Era un secreto a voces, nunca mejor dicho, desde que la semana pasada Gerard Piqué le contara más de la cuenta a Vicente Del Bosque pensando que el micrófono estaba cerrado. Cesc Fábregas ya es nuevo jugador del Chelsea, después de que ambos clubes hicieran oficial el acuerdo -cifrado en unos 33 millones de euros– esta misma tarde.
Tras mucho esfuerzo para sacarle del Arsenal hace tres años, la vuelta del hijo pródigo nunca ha estado a la altura de las expectativas. Quizás porque esas expectativas nunca fueron del todo justas con un jugador que ha rendido bastante mejor de lo que la grada manifiesta en su juicio. Cesc siempre ha estado mirado con lupa, y puede que esa presión de más no le haya ayudado a rendir al máximo. Y aún así, se va con unos números bastante decentes.
Se quería ver en él al sucesor de Xavi Hernández, pero rápidamente se comprobó que no podría llevar a cabo esa labor. Se le obligó a ejercer como falso nueve, y aunque era una labor nueva para él, la llevó a cabo con criterio apoyándose en su enorme calidad y su gran entendimiento con Leo Messi. Sin embargo, la peor temporada del Barça en los últimos años requería de cabezas de turco, y la de Cesc era la más golosa a la hora de satisfacer al pueblo y lavarse las manos.
Le sirve al Barça para recaudar un buen puñado de millones, que no le vendrán nada mal en la reconstrucción de un equipo que quiere hacer una limpieza radical en su plantilla. Tras la salida de Cesc, se supone que es cuestión de horas que se haga oficial el fichaje de Rakitic. Un futbolista que, aunque tiene características diferentes a las de Cesc, comparte varios rasgos: ambos tienen una enorme calidad, pero tienden a ser irregulares. A eso hay que añadir que el croata nunca ha cargado sobre sus hombros la presion que implica jugar en un gran club.
Por su parte, el Chelsea de Mourinho se hace con un futbolista de primer orden mundial a un precio bastante razonable, y que dará un salto de calidad al conjunto londinense. Si algo le faltaba al centro del campo blue era calidad, criterio a la hora de crear fútbol. Con Cesc se subsanan esas carencias, y todo apunta a que el Chelsea de la próxima temporada tendrá una de las plantillas más potentes del continente.