Una serie de catastróficas desdichas

zubiaurre

Nació en Mendaro y se le conoce como Zubiaurre, pero bien podría protagonizar la saga literaria de Lemony Snicket que Jim Carrey interpretó en la gran pantalla. No ha sido el histriónico actor quien ha perseguido la trayectoria del futbolista vasco, pero las desdichas sí lo han acompañado a lo largo de su carrera. En 2005, con 22 años, Iban Zubiaurre se hizo con el lateral derecho de la Real Sociedad tras destacar en las categorías inferiores de la selección española y se le presentaba un brillante futuro por delante. Hoy, ocho años después, el Cafú de Mendaro, como se le conocía entonces, acaba de firmar por un Racing de Santander envuelto en interminables problemas institucionales y recientemente descendido a Segunda B. Su esperanza, sentirse futbolista.

Cuando recorría la banda derecha de las categorías inferiores era el titular de un equipo en el que aguardaba su oportunidad en el banquillo un tal Álvaro Arbeloa, y aquello no fue sin duda el presagio de lo que sucedería con sus respectivas carreras. Arbeloa es hoy, a pesar de las reiteradas críticas, campeón de todo con España mientras Zubiaurre se busca la vida en la categoría de bronce. Un caso más, podría pensarse, de un futbolista que no cumplió todo lo que apuntaba, pero el de Iban no es un caso corriente. Tras aquella temporada 2004-05 en la que se dio a conocer a los ojos de la Liga, la aparición del interés del Athletic por su fichaje lo cambió todo.

Zubiaurre disponía entonces de un contrato amateur que además finalizaba ese mismo verano, y el Athletic no dudó en procurar aprovechar la oportunidad para hacerse con el prometedor zaguero. Sin embargo, la Real se acogió a una cláusula en el contrato mediante la que podría renovarle unilateralmente por un año más. El problema era que Zubiaurre, creyéndose libre de contrato, había pactado ya su contratación por los de San Mamés. El entonces director deportivo txuri-urdin, el ex guardameta Roberto Olabe, le aseguró que hallarían una solución, pero la entrada de una nueva junta directiva comandada por otro ex futbolista como Miguel Fuentes dio un vuelco a la situación.

En Ibaigane defendían que Zubiaurre había llegado libre de contrato al Athletic, mientras en San Sebastián mantenían otra versión que fue ratificada en una cuantiosa demanda de 30 millones de euros en concepto de indemnización por la fuga del futbolista. No se avistaba una fácil solución, y el mayor perjudicado fue sin duda el propio futbolista: hasta que no se encontrase una salida, Zubiaurre, de 22 años, no podría volver a los terrenos de juego, y el litigio se alargó hasta el año y medio, tiempo durante el que su progresión se vio frenada. Jamás sabremos si Zubiaurre habría cumplido las expectativas y si el embrollo, acrecentado además por enfrentar a dos históricos rivales, estaba verdaderamente justificado.

La solución en el juzgado pasó por el pago de cinco de los treinta millones que la Real demandaba al Athletic, convirtiéndose así en uno de los futbolistas más caros del club bilbaíno. El pago se haría efectivo entre el jugador y el club, que le ofreció a Zubiaurre un largo contrato de diez años a razón de 900.000 euros por cada uno de ellos. El llamado Caso Zubiaurre fue el que llevó a estudiar las cláusulas de rescisión en nuestro fútbol, en muchos casos desproporcionadas con el salario de los futbolistas. El 16 de noviembre de 2006, el lateral fue presentado como si de un reciente fichaje se tratara, toda vez que el castigo había sido levantado, pero su calvario no había concluido aún. Sólo acumuló cuatro partidos en su trayectoria como rojiblanco: dos de liga, uno de Copa del Rey y otro de Copa de la UEFA. Únicamente uno de ellos completo.

En todos estos años ha vivido entre el ostracismo y las cesiones. No recuperó el nivel de su etapa realista ni contó con la confianza de los técnicos del Athletic. Las cesiones tuvieron claroscuros: primero al Elche, donde no contaba para David Vidal pero sí posteriormente para su sustituto Claudio Barragán. Tras su etapa en la Comunidad Valenciana regresó a Lezama con el fin de ganarse por fin un sitio entre Los Leones, pero complicadas lesiones y la competencia de Iraola lastraron su nueva estancia en Lezama. El Elche volvió a solicitar su cesión, pero fue el Albacete, también de la categoría de plata, quien se hizo con sus servicios.

Al principio no le fue mal con Antonio Calderón como entrenador, pero tras la destitución de éste, el Queso Mecánico contrató precisamente a David Vidal, quien de nuevo no contaría con Iban. Por si fuera poco, una extraña enfermedad estuvo a punto de retirarlo. Cuando recibió el alta era noviembre de 2011, con ficha en el Athletic pero sin sitio en los planes de Bielsa, y totalmente fuera de forma como para buscar acomodo en el mercado invernal. Un año difícil, otro más, pero trató de recuperar la forma para la siguiente temporada, la 2012-13, y encontró acomodo en la UD Salamanca. Tuvo que dar un paso atrás y jugar en Segunda B, y sin embargo, fue la experiencia más positiva en mucho tiempo: acumuló 33 partidos y tres goles y Zubiaurre volvió a sentirse futbolista. Al club no le ha ido tan bien: la UD Salamanca desapareció recientemente a consecuencia de las deudas.

Con un año más de contrato en Lezama, club y jugador veían absurdo otra cesión más a sabiendas de que no lograría ya encontrar un hueco en el equipo bilbaíno, y ambos acordaron la rescisión de su contrato. Ya como agente libre, Zubiaurre ha sido contratado por el Racing de Santander para las dos próximas temporadas. Un club, el verdiblanco, envuelto en mil y una encrucijadas y que la próxima temporada podría jugar en segunda si el Alcorcón es descendido en los despachos, en segunda B si no sucede nada extraño o en tercera si prosperan las acusaciones de amaño de partidos. Pero a estas alturas, con 30 años, Zubiaurre ya sólo quiere disfrutar por fin del fútbol como hizo en Salamanca. Sentirse futbolista, lo que no pudo durante tanto tiempo.

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Gabriel Caballero

Periodista
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