Ejercicio de supervivencia en Old Trafford

Desde el día del sorteo de los cuartos de final de la UEFA Champions League 2013/2014, hemos estado diciendo que el duelo entre Manchester United y Bayern de Múnich era el más desequilibrado. Que el favoritismo del conjunto alemán era insultante. Que las opciones del Manchester más frágil que se recuerda eran prácticamente nulas, y más desde que se conoció la baja de Van Persie. Que la eliminatoria podría incluso quedar vista para sentencia en la ida. Entonces, ¿cómo se explica el resultado de 1-1 acontecido la pasada noche? Muy sencillo. Primero, esto es la Liga de Campeones. Segundo, el Manchester fue realista y compitió desde la inferioridad.

Para David Moyes era vital cosechar un resultado que le permitiera llegar con vida al partido de vuelta en el Allianz Arena. Consciente de que a día de hoy no puede competir de tú a tú con el Bayern, planteó un partido desde el realismo. Aceptó su inferioridad, y aunque arrancó el encuentro con una presión intimidatoria, rápidamente se agazapó en su área.

El dominio era absoluto del Bayern de Múnich, pero su exagerada posesión de balón no se traducía en ocasiones de gol. No claras, al menos. Solo las intervenciones de Robben y Ribéry hacían titubear a la zaga inglesa. Por lo demás, todo estaba bien atado. Los centrales cortaban bien los disparos lejanos -y si alguno pasaba ahí estaba De Gea- y las internadas por banda de Alaba y Rafinha no encontraban rematador.

De hecho, podríamos decir incluso que el Manchester United tuvo las ocasiones de gol más claras, atacando mucho menos. Sobre todo en las botas de un Welbeck mucho más combativo que afortunado en la definición. Suya fue la ocasión más clara de la primera parte, tras un pase entre líneas de Rooney que Boateng no acierta a cortar. Esa zona central de la defensa alemana sigue siendo su punto más débil, sobre todo a la espalda. Hay ocasiones en las que la posición de los centrales llega a ser inverosímil por lo adelantada que se muestra. Pero también ahí radica el éxito de este Bayern. En su facilidad y rapidez para recuperar el balón tras pérdida. Al Manchester no le duraban nada sus posesiones -excesiva cantidad de balones perdidos por Fellaini-.

El Bayern no supo aprovechar el punto débil del Manchester, a la espalda de Carrick y Fellaini. Kroos habría sido un buen puñal en esa zona, pero jugaba más atrasado de lo habitual para ayudar en la creación de juego. Fue Ribéry el que mejor supo aprovechar esa zona endeble del United, dejando todo el carril izquierdo para las internadas de Alaba. Por su parte, Müller estuvo muy desaparecido. Por eso, cuando las cosas se pusieron feas en la segunda parte, Pep Guardiola lo sacó del terreno de juego para dar entrada a Mandzukic. Una mayor referencia en el área que además pudiera plantar cara a los centrales del United en el juego aéreo.

Antes de esto, Moyes había realizado su primera sustitución, que provocó un punto de inflexión en el partido. Kagawa saltó al terreno de juego mientras Giggs se quedaba en los vestuarios. El jugador nipón fue un soplo de aire fresco para los red devils. Especialmente para Rooney, que encontró un socio. Al Manchester ya no le quemaba tanto el balón, y se conseguía asomar con una mayor asiduidad al área de Neuer. Así fue como llegó el corner con el que Vidic, en un remate acrobático y solo de marcas, anotó el sorprendente 1-0 que hacía soñar a Old Trafford.

Pero como decíamos, la entrada de Mandzukic supuso una buena opción en el juego por alto del Bayern. A los pocos minutos de saltar al césped, el delantero croata dejó muerto un balón tras centro de Rafinha, con el que Schweinsteiger fusiló a De Gea.

Un Schweinsteiger que fue expulsado por doble amarilla y no podrá jugar el partido de vuelta. Como tampoco lo podrá hacer Javi Martínez, que cumplirá ciclo de tarjetas. Guardiola podrá contar con Dante para el centro de la zaga, pero habrá que ver cómo recompone el centro del campo -recordemos la lesión de Thiago-. No obstante, el Bayern sigue siendo muy favorito en la eliminatoria sobre un Manchester United que, contra todo pronóstico, ha sabido competir tras dar una lección de honradez. En la Champions League no hay rival pequeño, y menos aún si delante está la camiseta roja del United.

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Daniel Iglesias

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