El Madrid tiene el crédito ganado: podría sestear durante una buena temporada y el recuerdo de sus noches pasadas en Europa seguiría retumbando en la memoria del aficionado, el recuerdo de finales ganadas, de grandes remontadas y goles bordados con letras de oro. Pero tanto mejor es refrescar la memoria, escribir nuevas gestas y añadir nuevas páginas, crear un nuevo recuerdo para su afición que sirva además de advertencia a sus rivales: el Madrid sigue ahí, nunca se le puede dar por derrotado. El PSG lo tenía noqueado y contra las cuerdas, pero diecisiete minutos de delirio en un Bernabéu en el que pasan estas cosas, con Benzema como estilete y autor de un hat-trick histórico, dieron la vuelta a lo que parecía una eliminación inevitable. Pero en Europa, lo único inevitable es el Madrid.

La ida fue un asedio continuo del PSG ante un Madrid que solo pudo limitarse a defender frente a la avalancha que se le vino encima. Y eso lo hizo bien, ayudado de un Courtois inmenso que paró un penalti a Messi, pero Mbappé supone ese factor imprevisible ante el que poco o nada se puede hacer, y una genialidad suya le dio al conjunto parisino una ventaja escueta para lo que se había visto sobre el césped del Parque de los Príncipes.

Neymar por Di María

En aquel choque ya jugó Neymar unos minutos tras recuperarse de su grave lesión, y en un equipo formado a base de estrellas convencidas a golpe de talonario, a Pochettino podría resultarle muy difícil convencer a sus superiores de que sería mejor dejar a alguno de ellos en el banquillo para un partido tan trascendental como el del Bernabéu, un escaparate mundial y en el torneo que tanto anhelan en París. Así que Pochettino dejó en el banquillo a Di María para hacer hueco a su flamante tridente. El argentino es un futbolista que aporta en ataque, trabaja cuando no se tiene el balón y cohesiona al equipo: el suyo fue un buen partido en la ida. Su ausencia en la vuelta ya fue un punto a favor del Madrid.

Un Madrid en el que faltaban Casemiro y Mendy, dos bajas sensibles, y en el que Kroos llegaba con lo justo. Aun así, Ancelotti apostó por el alemán en el pivote con Valverde y Modric de interiores, con Camavinga esperando su oportunidad en el banquillo tras su buen partido ante la Real. El primer tiempo del Madrid fue de contrastes: buscó la iniciativa y llegar hasta la meta de un Donnarumma que fue poco más que en un espectador en la ida, pero el PSG disfrutaba de posesiones largas y, sobre todo, daba una sensación de peligro inmensa cada vez que se acercaba a los dominios de Courtois, especialmente con un Mbappé que buscaba los espacios de la adelantada defensa madridista como el que busca la comodidad y familiaridad de un terreno que conoce.

De nuevo Mbappé

Entre goles anulados al PSG por fuera de juego, alguna parada de Courtois y un Madrid al que le costaba crear peligro de verdad, salvo un espectacular disparo de Benzema al que respondió Donnarumma con una no menos espectacular intervención, el PSG aumentó su ventaja con un gol, cómo no, de Mbappé, que aprovechó una contra para dirigirse a la meta rival como una flecha y no tardar un segundo más de lo necesario en buscar el hueco en la meta de Courtois. El francés es de esos jugadores que, a medida que se acercan a la portería, ven esta más y más grande.

Quedaban 45 minutos para dar la vuelta a la eliminatoria. Difícil, pero ya no cundía tanto el pesimismo como tras el partido de ida: el primer tiempo había dejado ver brotes verdes, había tiempo aún.

No cambiaron mucho las cosas en los primeros quince minutos, incluso a Mbappé le anularon otro gol por fuera de juego en el que hizo un movimiento que no podía recordar más a los que acostumbraba Ronaldo Nazario. Ancelotti movió el banquillo: Rodrygo entró por un voluntarioso pero impreciso Asensio, y Camavinga hizo lo propio por un Kroos que no estaba al cien por cien. Los cambios ayudaron al Madrid: le dieron piernas y dinamismo.

Y en el minuto 60 todo cambió. Benzema presionó a Donnarumma cuando el arquero italiano tenía el balón en los pies, forzó su error y Vinicius, que estaba al quite, recogió su mal despeje para dar el balón a Benzema y que este marcase el primer tanto del Madrid en esta eliminatoria. Donnarumma es un extraordinario guardameta que sin embargo ya tenía alguna vez en Milán estas cosas con los pies. A falta de media hora, el Bernabéu comenzaba a vislumbrar posibilidades.

Ruge el Bernabéu

Lo dijo Mikel Merino tras el encuentro del pasado sábado con la Real Sociedad: “es muy difícil cuando el Bernabéu ruge, empiezan a creer en ellos mismos y tú empiezas a dudar de ti mismo”. Seguro que los jugadores del PSG saben de qué hablaba el centrocampista txuri-urdin: el Madrid buscó el segundo con todo y este llegó en el 75, cuando Benzema recibió un pase de Modric en el área para poner el 2-1 e igualar la eliminatoria. Al francés lo había pisado Paredes unos minutos antes, como pisó Gueye a Mbappé en la previa, y estuvo unos minutos cojeando, pero la suya iba a ser una noche para la historia y nada se lo iba a impedir: con el Bernabéu volcado, dos minutos después de hacer el segundo aprovechó un mal despeje de Marquinhos para marcar con habilidad y precisión el tercero y certificar la remontada. El público enloquecía ante los tres tantos de Benzema mientras Alaba agitaba por lo alto una silla que ya forma parte del imaginario del club por derecho propio.

Quedaban aún trece minutos más el descuento, un trecho considerable que se suponía debía ser de empuje del PSG y agonía del Madrid, pero estaba tan noqueado el equipo francés que fue el equipo blanco el que siguió atacando. Ganó y pasó el Madrid en otra noche para el recuerdo, y para el PSG supone un fiasco más en un equipo configurado para ganar su primera Liga de Campeones, un club al que los octavos suponen una despedida demasiado prematura. Un año en el que se había fichado a Messi para juntarlo con Neymar y Mbappé. Poco se le puede reprochar al francés: marcó en la ida y en la vuelta y dio un recital, pero ni uno de los mejores jugadores del mundo, si no el mejor, fue suficiente. Después de esta noche, habrá quien considere a Benzema el mejor y poco se le podrá llevar la contraria.

         

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Gabriel Caballero

Periodista
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