Uno de los nuestros

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“Os puedo asegurar que mi sangre no es roja, es verdiblanca”

Es imposible de olvidar: era una tarde de domingo pegado a la radio, de esas en las que toda la jornada se jugaba a la misma hora, donde cada grito de gol por parte de los narradores se hacía eterno hasta que se revelaba el nombre del equipo que lo había marcado. Era la temporada 2005-06 y el Racing lo tenía complicado: al borde del descenso, recibía en la penúltima jornada al mejor Osasuna que se recuerda, inmerso contra todo pronóstico en la pelea por entrar en la Liga de Campeones. Se adelantó el equipo navarro con un gol de Milosevic, implacable goleador serbio, habitual del área en la liga española, pero el equipo cántabro no bajó los brazos y se agarró al clavo ardiendo que suponía la remontada para abrazarse a la permanencia y pasear un año más el escudo del club por los estadios de primera división. Pablo Alfaro, en su segunda etapa en el equipo tras grabar su nombre en el Sánchez Pizjuán, consiguió el tanto del empate y allanó el camino. Fue en el minuto 88 cuando Antoñito, cedido por el Sevilla, batió a Ricardo y marcó el gol de la victoria, sellando matemáticamente la estancia del Racing otro año más en la máxima categoría. El campo se vino abajo para celebrar una de las tardes más épicas que se recuerdan en El Sardinero y Nando Yosu, técnico cántabro, era llevado en volandas por sus futbolistas. Lo había conseguido una vez más, por cuarta vez. Por eso, aunque haya fallecido en el día de hoy a los 76 años de edad tras una larga enfermedad, vivirá siempre en la memoria racinguista.

Como ese actor que protagonizó una de tus películas favoritas o ese músico que interpretó esas canciones que tantas veces escuchaste, hay personajes que, aunque no fuesen cercanos, compartieron momentos de tu vida, y Nando Yosu fue uno de ellos. Resulta complicado encontrar a alguien que represente mejor al racinguismo como lo hizo él: fue jugador, asesor, secretario técnico… pero se convirtió en leyenda en los banquillos. Siempre estaba ahí cuando se le necesitaba, hasta cuatro veces tuvo que sentarse en el banquillo cuando el Racing estaba con la soga al cuello: en la 95-96, cuando sustituyó a Vicente Miera. En la 97-98, haciéndose cargo del equipo en sustitución de Marcos Alonso. En la 2004-05 tras relevar a Lucas Alcaraz y un año después, en 2006, tras sustituir a Manolo Preciado, otro mito del club con quien había coincidido antes como primer y segundo entrenador. Las cuatro veces consiguió el objetivo. Con su fútbol sencillo y esa forma en la que se ganaba a sus jugadores hacía posible lo que parecía improbable. Era la magia del Brujo de Munguía.

Ganador de dos Copas de Ferias en su etapa como futbolista del Valencia y con una dilatada trayectoria como entrenador en la que dirigió a la Gimnástica, Oviedo, Linares, Granada, Ourense, Alavés… Fernando Trío Zabala, más conocido como Nando Yosu, vivió ligado al fútbol pero, como él mismo decía, su vida era el Racing. Un tipo normal en un fútbol cada vez más extraño, que se había ganado el aprecio de toda la afición racinguista y que da nombre a una curva del estadio y a las Instalaciones de La Albericia, uno de los centros neurálgicos del deporte en Santander y donde entrenan el primer equipo y la cantera. Más que merecidos homenajes a una figura irremplazable en la historia del equipo santanderino.

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Gabriel Caballero

Periodista
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