Los chicos de Cesare

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No existía YouTube y las únicas redes sociales que conocíamos era llamar a gritos a los amigos para que saliesen a dar unas patadas al balón. Hoy ya sabemos de antemano que el lateral derecho de la selección austríaca tiene mucho potencial y que el equipo bosnio basa su fuerza en el repliegue y contragolpe, pero en aquellos días, si nos decían que los italianos eran buenos había que creérselo. Y si no conocíamos con el detalle de ahora a los mayores, menos aún a los chavales. No era una tarea complicada creer que no había que fiarse de los transalpinos, que entonces, en los noventa, contaban con la mejor liga del mundo, sus equipos eran temidos en Europa y la selección era siempre un rival a evitar. Lógico que las categorías inferiores de la Squadra Azzurra tuviesen un enorme potencial. Había que dar con el técnico adecuado para llamar a filas a esos prometedores futbolistas y desarrollar ese potencial, y quién mejor que el padre de Paolo Maldini. Cesare Maldini, leyenda como futbolista del Milan donde ganó la primera Copa de Europa del equipo rossonero, cogió las riendas de la selección Sub 21 italiana y levantó el título de campeones de Europa tres veces consecutivas en 1992, 1994 y 1996. Ayer, Cesare Maldini falleció a los 84 años dejando un imborrable legado en el Calcio.

Ya había aprendido de los mejores siendo segundo de Nereo Rocco en el Milan y de Enzo Bearzot en el Mundial de 1982, donde Italia se proclamaría campeona. Como primer técnico había entrenado al Foggia, a la Ternana y al Parma, y en 1986 se hizo cargo de la Sub 21 italiana. El primer gran éxito llegaría en el Campeonato de Europa de 1992: con un equipo dirigido por Dino Baggio o Demetrio Albertini, un “veterano” de 21 años que ya movía los hilos en el centro del campo del Milan de Fabio Capello, Italia ganó en la final a doble partido a la Suecia de Hakan Mild, que años después jugaría en la Real Sociedad. Algunos de los mejores futbolistas de aquel combinado italiano no llegarían a destacar como se preveía: fue el caso de Renato Buso, máximo goleador del torneo y “Jugador de Oro”, que a pesar de empezar con buen pie en la Juventus nunca llegaría a debutar con la absoluta.

En 1994, Cesare Maldini contaría con jugadores de la talla de Francesco Toldo, Christian Panucci, Fabio Cannavaro, Vieri o Filippo Inzaghi. Pero los rivales tampoco eran malos: ahí estaba Francia con Zidane y Makelele, y sobre todo, la temible Portugal de Luis Figo, Joao Pinto y Rui Costa. La generación de oro lusa. Con todos ellos se coló en semifinales España, que también tenía un buen equipo comandado por Julen Guerrero, Oscar García Junyent o Thomas Christiansen. Francia e Italia finalizarían el encuentro con empate a cero y los penaltis dictarían sentencia: Dutruel, después magnífico portero en el Celta, y Toldo tendrían en sus guantes la posibilidad de pasar a la final, y fue el guardameta italiano quien se convirtió en héroe tras detener un lanzamiento a Makelele. En el otro partido España no podría hacer frente a Portugal, que ganó con goles de Rui Costa y Joao Pinto. En la final, con Portugal como gran favorita, Italia aguantó el 0-0 los noventa minutos y fue un secundario, Pierluigi Orlandini, que había sustituido a Pippo Inzaghi, quien dio el título a Italia con un gol en la prórroga. De nuevo los de Cesare Maldini se proclamarían campeones en un torneo en el que Luis Figo fue proclamado “Jugador de Oro”.

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En 1996, a Panucci y Cannavaro se sumarían jugadores como Nesta, Tacchinardi, Delvecchio o un jovencísimo Gianluigi Buffon de 18 años, que sería suplente de Angelo Pagotto, cuatro años mayor. Pero sobre todo, en ese torneo estaría Francesco Totti. La gran final enfrentaría a la Azzurra con España, que contaba nada menos que con Raúl y De La Peña, entonces las dos grandes promesas de nuestro fútbol. Con el empate a uno final, con un desafortunado gol de Idiakez en propia puerta para Italia y de Raúl para España, sería la tanda de penaltis la que decidiría el campeón. Con Pagotto y Mora bajo palos, Panucci fallaría el primer lanzamiento, pero los de Cesare Maldini ya no volverían a errar. En España fueron precisamente De La Peña y Raúl quienes fallarían sus penaltis, y Domenico Morfeo marcó el penalti definitivo que dio a Italia su tercer título consecutivo. Raúl concluyó el torneo como máximo goleador y, a pesar del gran campeonato de Totti, fue Cannavaro quien se hizo con el título de “Jugador de Oro”. Ya se veía entonces la flor del central para los galardones individuales.

Llegada a la absoluta

Italia buscaba un sustituto para Arrigo Sacchi en la selección absoluta tras el fiasco de la Eurocopa de 1996. Con los éxitos con la Sub 21 en el currículum, fue Cesare Maldini el encargado de llevar a la Azzurra al Mundial de Francia. Al país galo acudiría con algunos de sus chicos de la Sub 21 como Cannavaro, Toldo, Buffon, Albertini, Dino Baggio o Vieri. Por supuesto, Paolo Maldini era el capo de la zaga. Con una poblada defensa, guardia pretoriana en el centro del campo, el arte de Del Piero y Roberto Baggio y los goles de Vieri, Italia alcanzó los cuartos de final donde la anfitriona y posterior campeona, la Francia de Zidane, sólo pudo derrotar a la Azzurra en la tanda de penaltis. Italia acusó a Cesare Maldini de ser demasiado defensivo, cómo sería aquello.

Dejó la selección tras la cita francesa y tuvo ocasión de dirigir a su Milan en la temporada 2000-2001. No fue un año afortunado para el equipo rossonero, pero sí dejó para la posteridad el resultado más abultado de la historia del Derby della Madonnina al ganar 0-6 al Inter, para mayor gloria del hincha milanista. Tras dirigir a la selección paraguaya en el Mundial de 2002, concluyó su etapa en los banquillos.

Algunos de sus chicos se reencontraron en el Mundial de 2006, como una reunión de antiguos alumnos en la que se juntan para volver a tocar una última vez. A ellos se unió también la generación de la Sub 21 del año 2000, que recuperó para Italia el título de campeona de Europa comandada por Gattuso y, sobre todo, por un genial Andrea Pirlo, máximo goleador y “Jugador de Oro”. Dirigidos por Marcello Lippi, Italia ganó su cuarto Mundial tras derrotar a Francia en la final. En los penaltis, como no podía ser de otra manera. El título que le faltaba a la generación que creció con Cesare Maldini en el banquillo.

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Gabriel Caballero

Periodista
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