Lo que parecía un simple rumor, uno más, se ha convertido en la antesala de una noticia que va cogiendo forma y fuerza a pasos agigantados. El trueque entre Arthur y Pjanić que preparan Barcelona y Juventus no es una broma de mal gusto para los seguidores culés: según las últimas informaciones, el brasileño recalaría en Turín y el serbio en la Ciudad Condal en una operación que, en esencia, servirá para maquillar las cuentas del conjunto blaugrana.
Cambiar a Arthur, que en agosto cumplirá 24 años, por Pjanić, que alcanzó la treintena el pasado mes de abril, sólo se le puede ocurrir al Barcelona y una directiva que cada día sorprende a la parroquia culé con alguna perogrullada. Por suerte para el aficionado el mandato de Josep Maria Bartomeu toca su fin dentro de un año, por lo que las elecciones se producirán en 2021.
Pero antes, toca asimilar transacciones como la que se puede cerrar en breve y que implica a uno de esos futbolistas por los que se luchó por contratar hace menos de dos veranos y al que ahora abren la puerta y prácticamente empujan a abandonar el Camp Nou. Es cierto que el rendimiento de Arthur Melo no ha sido el esperado, pero no lo es menos que todavía le falta ―parafraseando a Lopetegui cuando hablaba de Vinicius― tiempo de cocción.
Destinado a suceder a Xavi, es evidente que aún no se le puede comparar con el de Terrassa, aunque sí ha manifestado estar hecho de otra pasta. La que supuestamente encaja como anillo al dedo en la idiosincrasia de un club que acostumbra(ba) a mimar la pelota, a contar con jugones en su zona medular y que hacen del buen trato de balón su bandera. Arthur ha mostrado destellos, pero no regularidad como para convertirse en indiscutible en el centro del campo ni el director de orquesta que precisa el Barça.
Aunque compararle con uno de los mejores centrocampistas del mundo como fue Xavi puede resultar un tanto osado, lo cierto es que a la edad de Arthur, el catalán entraba poco a poco en los planes de Rijkaard, pasando medio curso más sentado en el banquillo que sobre el verde. Al final, terminaría ganándose la confianza del técnico en una temporada en la que Ronaldinho asombró al mundo y en la que Xavi comenzaba a dejar muestras de su calidad, que iría in crescendo hasta alcanzar la gloria tanto a nivel de club como de selección.
La operación a nivel deportivo no tiene sentido alguno: cambiar un jugador que todavía no ha explotado pero que cuenta con infinitas virtudes para hacerlo y que fácilmente puede darte una década de alegrías, por un futbolista del que nadie duda de su calidad pero que ya ha traspasado la madurez deportiva y al que, con suerte, le quedan tres o cuatro años de buen fútbol. Cambian futuro por presente: cambian un futbolista por hacer por uno ya hecho, de rendimiento inmediato.
En el económico, donde subyace esta maniobra relámpago para quitarse de encima a Arthur, vuelve a quedar en evidencia el pifostio monumental que debe atravesar la economía culé para ‘vender’ por un valor de 70 millones a Arthur, ‘fichar’ por 60 a Pjanić y ‘disfrutar’ de esos 10 millones para fingir que se ha hecho caja y que los números cuadran. Una ignominiosa operación, una más, que pone en relieve la nefasta gestión de Bartomeu y compañía.
Hace unos años el AC Milan se ganó el apelativo, poco cariñoso, de cementerio de elefantes. La razón no era otra que la tendencia rossonera de hacerse con viejas glorias en el ocaso de su carrera. En su día ficharon ya superados la treintena a estrellas venidas a menos como Ronaldo, Rivaldo, Beckham, Ronaldinho… incluso para recordar no tan viejos tiempos, se hicieron hace unos meses con Ibrahimovic (38). En 2011, la media de edad de la escuadra lombarda era de 29,3 años y en su plantel, un sinfín de treintañeros: Inzaghi (38), Abbiatti (34), Nesta (35), Yepes (35), Zambrotta (34), Seedorf (35), Gattuso (33), Van Bommel (34)…
El Barcelona, como el que no quiere la cosa, está viendo como la media de edad de su plantilla y el núcleo duro de ésta va en aumento sin que la juventud, que haberla hayla, tome el relevo. Piqué (33), Jordi Alba (31), Busquets (31), Rakitic (32), Vidal (33), Messi (33) o Luis Suárez son hoy piezas fijas en la pizarra barcelonista. Salvo giro en los acontecimientos, Arthur (23) se marchará para dar cabida a Pjanić (30). Y el barcelonismo, que no lo termina de ver claro, enfurece ante la cara de Milan que se le está poniendo a su club.
En NdF | La precipitación de Quique Setién
En NdF | Lautaro Martínez y los sobreprecios en el Barça
En NdF | Coutinho, otro tiro por la culata