Aún recuerdo cuando el nombre de Fernando Cavenaghi comenzó a sonar con fuerza: no existía entonces la facilidad de ahora para ver partidos internacionales ni el acceso a la información que encontramos hoy en día en la red, pero por aquellos primeros años del nuevo siglo se hablaba de un joven delantero argentino que se estaba hartando a meter goles en la delantera de River. Un talento, otro más, que surgía de la cantera de los Millonarios. Ya en 2004, cuando contaba 21 años, Cavenaghi había ganado tres Torneos Clausura y acumulado 55 goles en 90 apariciones con el club de Buenos Aires. Su salto a Europa era inminente y grandes como la Juventus pujaban por el fichaje del Torito, así conocido por su corpulencia. Once años después, en una noche cualquiera de ese interrail continental que es la Europa League y en un medio que no existía entonces como Twitter, conocemos la noticia: Fernando Cavenaghi abre el marcador para el APOEL chipriota en su duelo ante el Sparta de Praga.
Cavenaghi estaba destinado a escribir una brillante página en la historia de River y así fue, aunque fuera en capítulos alternos y con algún que otro párrafo mal avenido. El resto de expectativas no llegaron a verse cumplidas, no en su totalidad. No fue contratado por la Juventus ni por ningún otro grande de renombre, sino que fue el Spartak quien puso los petrodólares sobre la mesa para llevárselo a Moscú. Nunca llegó a adaptarse al fútbol ruso y se dice que combatía el frío moscovita tomando mate y tocando la guitarra. Tres años después fichó por el Girondins y el gol volvió a asomarse, siendo parte importante del equipo que truncó en 2009 la que parecía interminable racha del Lyon tras siete años consecutivos ganando la liga. Además, un año antes ya había sido elegido mejor jugador extranjero de la Ligue 1. No obstante, la temporada 2009-2010 no fue buena para él en Burdeos y al año siguiente buscó una salida. En 2010, al aterrizar cedido en Mallorca, comenzaría un largo periplo.
No tuvo suerte el argentino en su aventura por España, ni entonces en Mallorca ni años después en su segunda parada en nuestro país. Tras una temporada gris como bermellón se marchó a Brasil para vestir la camiseta del Internacional de Porto Alegre, donde ayudó a levantar el Campeonato Gaucho en 2011. Unos meses después le llamaron de casa para decirle que los suyos estaban en apuros: el River, en una situación sin precedentes, había bajado a la B. Tocaba volver al Monumental.
Junto a David Trezeguet, el Chori Domínguez o Leo Ponzio, Cavenaghi devolvió a River a la máxima categoría un año después. El Torito marcó 19 goles vitales para cumplir el objetivo, y su retorno a casa fue largamente celebrado por la hinchada. No obstante, diferencias con el presidente Passarella provocaron que ni él ni Domínguez continuasen en el club. Ambos arribaron a la liga española: el Chori al Rayo y Cavenaghi, al que pareció gustarle el reto del ascenso, probó suerte en un Villarreal en segunda división. Sin embargo, su segundo paso por España no fue mucho más brillante que el primero, a pesar de que debutó marcando dos goles al Castilla. Al menos, el equipo logró el objetivo y retornó a primera.
Tras pasar por el Pachuca mexicano regresó de nuevo a River gracias a un clásico del club como Ramón Díaz, entonces entrenador. Le acompañó la polémica pues le acusaban de sobrepeso, a lo que Cavenaghi respondía: “Estoy como en la última etapa en la B. Pasa que cuando la pelota entra estás flaco, y cuando no, estás gordo”. Por suerte, también le acompañaban los goles en su tercera etapa en el Monumental. Compartía equipo con el colombiano Teo Gutiérrez, que ahora viste la camiseta del Sporting de Portugal y también ha marcado en esta última jornada de la Europa League. Como capitán de River, en su última etapa ganó la Libertadores y logró alcanzar el octavo puesto en la tabla histórica de goleadores del club superando a un mito como Francescoli. Se despedía por la puerta grande.
Con 31 años tocaba buscar nuevos retos, y los encontró en un lugar tan inesperado como Chipre, donde le esperaba el APOEL de Nicosia. Allí vestiría de amarillo y azul, con lo que las chanzas procedentes de Boca estaban aseguradas. En Chipre juegan varios futbolistas españoles que no encontraron sitio en la Liga o decidieron probar suerte en otra parte. El AEK Larnaca, por ejemplo, que actualmente lidera la tabla, cuenta con Thomas Christiansen en el banquillo, aquel delantero hispano danés que jugó en el Barcelona de Cruyff, Oviedo, Racing, Osasuna… Con él están nada menos que nueve futbolistas españoles, entre ellos Jorge Larena, ex del Atlético, Celta y Las Palmas. Pero Cavenaghi se decidió por el APOEL , que hace tres años se enfrentó al Madrid en los cuartos de final de la Liga de Campeones tras derrotar al Lyon en octavos y ser antes primero de grupo ante Zenit, Oporto y Shakhtar Donetsk. Por supuesto, fue toda una sorpresa.
No obstante, hoy el APOEL no está tan fino. Entrenado por Temur Ketsbaia, aquel delantero georgiano del Newcastle de los noventa, no ha superado la fase de grupos de la Europa League. Ketsbaia sustituyó el pasado verano a otro delantero noventero, Domingos Paciência, que acababa de perder el partido de ida de la previa de la Champions ante el Astana. Ketsbaia no pudo arreglar el desaguisado. En la Europa League ha quedado relegado al último lugar del grupo tras el Schalke, el Sparta de Praga y el Asteras Trípolis. En esta última jornada, sin ninguna opción, se adelantó ante el Sparta con un golazo de Cavenaghi, pero acabó sucumbiendo por 1-3 ante los checos.
Pero el paso de Cavenaghi por Nicosia, con el dorsal 79 a la espalda, está siendo más que fructífero: el delantero con mejor promedio de goles en toda Europa no es Cristiano Ronaldo, ni Luis Suárez, ni Lewandowski ni siquiera la revelación del continente, Jamie Vardy: es el Torito, que ha marcado 15 goles en 11 partidos. Es una liga menor, pero después de tantos años y tantas paradas, a Cavenaghi no se le ha olvidado marcar goles, como hiciera tantas veces en el área del Monumental de River.