bartomeu

Hay voces que defienden que Josep Maria Bartomeu debería finalizar su mandato «por el bien del Barça», que si prospera la moción de censura que ojo, ha recogido la histórica cifra de 20.687 firmas, el presidente abandonará el club dejándolo con un pufo económico al que debería hacer frente su sucesor y que éste, de rebote, ‘perdería’ un año de los seis que dura un mandato al tomar posesión antes del 1 de julio. Una lectura que yerra el tiro, porque cada día que Bartomeu pasa en la presidencia, el Barcelona pierde 24 horas de estabilidad.

Los defensores de lo indefendible hablan de una «transición ordenada» y de que Bartomeu «ya ha adelantado las elecciones a marzo». Falso: las elecciones, en un último año de mandato, tal y como contemplan los estatutos (artículo 43.1), establecen que se deben celebrar entre el 15 de marzo y 15 de junio. Por lo tanto, no es cierto que Bartomeu haya adelantado nada. Y el hecho de que más de 20.000 socios hayan querido ganar ‘un par de meses’, pone de manifiesto el descontento con una directiva a la que se le exige dar un paso al lado ipso facto. Aunque sigue enrocada. Quienes aseguran que el futuro presidente perdería seis meses ―en caso de que las elecciones se celebraran en enero― no se quieren dar cuenta que ese mismo número de meses los ganaría el Barça. Que ese espacio de tiempo, con Bartomeu al mando, es un mundo. Un mundo en llamas.

Quienes dicen que si se marcha el presidente de manera «abrupta» la estabilidad deportiva brillará por su ausencia son quienes no se dan ―o no se quieren dar― cuenta que precisamente es la presencia de Bartomeu la que provoca la inestabilidad, tanto deportiva como institucional. Que a los muchos de los frentes que tiene abiertos esta junta desgastada se unió ayer, en medio del avance de la moción, un sonrojante comunicado de Quique Setién. El extécnico fue despedido el pasado 17 de agosto pero hasta el 16 de septiembre no se le notificó. Para colmo, en dicha notificación, el FC Barcelona le comunicó que su cuerpo técnico, encabezado por Eder Sarabia, tendría una «futura reubicación» en el club. ¿Consecuencia? Acciones legales contra quienes han incumplido el contrato del cántabro y el enésimo capítulo de cómo se hacen las cosas en las oficinas del Camp Nou. Kafkiano.

Bartomeu sigue a lo suyo. Parece que a su alrededor no pase nada. Y si pasa, se le saluda. Parece vivir al margen del 2-8, de tener a disgusto en su plantilla al mejor jugador del historia culé, de una moción de censura que en época de pandemia, sin partidos y sin apoyo de los medios, ha hecho historia al recoger más firmas que ninguna otra, que si él mismo no lo remedia, terminará con su mandato como seguramente no le hubiera gustado. La «amplia reestructuración» de la que presumía hace un mes de momento se ha saldado con la única salida de Rakitic, aquella sonrisa picarona y esos ojos brillantes con la que aseguraba en la autoentrevista a la televisión del club que «Messi quiere acabar su carrera en el Barça» parece el gesto elegido para afrontar el desconcierto que reina en una institución a la que no se puede envilecer más. Porque cada día que Bartomeu pasa en la presidencia, el Barcelona pierde 24 horas de estabilidad.

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Fernando Castellanos

Periodismo deportivo. En NdF desde 2006. Hacer todo lo que puedas es lo mínimo que puedes hacer. [ Twitter]