Pocos duelos mejores en la liga se puede uno imaginar que el protagonizado por Atlético y Valencia, tercero y cuarto de la tabla, y desde luego el partido disputado esta noche en El Calderón fue competido y repleto de tensión, pero sólo los valientes se atreverán a decir que hubo fútbol. El empate a uno, con tantos de Koke y Mustafi, fue el resultado de un encuentro en el que Simeone y Nuno jugaron una intensa partida de ajedrez donde las cuestiones de pizarra y táctica se vistieron de gala, y en el que las piezas del tablero se enzarzaron en una batalla con choques, faltas y jugadores tendidos sobre el césped: 41 faltas, 13 amarillas y una expulsión así lo atestiguan. Quizá al colegiado Jaime Latre le tengan que dar paga extra.
La alineación del Atlético dio que hablar, con Griezmann sancionado, Mandžukić de nuevo en el banquillo y Koke de vuelta al once. Raúl García y Fernando Torres ocuparon la delantera local. Empezado el partido, Negredo tuvo una oportunidad a los pocos minutos en forma de acrobático remate que no pasó a mayores al disparar desviado. Fue la primera y última vez en más de una hora que el conjunto ché se dejaría ver por el área de Moyá. Ambos equipos se dedicaron a controlar al rival y no dejar resquicio alguno que el otro pudiera aprovechar. Tan bien estaban haciendo las cosas sin balón que se olvidaron de qué hacer con él. No obstante, si alguno tenía controlado el partido era el Atlético: mordía en la presión, el Valencia no se acercaba al área rojiblanca y quienes ganaban metros eran los pupilos de Simeone, pues la mayor parte del partido se vivía en campo valencianista. Eso sí, ocasiones, pocas. Por su parte, el Valencia se encontraba en modo muelle: todo lo que pasaba por las inmediaciones del área lo despejaban sin miramientos. Con este panorama y el centro del campo sin crear fútbol, difícil lo tenían Piatti, Feghouli y Negredo.
Así las cosas, el balón parado era una salida factible, y a ello se puso el Atlético con una herramienta que le había dado réditos en el pasado pero que llevaban tiempo sin sacar de la caja. A la media hora de juego, en un centro al área procedente de una falta, Torres prolongó de cabeza, Tiago hizo lo propio con el hombro a la llegada de Koke al área y este, con un efectivo disparo, batió a Diego Alves para desnivelar el marcador. El canterano no sólo fue el autor del gol, sino que volvió a demostrar lo necesario que es para el juego de su equipo, con balón y sin él. Lo que quedaba de primer tiempo mostró a un Valencia sin respuesta, y era comprensible la seria estampa de Nuno en el área técnica.
No cambiaron mucho las cosas en buena parte del segundo tiempo a excepción de algunos nombres: el partido seguía igual, con un Atlético jugando esa partida de ajedrez en la que, si se trataba de proteger al Rey y este era Moyá como baluarte último, la misión estaba cumplida: el cancerbero atlético era un espectador más. Entró Mandžukić por un Torres que lo dejó todo en el campo, y la misión del croata fue la misma que la del delantero español: pelearse con Otamendi, difícil tarea. Por su parte, Nuno jugó las bazas de Rodrigo y André Gomes.
Tendría el Atlético una buena ocasión cuando Tiago envió al larguero un remate desde dentro del área pequeña. Tan clara fue que Simeone ya había comenzado a celebrarlo. Pero a la media hora del segundo acto las cosas empezaron a cambiar, el Atlético dio un paso atrás y el Valencia ganó metros, viendo más de cerca la portería rojiblanca. Simeone lo sabía, y por eso no cesaba en sus aspavientos pidiendo a los suyos un último esfuerzo, pero lo pagaron caro: de nuevo el juego a balón parado hizo acto de presencia y, en una falta sacada desde un costado por Parejo, Moyá desvió el balón hacia el larguero, Mustafi buscó el rebote y envió el balón al fondo de las redes. El guardameta falló al medir, dando un paso adelante al creer que sería un centro, pero el balón de Parejo tenía otra intención y, cuando se quiso dar cuenta, ya estaba estirándose para sacarla como buenamente pudo.
Aún hubo tiempo para que el Valencia se quedase con diez por expulsión de Javi Fuego, pero el marcador ya no se movería. La partida quedó en tablas y las piezas, agotadas.
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