Isco y Di María para olvidar a Özil

Isco

Ni siquiera el afortunado gol de Lafita al poco de iniciarse el partido, nos hizo dudar de que el Real Madrid terminaría llevándose los tres puntos ante el Getafe. No pretendemos menospreciar a nadie, pero lo cierto es que el conjunto de Luis García siempre parece rendir por debajo de su potencial, y con mayor acento en sus visitas al Santiago Bernabéu. La victoria por 4-1 final es fiel reflejo de la superioridad merengue, que disputó un partido a placer de principio a fin.

Porque en esta ocasión, el verse por detrás en el marcador al poco de iniciarse el encuentro no fue fruto de su manifiesta dificultad para hacer que la máquina carbure. La mala fortuna hizo que un disparo de Lafita fuera desviado por Pepe dejando a Diego López vendido.

Pero al Madrid se le veía desde el inicio más asentado de lo habitual. Esa responsabilidad hay que otorgársela a la gran actuación de sus mediocentros. Illarramendi demostrando que cada día va a más. En ocasiones llega a dar la sensación de ser un Xabi Alonso rejuvenecido, con un estilo de juego muy similar. Precisamente por ello Khedira ha brillado en las labores más oscuras. Su mejor nivel lo ha dado con Xabi al lado, mientras que en este inicio de temporada, a la vera de Modric, parecía más perdido. Ante el Getafe ha gozado de mayor libertad en sus movimientos gracias a la presencia de Illarra, y Sami ha firmado una actuación impecable.

Cristiano e Isco, pareja letal

Gareth Bale, que en principio iba a ser titular, se tuvo que retirar del calentamiento con unas molestias que le impidieron debutar en el Bernabéu. Su lugar en el once lo ocupó Isco, que con un puñado de partidos le ha sobrado para meterse a la afición en el bolsillo y erigirse como uno de los líderes de este nuevo Real Madrid.

Tras una primera parte discreta, se desató en la segunda para poner al público en pie con un excelente gol tras pase pícaro de Cristiano. Su cuarto gol en Liga para certificar, tras un par de meses, que por 30 millones salió barato.

Y prácticamente lo mismo podríamos decir de un Cristiano insaciable, que con más o menos fortuna, pero se deja el alma hasta el pitido final con el objetivo fijado en la portería rival. Profesionalidad y ambición que le sirvieron para anotar el segundo de su cuenta particular en la última jugada del encuentro, con un bello taconazo.

Di María deja a Özil en evidencia

Partiendo de la base de que Özil es uno de mis futbolistas preferidos, actuaciones como la de Di María de ayer te demuestran el porqué el club se ha decantado por el que parecía, a priori, más débil. El argentino demuestra ser un hombre de equipo, que rinde con el mismo vigor y entusiasmo partiendo desde el inicio o como revulsivo. No tiene el talento bruto de Özil, pero aporta mucha más riqueza en general al equipo.

Di María estaba con pie y medio fuera del Madrid, pero se hizo fuerte para demostrar día tras día a Ancelotti no solo su entusiasmo por seguir formando parte de este proyecto, sino el porqué es necesario y lo que puede aportar. No le importó la llegada de un jugador como Bale. Todo lo contrario pasó con Özil, que en cuanto notó el aliento de Isco en la nuca, comenzó a dejar patente su malestar.

Y en el fondo no es un defecto del alemán, sino la forma de ser de cada uno. Özil necesita ser importante, sentirse imprescindible para su entrenador, el ídolo de una afición. Por eso ya se ha convertido en la estrella del Arsenal. De seguir en el Madrid, la simple presencia de Isco habría limitado mucho su rendimiento.

Arbeloa, capitán en funciones

Siempre señalado por sus limitaciones técnicas. Juzgado por los que creen que el fútbol solo se trata de meter goles por la escuadra. Pero lo cierto es que Arbeloa, con un entrenador u otro, sigue siendo importante -y titular-. Pero no solo por su aportación defensiva, sino por lo que significa como líder, y ahora capitán en funciones.

Y es que Arbeloa es, posiblemente, el futbolista con el que más se identifica la grada a día de hoy. No se trata solo del madridismo incondicional que desprende en cada gesto, sino la conexión que establece entre afición y equipo.

El ejemplo perfecto lo tenemos en el gran gesto que ha tenido con Karim Benzema. El francés, que ha tenido un partido negro de cara a portería, ha sido víctima de varias pitadas durante el encuentro. Pitadas que no comparto por dos razones. Una de ellas es que no creo que se esté valorando el trabajo de Karim como realmente se merece. Pero sobre todo, que esos pitos no conducen a ningún sitio, sino más bien todo lo contrario. Ya no son algo puntual, sino abucheos por inercia, que no van a servir para despertar al jugador, sino más bien para destrozarle anímicamente. Algo sumamente peligroso, sobre todo cuando se ha apostado por él para ser el delantero, casi único, de esta temporada.

Los aplausos de Arbeloa para su compañero han hecho entender a la grada que quizás su juicio hacia Benzema estaba siendo excesivamente cruel. Solo así se explica que, finalmente, se fuera del terreno de juego ovacionado.

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Daniel Iglesias

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