simeone nagelsmann

Hay relaciones destinadas al fracaso. No importa lo mucho que uno quiera al otro, las oportunidades que se den o las novedades que se le introduzcan para que todo no salte por los aires tarde o temprano. La del Atlético de Madrid con la Champions League vivió anoche su enésima ruptura: el motivo, uno muy común: terceras personas. Apareció en escena el RB Leipzig, con el que pocos contaban, alejado de la aristocracia europea, con apenas 11 años de vida: en plena pubertad, viendo venir la adolescencia. Su ingenuidad pilló por sorpresa al Cholo y los suyos, que se despidieron de Europa de un portazo, encajando el tanto de la derrota en el 88’, cuando parecía que los colchoneros retomaban el idilio con la competición. Pero no pudo ser.

Julian Nagelsmann, el tipo más feliz del mundo, le ganó la partida a Simeone. Y eso que en el Atlético había motivos de sobra para optar a algo más que caer a las primeras de cambio en la final a ocho de Lisboa. Los rojiblancos llegaban a cuartos tras apear al vigente campeón, el Liverpool, y se medían a un underdog del que más bien pocas referencias se tenían. O sí: que había perdido a su estrella y goleador, Timo Werner, para esta Liga de Campeones exprés. El alemán puso rumbo a Londres para enfundarse la camiseta del Chelsea y no pudo ser testigo ni protagonista de una noche mágica de los Toros Rojos, en la que el hasta hace unos meses era su técnico, se convirtió en el más joven ―33 años― en alcanzar unas semifinales de la máxima competición continental.

Lo que probablemente no se esperaba el Atlético era toparse con un rival que se terminaría imponiendo en todas las facetas del juego, en el que la juventud es un divino tesoro y en el que la inexperiencia en estas lides se compensa con un caudal táctico al alcance de muy pocos. Sin ninguna figura de relumbrón, pero con un bloque en el que todos hacen de todo, haciendo de la imprevisibilidad su fuerte. Si a todo ello le unimos la intensidad en las disputas, su agresividad durante los noventa minutos y que a orillas del Manzanares la lectura de la contienda no fue la apropiada, nos encontramos con el enésimo KO colchonero en un torneo que año tras año pone contra las cuerdas la figura del Cholo al frente de la entidad.

La zozobra con la que salió el Atleti al José Alvalade únicamente la interrumpió un Carrasco desequilibrante en zona de tres cuartos, tratando de generar peligro con alguna acción individual. Diego Costa y Marcos Llorente, desguarnecidos, fueron testigos de la facilidad en la circulación del balón de un Leipzig que se reservaba lo mejor para el segundo tiempo. Tras salir de la caseta, un remate de Dani Olmo (50’) con la testa entrando desde segunda línea hizo saltar todas las alarmas. Entró Joao Félix, que demostró personalidad para terminar provocando y marcando (71’) el penalti que supondría el 1-1. Pero con el portugués no bastó: la inoperancia para amenazar el resultado terminó penalizando al cuadro rojiblanco, que recibió el martillazo final a dos del epílogo, con un disparo de Adams desde la media luna del área que desvió lo justo Savic para despistar a Oblak. Toca hacer nuevamente las maletas, recapacitar y esperar una nueva oportunidad, quién sabe si la de la reconciliación definitiva.

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Fernando Castellanos

Periodismo deportivo. En NdF desde 2006. Hacer todo lo que puedas es lo mínimo que puedes hacer. [ Twitter]