Hay un dato demoledor que ayuda a entender cómo al Barcelona se le está escapando esta Liga como arena entre los dedos: desde que llegó al banquillo Quique Setién, únicamente ha conseguido ganar fuera de casa en tres de sus nueve apariciones: ante Betis y Mallorca en Liga y ante el Ibiza en Copa. Una ‘fueritis aguda’ a la que hay que sumar tres empates y otras tantas derrotas. Un síntoma, el de dejarse puntos lejos del Camp Nou, que ponen en bandeja el campeonato doméstico al Real Madrid y que acrecentan las dudas sobre un equipo que ni con los chavales de la casa logró dar un golpe sobre la mesa en Balaídos.
Números, los de foráneo, que contrastan con los de residente. El Barça iría líder en una hipotética clasificación con los partidos de casa, con 46 puntos, seis por encima del Real Madrid. En cambio, de visitante ocuparía la tercera plaza por detrás no únicamente de su némesis y actual líder, sino del Sevilla, con 23 puntos. Es evidente que para ganar campeonatos la exigencia lejos del Estadi debe ser también máxima. Y en Vigo, aunque el 2-2 deje entrever que los culés sumaron un punto, llegados a este momento es sinónimo de perder dos. Sobre todo, porque por quien pelea por hacerse con el trono, tiene ahora la sartén por el mango.
Ante el Celta Setién dio al fin la alternativa a Ansu Fati y Riqui Puig, que salieron de la partida tras golpear con fuerza la puerta de la titularidad en sus últimas apariciones. Y ciertamente, el primer acto del cuadro barcelonista no fue tan desdibujado como en otras tardes. Tuvo buenas ocasiones para adelantarse en el marcador, aunque bien es cierto que su rival, con algunas novedades también en el once, pudo igualmente inaugurar el tanteador. Al final, en una magnífica jugada ensayada entre Messi y Suárez, el uruguayo anotó de cabeza para alcanzar el intermedio con victoria por la mínima blaugrana.
La renta le duraría poco al Barcelona, que rápidamente se encontró con una perfecta contra que bien valdría el empate. Okay condujo y se la sirvió a Smolov, que no perdonó. LaLiga se le ponía cuesta arriba a Setién y compañía, pero Suárez, con una rápida maniobra muy característica, colocaba el 1-2. En el baile de cambios de uno y otro bando, destacaron la presencia del mariscal de la zaga gallega, Murillo, y sobre todo un Rafinha que aportó dinamismo y clase al centro del campo de Óscar García. En el Barça, se fueron marchando Ansu, Riqui, Alba y Suárez, dando paso a Braithwaite, que coqueteó con la tarjeta roja, Junior, Griezmann o un Arthur que, como el francés, tuvo una presencia testimonial en el ratito que estuvo sobre el verde.
Para variar, el Barcelona no cerró el partido y el Celta, fresco como una lechuga y muy atrevido en la zona de tres cuartos, fue dando pequeños pasos en los que Denis Suárez también estuvo muy atinado. Así, una falta sobre la frontal a tres minutos del epílogo, se encargó de transformarla en una obra de arte Iago Aspas. Aunque el perfil era más para Denis, el capitán celeste tiró de galones y colocó el esférico de manera brillante por el palo largo del guardameta, superando por fuera una barrera en la que todos saltaron y el cuero terminó colándose, como una abuela en la cola de un supermercado, en la portería de Stegen.
Qué genialidad de Don Iago Aspas. 😍pic.twitter.com/7v96RSnHjZ
— Fernando Castellanos (@lafinta) June 27, 2020
Enloqueció Aspas, que en ese momento no sabía que terminaría el encuentro de manera agridulce. Y no porque su golazo fuera neutralizado por el tercero del Barcelona ―que no llegó―, sino porque en el minuto 94, una perfecta combinación celtista terminó en las botas de Denis, que regaló el tanto del triunfo a Nolito y que, de manera totalmente incomprensible, remató con todo de cara al cuerpo del salvavidas alemán. El Barça volvió a dar la de arena en Balaídos, rescatando un punto que pudo no haber sido ninguno y perdiendo dos que echará de menos sí o sí, teniendo en cuenta las circunstancias. El Celta, por su parte, sigue encarrilando la permanencia y deja un aviso para navegantes del que bien podría tomar nota el Real Madrid: no te fíes de la posición del rival en la clasificación, es sólo una ilusión óptica.
En NdF | La precipitación de Quique Setién