Allá por finales de agosto nos congratulábamos del resultado que el sorteo de la Champions había deparado para el Grupo B: dos grandes e históricos equipos como el Real Madrid y el Liverpool volverían a enfrentarse, y tal circunstancia venía dada gracias a la gran temporada de los hombres de Brendan Rodgers, que se quedaron a las puertas de ganar su primera Premier League desde que es conocida como tal. Sin embargo, con el paso de las semanas el favoritismo ha ido cayendo del lado madridista debido a la irregularidad que ha mostrado el equipo red esta temporada. Así las cosas, el conjunto de Ancelotti se presentaba como favorito para llevarse este partido y no ha defraudado las expectativas con un contundente 0-3 en forma de juego y resultado. Ni siquiera el templo de Anfield ni el hecho de que el Madrid nunca había ganado a su anfitrión fueron obstáculos para las aspiraciones blancas. Un estadio de Anfield donde el Liverpool jamás había perdido por más de dos goles en Europa.
Cuando se juntan los buenos y están enchufados pueden pasar estas cosas. Si metes en un equipo a Kroos y Modric, y a James y a Isco, si Benzema se despereza y Cristiano va a lo suyo, el equipo rival está en un brete. Ni siquiera se echó en falta a Bale porque Isco protagonizó un partido excelso, con balón y sin él, con clase y con trabajo. Isco ofrece una cosa y Bale otra, y el equipo es también diferente con uno u otro. Pero no sólo los de arriba y el medio estuvieron bien: Varane y Pepe solucionaron el poco trabajo que tuvieron, Arbeloa, recibido con agrado por la que fue su hinchada, estuvo firme en su flanco derecho sin dejar que nadie le pisara el sembrado, y Marcelo estuvo entretenido de aquí para allá, de arriba para abajo. También Casillas tuvo su cuota de protagonismo cuando fue exigido por un peligroso disparo de Gerrard, despejando a un lado con acierto.
Poco del Liverpool. Sterling lo intentó al principio, pero estuvo muy solo en la tarea y bien vigilado por la zaga blanca. Balotelli no le ayudó, desde luego: otro mal partido del delantero italiano, que no se acaba de encontrar en Anfield. Fue sustituido al descanso y sobre él caerá un porcentaje importante de las críticas, a buen seguro. El pasado año, el Liverpool funcionaba como un equipo en el que funcionaban bien todas las líneas, pero no cabe duda de que la delantera formada por Luis Suárez y Sturridge era vital para los reds, y no hoy no estaba ninguno de ellos.
El Madrid era dueño y señor del partido, a veces con mayor o menor vértigo, con el balón en propiedad y el Liverpool corriendo tras él. Las ausencias de Bale y Carvajal propiciaron que la banda derecha no estuviese muy habitada en ataque, pero no fue óbice para el dominio del choque por parte de los de Ancelotti. Las oportunidades serían una consecuencia lógica, casi con rigurosidad matemática, al ver lo que ocurría en el verde de Anfield, y la pegada blanca haría el resto. El primero fue una genialidad con la asistencia aérea de James y el difícil remate de Cristiano: ni la blanda defensa red le restó categoría al primer gol madridista, con el que el jugador luso se queda a un solo tanto de Raúl en la clasificación de máximos goleadores de la competición. Y es que los dos siguientes goles fueron cazados por un gato que hoy estaba juguetón: Benzema aportó fútbol en ataque, pero hoy también lo hizo con dos goles. El primero, con un gran cabezazo con disfraz de vaselina tras un centro de Kroos desde el pico del área, y el segundo, dando por concluido un barullo dentro del área.
En la segunda parte el Liverpool quiso salvaguardar parte de su honor, pero no acertó a batir la portería blanca. Tras el ímpetu inicial de los reds el Madrid pudo aumentar el resultado principalmente en las botas de Cristiano, pero el marcador ya no se movería. Con el partido resuelto, Ancelotti ya pensaba en el partido del sábado ante el Barcelona y fue dando descanso a varias piezas: primero Cristiano, después Kroos y por último Marcelo. Al ser cuestionado por el cambio del portugués en rueda de prensa, Ancelotti aseguró haber sustituido a Cristiano “sin preguntarle”. El Madrid camina con paso firme por Europa, y el Clásico ya ha empezado.