Ya se sabe que las comparaciones son odiosas y buena prueba de ello puede dar Alen Halilović (Croacia, 18/06/1996). El viernes 28 de febrero de 2014 su presencia en la portada de Sport, bajo el título de ‘El Messi de Croacia’ servía como carta de presentación a un fichaje que el conjunto blaugrana tenía en ciernes y que estaba destinado a marcar un antes y un después en el mundo del fútbol. Tenía 17 años, despuntaba en el Dinamo de Zagreb y según el propio periódico, además de gozar de “ADN Barça”, tenía “un gran uno contra uno, un buen disparo y una excelente visión de juego”. La comparación, seis años después, se le ha quedado grande al croata, que en unos días soplará las velas por sus 24 primaveras… en el Herenveen.
Halilovic puede personificar, como antes lo hicieron tantos otros, el paradigma de promesa que no termina de cumplirse. Cierto es que todavía es muy joven, pero no lo es menos que quizá, teniendo en cuenta su trayectoria, parece complicado que dé ese salto de calidad que le eleve a la élite futbolera. También, que mejores resurgimientos se han vivido. Halilovic no es el Messi de Croacia. En aquel momento probablemente sí, pero los derroteros de la vida y del deporte no le han llevado a la cima que él, y muchos culés probablemente, quisieran que alcanzara.
La otra comparación que ha perdido Halilovic es contra Martin Ødegaard (Noruega, 17/12/1998). El noruego, como el croata, llegó muy joven a La Fábrica y con expectativas que, de momento, ha sabido sobrellevar. Los dos llegaron a sus respectivos clubes durante la 14/15: el croata en verano y el nórdico, en invierno. Martin, que cumplió 21 años en diciembre, está deslumbrando en la Real Sociedad, cedido por el Real Madrid, que se plantea seriamente incorporarlo a la plantilla tras varios años a préstamo por distintos conjuntos. De hecho, el primero lejos de la capital fue el Herenveen ―donde hoy busca resurgir Halilovic―, para pasar después por el Vitesse y finalmente por San Sebastián, donde es intocable y donde esperan tenerle a su lado una temporada más.
Considerado uno de los cracks del futuro, éste ya está aquí y sigue esperando las diabluras de Halilovic. El Barça ya se cansó de esperar: tras su paso por el Barcelona B, estuvo cedido en el Sporting de Gijón, donde tuvo alguna aparición destacada, con debut en Primera incluido. Sus condiciones no terminaron de prendar a la institución blaugrana, que en julio de 2016 lo traspasó al Hamburgo por 5 millones. Sin hueco en el Volksparkstadion, se fue nuevamente cedido, otra vez a LaLiga para enrolarse en las filas de Las Palmas, donde estuvo curso y medio. Primero a las órdenes de Quique Setién y a la campaña siguiente, con un sinfín de técnicos que no evitaron el descenso de los canarios. Pese a todo, Halilovic se curtió, jugó bastante y terminó fichando… ¡por el Milan!
Un fichaje random a los que de vez en cuando asistimos por parte de la escuadra italiana y que podría servir para, definitivamente, dar ese pasito al frente en su carrera. Pero el banquillo se convirtió en su mejor aliado. Tras ni siquiera debutar en la Serie A ―sí en la Europa League―, volvió a armar el petate para marcharse a la Jupiter Pro League y terminar la temporada 18/19 lo más dignamente posible. En las filas del Standard de Lieja tuvo protagonismo residual. Sin sitio en San Siro, fue el Herenveen el que le abrió las puertas a su enésima cesión. En un campeonato sin la presión y calidad de otros pero en el que tampoco ha logrado sobresalir. Tres titularidades, dos de ellas en los últimos dos encuentros, algún golazo y poco más.
La Eredivisie, ya concluida, quizá puso fin al nuevo periplo de Halilovic, quien para su desgracia, sigue perdiendo en las comparaciones. Primero con Messi, luego con Odegaard. Hace unos meses, en la revista holandesa Voetbal Internacional, reconocía que las cosas que no le habían salido como a él le gustaría, pero guardaba una íntima esperanza: “Tengo la sensación de que aún puedo ser tan bueno como Modric”. ¿A la tercera ―comparación― irá la vencida?
