Gerard Piqué: ¿ángel o demonio?

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Al tirar del hilo del “asunto Piqué” sé que lo único que podemos esperar es que la madeja no se deshaga nunca. Para no engañar a nadie y que quede claro desde el principio: la verdad es que no sé si Gerard Piqué es un ángel o un demonio.

La actitud y las palabras de Piqué nos hacen plantearnos muchas preguntas que sólo podríamos responder si estuviésemos en su cabeza, y a lo mejor ni siquiera así seríamos capaces de saber por qué el blaugrana se empeña en ser como es. Por otro lado, no parece muy justo recriminarle a alguien su manera de ser simplemente porque no la compartamos; sólo si ésta resulte explícitamente violenta y malintencionada pondríamos el grito en el cielo y no creo que ése sea el caso de Piqué.

La cuestión es la siguiente: ¿es Gerard Piqué lo que popularmente se conoce como “un bocas”? La respuesta es que sí. ¿Se reacciona igual cuando habla un jugador que no sea Piqué que cuando lo hace el barcelonés? Después de revisar unos cuantos artículos y titulares, y de ver el tiempo que se le dedica al asunto en televisión, parece justo decir que la respuesta es que no.

No entraremos en cuestiones políticas porque el debate sobre los jugadores que sienten o no colores es mucho más antiguo que el “caso Piqué” y, aunque no se les había dado tanto bombo porque el contexto era también distinto, en el pasado ha habido otros casos de jugadores vascos y/o catalanes a los que se ha puesto en tela de juicio por sus posiciones políticas, las cuales no dejan de ser, al fin y al cabo, opiniones personales a las que tienen legítimo derecho.

Mejor pongamos otro ejemplo de cómo no se mide con el mismo rasero algo que haga Piqué a algo que hagan otros jugadores de la Selección española. Recordemos esas críticas al futbolista porque después de la debacle del Mundial de Brasil 2014 se fue a Las Vegas a disputar un torneo de póquer: que si no le habría sentado tan mal la eliminación, que si ya no se centraba en el fútbol y así nos fue… Pero ¿es tan raro que alguien cuyos compromisos profesionales han terminado disfrute de una afición que es sabido que lleva tiempo practicando?

¿Acaso el resto de jugadores no se fue de vacaciones?

Gerard Piqué en el EPT de Barcelona en 2011. Foto: Pokerstars

Gerard Piqué en el EPT de Barcelona en 2011. Foto: Pokerstars

Siempre se habla de que las estrellas del fútbol deben ser un ejemplo y hay algunas actuaciones de Piqué que son reprochables las miremos por donde las miremos, como el famoso “esta multa la va a pagar tu padre”. Pero parece que con otros jugadores que conducen sin carnet o no se paran ante la policía somos algo más benevolentes, siempre se dice eso de que hay que entender que son jóvenes y tienen mucho dinero.

Tal y como ha sucedido en otras ocasiones, en la penúltima polémica made in Piqué –nunca se puede hablar de la última-, la de sus palabras refiriéndose a la afición del Espanyol,  es cierto que no es una manera muy elegante de hablar del rival pero también lo es que es comprensible guardar cierto resquemor ante algunas situaciones vividas por el defensa en Cornellá, tal y como él mismo se encargaba de recordar en su cuenta de Twitter.

Ese Twitter que, si ya de normal es peligroso, en manos de Piqué es una auténtica bomba de relojería, y todavía más en un país donde nadie sabe muy bien qué es eso de rectificar o pedir disculpas.

Todas las aficiones quieren que sus jugadores sientan la camiseta, y eso en el caso de un blaugrana implica cierto “pique” con el Real Madrid y el Espanyol. Es indudable que Piqué siente los colores, así que de alguien cuyo sentido de la broma es tirar bombas fétidas en los aviones no se puede esperar que vaya a ser sutil o diplomático con el eterno rival. ¿Es gracioso? Si tienes más de 15 años no. ¿Es para tanto? Tampoco.

En general, en realidad Piqué no hace nada que no hagan otros jugadores. No se le puede recriminar a alguien que lleve su vida personal como crea conveniente ni que dé su opinión (se la pidan o no), y menos cuando está claro que lo hace de una manera honesta. El problema con Piqué es que el blaugrana parece una especie de conglomerado de todas las polémicas posibles que pueda generar un futbolista, ha hecho ‘tic’ en todas las casillas. Lleva a cuestas una mochila con la que ya no importa lo que haga, siempre se va a magnificar. Es la pescadilla que se muerde la cola: cuanto más diga más le dirán, y cuanto más le digan más dirá. Y así, como dicen nuestras señoras abuelas, “esto es el cuento de nunca acabar”.

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Alex Vázquez