El Madrid incencia Múnich

Ni el mayor de los optimistas se esperaba que el Real Madrid le diera semejante revolcón al temible Bayern de Múnich. Sin embargo, todo el que haya visto el partido es consciente de que ese desvergonzado 0-4 es más que justo. Finalmente el Allianz Arena fue un infierno, ardieron hasta los cimientos, pero los pirómanos iban de blanco. Con una primera parte excepcional, de un potencial que intimidó a los vigentes campeones, el Real Madrid encarriló su primera victoria en Múnich. Pep Guardiola no tuvo margen de maniobra. El Madrid va disparado a por la Décima.

Carlo Ancelotti resolvió su dilema del modo que muchos nos esperábamos. Mantuvo el 4-4-2, e Isco fue el sacrificado para dar cabida en el once a Gareth Bale. El de Gales ejerció labores de interior, pero al contrario de lo que esperábamos, se movió por la zona derecha pasando Di María a la izquierda. Posiblemente el técnico italiano pretendía equilibrar la profundidad de su equipo, teniendo en cuenta que Cristiano tiende a caerse hacia la izquierda. Quería tener a sus cracks repartidos y no concentrados en una sola zona del campo.

Por su parte, Guardiola devolvió a Lahm al lateral derecho en detrimento de Rafinha. Su vacante en el once la ocupó un Müller con el que se buscaba una mayor pegada e intimidación en el área, pero que pasó desapercibido ante la extraordinaria defensa madridista. La acumulación de jugadores del Bayern en la zona central no fue tan descarada como en esos primeros 20 minutos pletóricos del Santiago Bernabéu, y ahí se erigió como protagonista un titánico Luka Modric, que lideró a su equipo con el balón ante la incapacidad de los jugadores bávaros.

Posiblemente Guardiola no se esperaba un Madrid tan agresivo, que al contrario que en la ida, afrontó el encuentro con sus líneas mucho más adelantadas, intentando robar el balón mucho más arriba. La circulación del Bayern no era tan fluida como de costumbre, y sufría pérdidas muy peligrosas ante los ataques al espacio de los delanteros visitantes. Los primeros 20 minutos del Madrid fueron un golpe sobre la mesa ante el que el Bayern se hizo pequeño y no supo reaccionar. Porque, aunque los goles llegaron a balón parado, el Madrid tenía absolutamente controlada la situación.

Lo cierto es que el punto de inflexión de la eliminatoria lo delimitó el gol de Benzema en la ida. Ahí es cuando el Madrid se dio cuenta de que a la contra podía matar al Bayern, y cuando el propio Bayern se percató de que sus espaldas corrían peligro. El claro favoritismo que les llevó en volandas en su salida al césped en el Bernabéu, se esfumó cuando comprobó que delante había delanteros de primer orden mundial. El Bayern nunca entendió cómo hacerle daño al Madrid. El partido de vuelta ha sido un paseo merengue ante el que el conjunto bávaro no ha sido capaz ni de poner una zancadilla. Casillas se vuelve a casa sin necesitar prácticamente darse una ducha.

Y al igual que en la ida, sería injusto destacar a un jugador del Real Madrid por encima del resto, porque todos han brillado en sus quehaceres. Carvajal se ha comido a Ribéry y llama a las puertas del Mundial. Ramos ha brillado con dos goles, pero Pepe ha estado a su altura con una labor defensiva encomiable. Ya nadie duda de que Coentrao es un lateral de primer nivel. Modric juega a lo que quiere. Di María se desfonda por el colectivo. Xabi Alonso -se perderá la final por una regla injusta y que la UEFA debería eliminar de cara al futuro- aporta el equilibrio necesario para cohesionar al equipo. Bale se ha sabido sacrificar en defensa sin dejar de aportar en ataque. Benzema ha firmado otro de esos partidos en los que pasa de puntillas pero a través de movimientos inteligentes y controles de calidad oxigena los ataques blancos. Y Cristiano Ronaldo… ¿qué decir de Cristiano Ronaldo? 16 goles en 10 partidos de Liga de Campeones. Es un futbolista superlativo que nos ha malacostumbrado. Solo el paso de los años nos dará un fiel reflejo de sus desorbitados números y méritos.

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Daniel Iglesias

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