay quienes pensaron el martes, minutos después de la debacle, que la noche más negra no fue la vivida en Múnich, sino la que viene hoy. Según la tesis más pesimista que se recuerda, los cuatro goles encajados en territorio germano no es nada con la que le caerá hoy al Barça. En su casa, ante su público y ante los ojos de todo el planeta fútbol. La noche más negra está por venir. Quedan unas horas. Pero esa teoría no entra en los planes de la rara posibilidad. En ella hay espacio para creer, no se sabe a todas luces en qué, pero sí en algo. Y algo impresionante, realmente histórico. Inigualable.
La rara posibilidad no contempla que el Barcelona llegue al partido de esta noche con sus efectivos mermados. A Messi, en la rara posibilidad, se le vislumbra como el héroe. Se confía hasta en Alexis y se espera que sin presión, porque hay mucho que ganar y poco que perder, se consiga el imposible. La impronta de un conjunto que en las últimas temporadas ha flirteado con la gloria y que ha esquivado todas las piedras que lo único que buscaban era el traspié constante. El pedrusco es en estos momentos el Bayern. Y por cada minuto que pasa en la rara posibilidad hay sesenta segundos de íntima ilusión. Se trata de llevarla por dentro, en el interior de la corazonada. Si existe una mínima posibilidad, esa es la rara. Y a ella se aferran los que no se atreven a vaticinarlo pero lo perciben. Cinco goles, o incluso cuatro más una prórroga. Da lo mismo. En la rara posibilidad este muerto está muy vivo, respira hondo… y remonta.
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