Ipurua, un estadio rodeado de edificios cuyos vecinos disfrutan del fútbol con sólo asomarse al balcón y el Eibar, un equipo que en sus 73 años de vida nunca había disfrutado del fútbol en la máxima categoría, se presentaron ayer en la Liga BBVA de la mejor manera posible. El escenario, copado hasta las trancas y rebosando el lleno, y los alrededores , decorados de los colores del conjunto vasco, disfrutaron de una tarde gloriosa en el debut en Primera División, donde con hasta ocho hombres que hace unos meses lograron el ascenso en la alineación titular, lograron vencer por la mínima a la Real Sociedad.
Curiosamente el gol que certificó el triunfo llegó de uno de los recién llegados. El primer fichaje que realizó el Eibar tras certificar su billete a la élite fue Javi Lara, que ayer hizo honor a su segundo apellido –Grande– para firmar un golazo estratosférico que si no ha dado la vuelta al mundo, está tardando. El cordobés, de 28 años y que firmó por una temporada con opción a otra por objetivos, cumplió seguramente con buena parte de ellos con un libre directo que se coló inesperadamente por la portería de Zubikarai. El centrocampista también se estrenaba en la categoría tras recorrerse todas las categorías inferiores y sin duda, firmó el debut soñado por cualquier jugador y equipo.
Lo mejor del equipo de Gaizka Garitano es que mantiene las viejas costumbres que le llevaron hace unos meses a los altares de Segunda. En Ipurua, la Real Sociedad se sintió incómoda. Seguramente el factor campo sea una de sus armas. Y el bloque, donde no destaca ninguna estrella pero todos pelean por brillar. Los equipos de Primera no suelen estar acostumbrados a jugar en unas dimensiones como las que ofrece el fortín eibarrés y eso, unido a la fortaleza defensiva que quiere impregnar el técnico, probablemente propicie más de un dolor de cabeza a sus invitados. De momento, el inicio no ha podido ser mejor. Ha valido la pena esperar tanto tiempo.