No estoy satisfecho con mi situación y el Real Madrid sabe que quiero salir”
Sólo Cristiano Ronaldo, Zlatan Ibrahimovic, Zinedine Zidane y Gareth Bale, en caso de que cristalice su traspaso al Real Madrid por un montante que podría rondar los 100 millones de euros, están por encima de lo que en su día le costó Kaká al conjunto blanco, que se hizo con los servicios del otrora crack del Milan por 65 kilos en una operación que el paso del tiempo ha demostrado ser desorbitada. Su relación con el cuadro blanco venía de lejos, desde que el expresidente Ramón Calderón asegurara tenerle atado —junto a Robben y Cesc— poco antes de ganar unas elecciones. Su promesa se vio truncada por la negativa del club de procedencia del centrocampista pero fue Florentino Pérez, en su retorno al cargo y como buen especialista en conseguir lo imposible a base de golpes de talonario, el que trajo al internacional brasileño, un superclase en su demarcación que había ganado una Champions League con el cuadro rossonero y que había sido galardonado con el Balón de Oro, el FIFA World Player…
Llegó a Chamartín con 27 años y firmó por seis. Hoy, pasados cuatro, abre la puerta de salida después de no haber cuajado en ninguna de sus temporadas como jugador madridista. Las expectativas que creó su llegada estaban a la altura de su coste, pero, por sorprendente que pueda parecer, el Kaka’ del Milan se quedó en San Siro. En un escenario como el Santiago Bernabéu, proclive a las prisas a la hora de exigir empaque a sus jugadores, y después de una de esas presentaciones sonoras que caracterizan los fichajes de campanillas, Kaká ha gozado de una paciencia infinita en la que, verano a verano, se esperaba su eclosión con la zamarra blanca. Y así, partido a partido. El brasileño ha tenido más vidas que un gato, ha resurgido otras tantas y se ha vuelto a apagar para hacer de ese paupérrimo rendimiento su estilo de juego. No ha logrado hacerse imprescindible para ninguno de sus entrenadores. Y ahora, que con la llegada de Ancelotti se vislumbraba un resurgimiento definitivo, decide abrir la puerta de salida.
A las órdenes del técnico italiano pasó de promesa a realidad. Con él llegaron los títulos, los reconocimientos y el interés de los grandes por hacerse con sus servicios. En Milan escribió sus mejores páginas, las que dieron paso a las inmaculadas que describen en su paso por el conjunto capitalino. Las lesiones, la desconfianza que le han podido provocar, la escasa confianza de los técnicos… pueden ser algunos de los argumentos que sustenten el fracaso del todavía hoy cuarto fichaje más caro de la historia del fútbol. O, sencillamente, nunca encontró su sitio. Kaká abrió y cerró el marcador este jueves en el Teresa Herrera. No lo celebró con excesiva efusividad porque por su mente pasaba contar ante los micrófonos su deseo de marcharse. Tiene 31 años y asegura que quiere seguir jugando en Europa. O empezar a jugar. Como él sabe y demostró. Como, tras cuatro años, sólo hemos podido disfrutar en vídeos.
En NdF | Cuando era Kaka’