Aquel Tenerife de los noventa era un buen equipo: pasó por varias etapas con diferentes jugadores y entrenadores (Valdano, Cantatore, Heynckes…) y ofreció un excelente rendimiento en primera división además de alcanzar unas históricas semifinales en la extinta (por denominación) y competitiva Copa de la UEFA. Nos vienen nombres a la memoria como los de Redondo, Chemo Del Solar, Dertycia, Pizzi, Juanele, Chano, Robaina… son sólo algunos de los más conocidos, pero también hubo defensas de buen nivel como el lateral diestro Julio Llorente o los centrales: Antonio Mata, el Colorado Lussenhoff, un jovencísimo Ballesteros, Pablo Paz o nuestro protagonista, César Gómez, muy recordado también por el férreo marcaje que le hizo a Ronaldo cuando el brasileño jugaba en el Barcelona y parecía imparable. El rendimiento del equipo isleño no pasó desapercibido tanto en España como en Europa, y algunos equipos del continente se interesaron por sus mejores jugadores. De esta manera, César Gómez fichó por la Roma en 1997 en lo que sería un estrepitoso fiasco para el zaguero, al menos en lo deportivo, además de que podría haber sido fichado por error: a quien realmente quería el conjunto giallorosso era a Pablo Paz.
Aquellas semifinales de la Copa de la UEFA que antes mencionábamos tuvieron lugar en la temporada 96-97, y el conjunto tinerfeño caería ante el Schalke 04 –posterior campeón– tras haber dejado en el camino al Brondby en cuartos y al Feyenoord en octavos. Antes, en dieciseisavos, había logrado la machada al eliminar a la Lazio de Nedved, Casiraghi, Fuser o Signori. Aquel equipo estaba entrenado por el checo Zdenek Zeman, quien se fijó en la eliminatoria en “un central con nombre español que acababa en z”. Al año siguiente, Zeman cambió de club pero no de ciudad al ser contratado por la Roma, y pidió para reforzar su plantilla a aquel central que llamó su atención. De esta manera, el club fichó a César Gómez cuando posiblemente Zeman estaba pidiendo al internacional argentino Pablo Paz. Para aquella temporada 97-98, la Roma también fichó a Iván Helguera procedente del Albacete, quien sólo permanecería un año en el Olímpico antes de fichar por el Espanyol previo pase al Real Madrid.
Helguera no tuvo suerte como romanista como tampoco la tuvo César Gómez, con la diferencia de que el cántabro estuvo sólo un año en Italia y César Gómez cumplió todo su contrato de cuatro temporadas. En todo este tiempo sólo jugó tres partidos y todos ellos en la primera temporada: cinco minutos contra el Napoli, tres contra la Fiorentina y el único partido disputado como titular en el derby romano ante la Lazio, que su equipo perdió por 1-3. A partir de aquel año, el club intentó deshacerse del central pero no le encontró acomodo y el jugador rechazó la salida del club, a sabiendas de su jugoso contrato de 1500 millones de liras anuales (unos 800.000 euros al año, un cuantioso contrato ahora y más entonces) y su lujoso apartamento en Appia Nuova. Club y futbolista no llegaron a un acuerdo y César Gómez permaneció en la capital italiana, pero el equipo no contaba con él y no le inscribió durante tres años, demandas del central de por medio, con lo que César Gómez únicamente acudía a entrenar a Trigoria con el segundo equipo. Durante este tiempo, su principal ocupación fue el concesionario de coches que abrió en la ciudad.
En 2001, con 33 años, concluyó por fin su contrato tras tres años sin jugar un solo minuto, y decidió colgar las botas tras salir de la cantera del Madrid y vestir las camisetas de Valladolid, Tenerife y Roma. Posteriormente ha desempeñado funciones como representante de jugadores, además de colaborar en medios tinerfeños. Una curiosa anécdota la de este futbolista que ciertamente parece creada para un 28 de diciembre, aunque parece más impensable ahora con toda la información que tenemos a nuestro alcance. Eran otros tiempos, y daban pie a historias como ésta.