Una década ha pasado ya desde que el desparpajo de Jesús Navas se presentara en sociedad. Lo hizo en un partido contra el Espanyol, en noviembre de 2003, como uno de los muchos jóvenes que por entonces surgían de la inagotable cantera nervionense. En aquel equipo, donde no pasaba de ser un proyecto de buen futbolista, imberbe y de ojos azules, el palaciego compartía vestuario con futbolistas como Pablo Alfaro, Javi Navarro, Baptista, Darío Silva y con muchos chavales que apuntaban maneras, como un tal Sergio Ramos o Antonio Puerta, con los que debutó a la par en el Sevilla, dirigido entonces por Joaquín Caparrós. Con 17 años, su incursión en la máxima categoría se saldó con cinco intervenciones.
La temporada siguiente la comenzó en el filial, y coincidió con el inicio de gestación de aquel Sevilla que años después se situaría en el mapa europeo futbolístico conquistando dos Copas de la UEFA. Su habilidad por el flanco derecho y la frescura que aportaban sus internadas no tardaron en ser reclamadas de nuevo por el míster andaluz, que vio como alrededor de esa esmirriada figura se fraguaba un crack en ciernes. Navas empezó a asumir responsabilidades. A escuchar elogios. A asimilarlos. Todo muy temprano, todo como su irrupción: volcánica. Comenzó la exigencia que se le atribuye a cualquier jugador de Primera. Y ese curso, el 2004-2005, fue el de su estabilización tanto en la Liga como en el club al que llegó con 16 años.
La historia, conocida por casi todos, siguió los cauces establecidos. Llegaron los éxitos deportivos, los reconocimientos, las ofertas… y la llamada de la Selección. Sin embargo, los problemas de ansiedad le apartaron temporalmente del sueño de cualquier futbolista. Navas no podía alejarse de su entorno, no asumía con naturalidad las concentraciones. Quería volver, estar con los suyos. Aquello, una traba que pudo haber lastrado su carrera, lo superó gracias a la ayuda de un especialista, de su familia y de sus allegados. Entretanto, uno de sus compañeros de fatigas en las inferiores como Sergio Ramos fichaba por el Real Madrid. Él, pese a la insistencia de muchos clubes, prosiguió su carrera en el Sánchez Pizjuán.
Aquel problema psicológico que hoy es historia —un Mundial y una Eurocopa con la Roja así lo acreditan— hizo más fuerte a Navas, junto a Palop, uno de los supervivientes de aquella época dorada que hoy parece tan lejana. El ‘7’ ha sucumbido al cambio deportivo que ha vivido el Sevilla desde entonces y de los pocos que, pese a ser de los mejores, no se había planteado un cambio de aires. Se le vinculó hace unos años al Real Madrid, entre otros, pero ha tenido que esperar a cumplir 27 primaveras para aceptar emigrar, alejarse de su entorno, probar la que sin duda debe ser la experiencia de su carrera. Se une al ambicioso proyecto del Manchester City a cambio de 25 millones de euros y lo hace sin miedo; con el mismo descaro con el que asombró hace diez años y con el que logró vencer los fantasmas. Good luck, Jesús.
Jugador > Jesús Navas
Procedencia > Sevilla FC
Destino > Manchester City
Precio > 25M€
Sevilla FC | Jesús Navas se marcha al City
Perarnau Magazine | Jesús Navas: la magia de Sevilla