No es muy habitual ver que aficionados de un equipo que no atraviesa un buen momento y ven como su entrenador es destituido, le despidan en olor de multitudes. Normalmente el hartazgo acumulado acarrea críticas, improperios y un largo etcétera de lindezas que sirven para agradecer los servicios prestados.
No es el caso de Óscar García en el Celta, el enésimo técnico que no cumple el contrato firmado con la entidad celeste. Su adiós, como puede verse en los comentarios vertidos en su tuit de despedida por parte de aficionados celtistas, es comprensible pero no compartido por muchos. Entienden que el catalán, con lo que ha tenido, y no con lo que solicitó en verano, ha hecho lo que buenamente ha podido.
Gracias a todos 💙 pic.twitter.com/L01kqiEdZq
— Òscar García Junyent (@oscargarciaj) November 10, 2020
Su destitución coincide con el mejor partido de los vigueses en lo que va de curso. Fue ante el Elche y para su presidente, Carlos Mouriño, fue la gota que colmó el vaso. Pese a que los ilicitanos han comenzado el curso como una moto pese a ser un cuadro recién ascendido, lo cierto es que la pelotita no quiso entrar y el punto cosechado en el Martínez Valero fue insuficiente para que el máximo mandatario no evitara lo que últimamente acostumbra a hacer con frecuencia.
Óscar, que había renovado hasta 2022 el pasado mes de junio, llegó un año atrás a Balaídos. Concretamente a principios de noviembre de 2019 y como recambio de un Fran Escribá que siguió exactamente los mismos pasos que ha seguido su sucesor. El valenciano cubrió a mediados de curso la baja de Miguel Cardoso, salvó al equipo y se ganó la renovación. Posteriormente, terminaría condenado por los malos resultados.
Antes que Escribá, probaron fortuna ese mismo curso el citado Cardoso, que reemplazó a Antonio Mohamed. Ni uno ni otro lograron revertir la mala dinámica entonces, pese a que en el segundo habían depositadas muchas esperanzas. Y lo cierto es que Óscar tuvo un inicio titubeante, pero una excelente racha posparón le permitió estampar su firma para prolongar su estancia en Vigo por dos años más. Una vez más, se precipitó Mouriño que, a las primeras de cambio, ha vuelto a apretar el gatillo. El final del último tramo, salvándose por la campana, y el inicio de éste, ha sido definitivo.
Óscar se despide dejando al equipo fuera de los puestos de descenso, pero únicamente habiendo sumado siete puntos de 27 posibles. Solamente Levante, Valladolid y Huesca, todos con seis, han empezado peor… y mantienen a sus preparadores. Su recambio será Eduardo Coudet, que como futbolista tuvo un efímero paso, allá por 2002, en la escuadra gallega. Su background es favorable: el año pasado ganó la Superliga Argentina con Racing.
Además, el Chacho, ha rescindido el contrato que tenía con su actual club, Inter de Porto Alegre, dejándole en lo más alto de la clasificación. Dirigir en Europa y en una entidad que aunque sea de refilón, conoce, es un caramelo demasiado tentador. Será su primera experiencia en el Viejo Continente y, como sucedió en su etapa de jugador, será en Vigo. Al último compatriota suyo que dio el salto ―Antonio Mohamed― no le fue muy bien.
De Caudet se espera que pueda sacar lo mejor de una plantilla que no ha gozado de la mejor planificación posible. A la que le falta un delantero de verdad, de área, de los que mete goles; que complemente a Iago Aspas. Que le dé alas a un equipo mentalmente muy endeble y en eso ―cuentan― el Chacho es un experto por su intensa personalidad. Tampoco en defensa va muy sobrado. Pero en líneas generales, con los mimbres que hay y los que deberían llegar en enero, debería dar para voltear la situación. Si no, el argentino ―decimoséptimo técnico por el que apuesta Mouriño en 14 temporadas― pasará a engrosar la lista de preparadores que el presidente celtista manda al paro antes de que concluya su contrato.