Puede cambiar el guion, los protagonistas o el argumento, pero el desenlace siempre es el mismo. Si hay un equipo que se ha convertido en la bestia negra particular del Liverpool en los últimos años, ese es el Chelsea. No se lo puso fácil el equipo de Brendan Rodgers a los de Mourinho en Stamford Bridge para alcanzar la final de la Copa de la Liga, o Capital One Cup, en un intenso partido que tuvo su final en la prórroga después del 0-0 con el que se llegó a los 90 minutos. En la ida habían empatado 1-1 en Anfield, pero las reglas de la Copa de la Liga inglesa decretan que no existe valor doble de los goles marcados fuera de casa, al menos en el tiempo reglamentario. Sí lo hubiese tenido en la prórroga pero no fue necesario recurrir a ello, pues un gol de cabeza de Ivanovic, uno de esos zagueros con capacidad para evitar y marcar goles, sentenció la eliminatoria para que el Chelsea se olvide del reciente mal trago de la FA Cup y espere ya rival en la final de la Capital One.
Stamford Bridge recibía el partido con una presentación de cine con luces bajas en el estadio e imágenes en pantalla grande, pero los Reds no estaban dispuestos a tenderles una alfombra roja. El partido se caracterizaba por su intensidad y rapidez, aunque ninguno de los dos equipos conseguía traspasar las últimas líneas del rival. La defensa de cinco del Liverpool tenía bien vigilado el ataque blue, mientras que en ataque, un Sterling como referencia ofensiva y fuera de sitio no inquietaba a la zaga local.
Un penalti de Škrtel a Diego Costa que el árbitro pasó por alto supuso la primera incidencia de un partido que, en su primera mitad, parecía tener en las individualidades la clave para desestabilizar la igualdad. Estas llegaron del lado visitante: primero, un gran pase de Gerrard dejaba solo a Alberto Moreno para que el lateral zurdo se topase con Courtois en el mano a mano, y poco después, una buena jugada de Coutinho concluyó con igual desenlace. No tiene un Balón de Bronce, pero si alguien dice que el guardameta belga es el mejor de la actualidad no anda desencaminado.
El segundo tiempo sería otra historia: el centro del campo pareció desaparecer para dejar paso a un partido de ida y vuelta en el que Chelsea cobró protagonismo a pesar de perder a Cesc por lesión. Eden Hazard asumió el papel de villano y se dispuso a sembrar el pánico en la defensa red desde todo el frente de ataque pero principalmente desde la banda izquierda. Fue desde la derecha, sin embargo, de donde partió para hacer la mejor jugada del encuentro que finalizó con un disparo que se marchó por muy poco. Parecía que el Chelsea encontraría rápido el camino del gol, pero Mignolet no estaba por la labor: el arquero cogió el testigo de su compatriota y demostró que Bélgica anda bien de porteros. Especialmente brillante fue un mano a mano que le sacó a Diego Costa con el pie. El hispano brasileño estaba en todas a su peculiar manera: esta vez no marcó pero fue un incordio para la zaga rival, amén de un par de pisotones que estuvieron de más.
Cuando el partido estaba en su fase más descontrolada, Rodgers introdujo a Balotelli por si el delantero italiano se reencontraba consigo mismo en medio del caos, pero apenas alcanzó para un par de detalles. En cambio, Sterling sí agradeció su entrada para jugar más suelto en ataque y protagonizar las acciones más destacadas de su equipo.
Tan solo cuatro minutos necesitó el Chelsea para hacer en la prórroga lo que no le dio tiempo a hacer en noventa minutos: Willian colgó el balón en una falta desde la banda derecha para que Ivanovic rematase de cabeza a la red. Mourinho se lo perdió mientras intercambiaba impresiones con el cuarto árbitro. El tanto del serbio supuso la guinda a una eliminatoria en la que el Liverpool plantó cara a un Chelsea que cuenta con más recursos para sentenciar los partidos, y fue esa diferencia la que le sitúa a un paso de poder ganar el primer título de la temporada.