Todos sabemos que el matrimonio Ferguson y Manchester United es único, idílico y sólo comparable con alguna película de Disney; y sin embargo todo acaba, empiezan nuevos ciclos y nuevos rostros se ponen al frente de un equipo con la obligación de rayar a un nivel notable como condición de la historia, superlativa en las últimas dos décadas, que había construido alrededor de un solo hombre. Sir Alex Ferguson se alejó del banquillo la pasada temporada y en su lugar aterrizó David Moyes, el descubridor de Wayne Rooney, que llegaba con la vitola de un entrenador disciplinario, sólido y constructivo. Sus once años al frente del Everton parecían un aval suficiente como para pensar que el de Glasgow podía ser el nuevo Ferguson del United.
No obstante, me sorprendió que una elección tan importante para los red devils acabara con el nombramiento de Moyes. Cierto es que las primeras opciones para Ferguson eran Pep Guardiola y Carlo Ancelotti. Llegó tarde. Ambos tenían claro su destino, Múnich y Madrid, y el todavía entonces técnico del ManU ofreció a la directiva la opción de Moyes. Poco menos de un año después, la derrota en el Goodison Park ante su exequipo por 2-0 le ha sentenciado.
¿Del felices para siempre a la poligamia?
Era evidente que el retiro de Ferguson abría una nueva etapa en el United. Más de dos décadas en el mismo puesto dieron para mucho. Los automatismos, las costumbres y la retórica de Sir Alex durante tantos años en el banquillo devil levantaban un muro muy complicado de franquear para cualquiera que hubiese sido el escogido. Los resultados no han acompañado a Moyes y de nuevo, el United se encuentra con el dilema de a quién entregar el timón de Old Trafford. Parece ser que Ryan Giggs, otro one club man, dirigirá al equipo hasta final de temporada.
¿Y después, qué? Más que decidirse por un nombre, el United deberá plantearse si cambiar su historia reciente y abandonar la idea del matrimonio club-entrenador y ceder a la fórmula que domina el fútbol mundial: la poligamia. Con la destitución de Moyes, quizás ya haya escogido. El asiento de Sir Alex en Old Trafford ha sido durante 26 años un lugar casi sagrado. La baraja de nombres futuribles a ocupar su lugar, previo paso con más pena que gloria de Moyes, abre esta vía para un histórico que el próximo año no disputará Champions, algo que no sucedía desde hacía 20 años.