lanzini west ham

16 minutos le sobraron en el inicio al West Ham y 14 al Tottenham al final. Fueron dos horquillas de tiempo en la que la esencia de la Premier League brotó de manera espectacular, haciendo gala de ese libreto de Cruyff del que nos hablaba hace unos días mi compañero Dani y en el que únicamente hay lugar para desenlaces insospechados como el que se vivió en Londres. Esos dos espacios de tiempo que le sobraron a ambas escuadras y que el espectador neutro y, de paso, el ‘hammer’, disfrutaron como un niño de una piruleta.

Y es que se frotaba las manos el equipo de Mourinho con un inicio frenético de partido en el que parecía que iba a ser un paseo épico. Los goles se le caían de los bolsillos a un Tottenham que pronto se situó tres tantos arriba. Son, Harry Kane y otra vez el espigado ariete de los ‘spurs’, rematando un perfecto centro desde la izquierda de Reguilón, dibujaron un 3-0 en apenas un cuarto de hora que parecía dejar visto para sentencia el choque con prácticamente todo por delante. Es más, el Tottenham olía la sangre de los de David Moyes que, por lo menos, frenaron la hemorragia a tiempo.

El duelo parecía plácido y claramente cerrado para los locales, que se permitieron incluso ver de nuevo a Bale de corto con la elástica con la que triunfó. El galés saltó al terreno de juego en el minuto 72’, con 3-0 en el electrónico y con las ganas de reivindicarse por bandera. Y fue testigo de un remate a la madera de Kane en el 79’ tras una nueva conexión con Son. Sin embargo, lo que presenció fue un ataque de cólera del West Ham que comenzó de manera sigilosa, con el 3-1 de Balbuena (82’) que parecía únicamente maquillar el marcador.

Nada más lejos de la realidad. Fue el principio de la escalada hacia un empate que sería glorioso y en el que antes de producirse, colaboró Davinson Sánchez con un magnífico testarazo, seco y duro… en propia puerta (85’). Comenzaba a verle las orejas al lobo (3-2) el Tottenham, que aguantó la inquebrantable fe visitante hasta el alargue. En los alargues de la Premier League siempre pasan cosas. Son maravillosos. Son casi mejor que el tiempo reglamentario. 4 minutos agregó el bueno de Paul Tierney. Muchas gracias, colegiado.

Y es que se hizo de rogar, pero el as que tenía guardado bajo la manga Lanzini hace perdonable la espera. Porque el argentino, a falta de 26 segundos para que se cumpliera el descuento, golpeó el balón con la fuerza de un martillo pilón hasta casi descoserlo, hacer inútil la estirada de un Lloris que llegó a acariciarlo y que no evitó, sin embargo, que se colara en su portería tras golpear la madera y hacerla retumbar. Una auténtica barbaridad de gol que desató la locura y que pone de relieve la teoría que defiende que la inglesa es la mejor liga del mundo en estos momentos. Teoría que, a todas luces, suscribo.

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Fernando Castellanos

Periodismo deportivo. En NdF desde 2006. Hacer todo lo que puedas es lo mínimo que puedes hacer. [ Twitter]