Un mal día ante Alemania en el debut dejó las opciones de Portugal muy trastocadas en este Mundial de Brasil 2014. Se podría haber reconducido la situación en el encuentro ante Estados Unidos, pero entonces se evidenciaron las limitaciones de la selección lusa, y la incomodidad de Cristiano Ronaldo, ya fuera por su estado físico o por su contexto en el equipo.
Sólo un milagro podría haber clasificado al equipo de Paulo Bento para los octavos de final. Necesitaban que Alemania venciera a Estados Unidos -algo que ocurrió aunque a ambos les bastaba el empate- y golear a Ghana. Portugal sólo fue capaz de imponerse por 2-1 a los africanos, pero lo cierto es que Cristiano Ronaldo tuvo en sus botas las suficientes oportunidades para haber logrado un billete para la siguiente fase.
Al fin el crack del Real Madrid hizo acto de presencia en Brasil. Ante Ghana firmó una actuación a la altura, más o menos, de lo que cabría esperar. Generó multitud de ocasiones, participó más en el juego y se le vio en mejor estado físico. Sin embargo, la puntería no estaba afinada y sólo fue capaz de batir en una ocasión la portería de Dauda.
Cristiano jugó mejor porque estaba rodeado de un contexto más favorable, principalmente por la presencia en el once titular del joven William Carvalho. Un futbolista que, sin complicarse la vida, daba criterio y pausa al fútbol luso. Portugal tenía una mayor circulación de balón que en los partidos anteriores, los laterales llegaban a línea de fondo, y las ocasiones se sudecían.
La ausencia de Muntari en el centro del campo -expulsado de la concentración junto a Boateng por indisciplina- le daba menos mordiente al centro del campo de Ghana, y eso facilitaba las cosas a Portugal. Sin embargo, los africanos contaban con uno de los futbolistas que más han brillado en la primera fase, y que suele pasar a saludarnos cada cuatro años. Me refiero a Asamoah Gyan, que logró el gol del empate tras un centro impresionante de Asamoah. A partir de ahí llegaron los mejores minutos de Ghana, que sólo necesitaba un gol más para meterse en octavos. Lo tuvo en su cabeza Waris con un remate que se fue fuera por escasos centímetros.
Hay que hablar de Éder, porque aunque suene duro, hay que señalarle como uno de los peores futbolistas del Mundial de Brasil. Las lesiones de Almeida y Postiga le otorgaron la titularidad -a Cristiano le gusta tener un nueve al lado-, pero el jugador del Braga no lo ha sabido aprovechar. Cada uno de sus contactos con el balón era un paso atrás para su equipo. Ensuciaba todas las jugadas, no creaba ninguna ventaja para sus compañeros, y ni siquiera su impresionante físico le ha servido para intimidar e imponerse a su rival.
La prueba de que Éder ha estorbado más que ayudado, estuvo en su cambio por Vierinha en el minuto 68. A partir de aquí llegaron los mejores minutos de Portugal en el torneo. La circulación era más fluida y Cristiano encontró más espacios. No tardaría en colocar el 2-1, pero lo más curioso de todo es que tuvo ocasiones más que de sobra hasta el pitido final, para haber logrado la clasificación goleando a Ghana en un cuarto de hora. La pólvora estaba mojada.
Muy discreto el paso de Cristiano por Brasil, siempre a remolque de la goleada del debut ante Alemania, y arrastrando bajas importantes como la de Pepe ante Estados Unidos, o la de Coentrao por lesión. Lo cierto es que Portugal, salvo por cuatro o cinco futbolistas, es una selección muy limitada. Su eliminación ha sido más que justa.
