Si hubiesen sido otros dos equipos estaríamos hablando de lo apasionante que ha sido este cruce de octavos de final de la Liga de Campeones, pero siendo el Madrid y el Schalke, estamos perplejos. Tras el 0-2 en Gelsenkirchen, parecía que la visita de los germanos al Bernabéu sería un trámite que serviría no sólo para sellar el pase a cuartos, sino también para calmar las aguas revueltas que bajan por Chamartín. Se logró la clasificación, pero ni fue un trámite ni se consiguió mejorar la imagen del equipo, sino todo lo contrario. La derrota ante el equipo alemán por 3-4 fue insuficiente para apear al Madrid del torneo, pero sobró para que el pase a cuartos se sellase con una sonora pitada de la afición al final del partido, reflejo de un equipo sin pies pero con cabeza, la de Cristiano, con la que marcó dos goles en el primer tiempo, en medio del desastre, que sirvieron de balsa ante el naufragio que a punto estuvo de vivir hoy el equipo blanco.
Comenzó animado el partido con ambos equipos llegando al área rival: el Madrid dispuesto a olvidar la derrota de San Mamés y sellar el pase y el Schalke en busca de la remontada, pero sólo los de Di Matteo cejaron en su empeño. Desde el principio se vio la facilidad con la que el equipo visitante traspasaba las líneas del Madrid hasta llegar a un Casillas que tuvo un día para el olvido, sólo mejorado al final. Tan cómodos llegaban guiados por un gran Meyer que el gol de Fuchs fue una consecuencia lógica. El lateral zurdo, libre de marca en el área, marcó tras tocar Casillas el balón sin fortuna. El carrilero austríaco subió por su banda todo cuanto quiso, consciente de que Bale no acudiría a su marca. Al galés no le sobró esfuerzo ni desborde en esa banda derecha en la que está recluido.
Lo que parecía una utopía tomó visos de convertirse en realidad: tras el gol de Fuchs, el Schalke seguía atacando y llegando con una facilidad incompresible, y el 0-2 que empataría la eliminatoria parecía cercano, pero en medio del apagón, Cristiano puso luz con un cabezazo en un córner. Sería un alivio fugaz.
Poco después tuvo lugar la lesión del delantero camerunés Choupo-Moting, que dejaría su sitio a un joven alemán de 19 años llamado Leroy Sané cuyo nombre hay que apuntar. El Schalke siguió dominando ante un Madrid roto, sin actitud, descompensado, superado en defensa, sin centro del campo más allá de los intentos de Isco de instalar un poco de claridad, con Kroos y Khedira inexistentes. El Schalke campaba a sus anchas por el césped, con Max Meyer dirigiendo la orquesta y Huntelaar preparado para interpretar el tema de cierre. Suerte que no estaba Julian Draxler, lesionado. En esos momentos vimos un balón que acabó rebotado y paseándose lentamente por el área pequeña o un disparo de Huntelaar que se estrelló en la cruceta, hasta que, finalmente, un disparo mal despejado por Casillas fue a parar al delantero holandés, que no desaprovecha esa clase de presentes.
De nuevo el caos, y otra vez Cristiano. Un centro de Coentrao desde la banda fue cabeceado por el delantero portugués con escasa oposición por parte teutona. El Schalke mordía en ataque, pero no tenía dientes en defensa. Así se llegó al descanso, con un 2-2 en el marcador que resultó lo mejor para los de Ancelotti visto lo visto. Parecía que el pase a cuartos estaba por fin encarrilado, pero ni mucho menos.
Y eso que en el segundo tiempo veíamos a un Madrid algo más asentado, y la clase de Benzema puso el resto al definir con maestría en el área y marcar el tercero, pero Leroy Sané volvió a darle emoción al asunto con un disparo desde fuera del área que supuso el 3-3. Tuvo toda la tranquilidad del mundo para pensar el disparo y armarlo, y Casillas no hizo más que ver cómo entraba en su portería. Instantes después, por fin se oyeron aplausos en el Bernabéu cuando Modric regresó tras su lesión. Con su entrada más la de Marcelo y el paso al 4-4-2 se vieron los mejores momentos del Madrid, y tuvo varias ocasiones para sentenciar como un mano a mano que Arbeloa falló ante Wellenreuther, un disparo de Kroos desde fuera del área que despejó el guardameta alemán o una rosca de Isco que salió fuera por poco. Buen partido del arquero del Schalke.
Sin embargo, el gol llegaría nuevamente del lado visitante, al aprovechar Huntelaar un lío en la zaga madridista con un trallazo que entró por la escuadra. El holandés, con nombre de cazador y bazooka en la bota derecha, fue una pesadilla para su exequipo. Con este tanto a seis minutos del final, el Schalke se puso a uno solo de darle la vuelta a la eliminatoria, y fue entonces cuando Casillas reaccionó para despejar otro buen disparo de Sané y uno más de Howedes.
El 3-4 final supuso la clasificación del Madrid para cuartos y la eliminación de un Schalke que a punto estuvo de obrar lo que parecía un milagro. Pocas veces una clasificación para la siguiente ronda de la Liga de Campeones generará tanto descontento, y es que a Ancelotti y los suyos les esperan días de crítica y, sobre todo, de trabajo para mejorar y pelear por dos títulos que de ninguna manera serán conquistados con la imagen hoy ofrecida.
Fotos | El País | Marca