De buenas sensaciones se alimentan las pretemporadas. Ensayos, puestas a punto, ritmo de juego. Se trata de encontrar las piezas que encajen en la maquinaria antes del inicio del nuevo curso, donde realmente se han de hincar los codos. La del Real Madrid aúna todos los requisitos citados, afrontando el primer partido de Liga de la semana que viene con más certezas que dudas, con más crédito que descrédito.
Carlo Ancelotti lleva poco en el banquillo blanco pero transmite ese sosiego necesario en Concha Espina. Todavía no ha empezado la competición oficial y de buen seguro que en algún momento le lleguen los palos, pero lo ofrecido hasta la fecha por el conjunto que dirige tiene poco de criticable. Quizá, lo más llamativo sea la ausencia del hasta la fecha fichaje más caro de los blancos, Asier Illarramendi, que anda tocado y apenas ha podido disfrutar de minutos en la víspera de lo importante. La antítesis al centrocampista vasco es el joven Carlos Henrique Casemiro, que ha cumplido con nota en la labor de mediocentro y que se ha ganado el respeto de la afición blanca, que ve en el él no sólo un perfecto sustituto de Khedira, sino una alternativa real al alemán.
Los blancos pusieron ayer fin a la pretemporada ganando con sobriedad al Inter de Milán. El Madrid fue superior ante un equipo que busca reencontrarse desde que se fue Mourinho, hace ya tres años. Los madridistas, por su parte, parecen haberse recuperado rápidamente del adiós del portugués. Sin ir más lejos, antes de medirse a los italianos se enfrentaron al Chelsea y volvieron a ganar. Si algo bueno ha tenido este verano el Real Madrid ha sido el nivel de sus contrincantes: Lyon, PSG, Everton, Chelsea o Inter han sido buenas piedras de toque para una plantilla que ha de amoldarse a la libreta de su nuevo mentor. Ninguna derrota y apariciones estelares como la de Casemiro, los canteranos Morata o Jesé, o la enésima resurrección de Kakà o la adaptación de Isco son algunas de las conclusiones positivas que se puede extraer de la preparación estival.
El Real Madrid sorprendió el pasado mercado de invierno haciéndose con los servicios de la joven perla del Sao Paulo en calidad de cedido y con una opción de compra de seis millones. Llamó la atención, sobre todo, porque se trataba de una de las promesas en firme del fútbol brasileño, aunque con cada vez menos protagonismo en su equipo. Y eso que Casemiro ya sabe a sus 21 años lo que es ser internacional absoluto y compartir las inferiores de la canarinha con jugadores como Neymar o Lucas Moura. Llegó para jugar en el Castilla pero fue inscrito en la Champions. En este tiempo su adaptación a un nuevo país, una nueva cultura y a la capital ha sido la adecuada, por lo que el hecho de concretar su fichaje no ha cogido a casi nadie por sorpresa. Sí lo ha sido, seguramente, su incursión en el primer equipo. Pero a Casemiro no le han temblado las piernas y ha demostrado tener la calidad y el perfil adecuado para actuar en la zona de máquinas que Ancelotti tiene pensada. Corpulento, con buen remate de cabeza, con llegada a gol… su principal virtud es la capacidad para encontrar el pase apropiado. No se corta a la hora de subir y su visión de juego es envidiable para la juventud que atesora. Es, seguro, la mejor noticia de este Madrid que tan buena pinta tiene. Un descubrimiento que no lo es tanto que está dispuesto a discutirle el puesto a Khedira, Illarramendi o al que haga falta. Y ya en la primera plantilla.