Hace escasamente cuatro días, cuando Gerardo ‘Tata’ Martino encaraba el túnel de vestuarios del Camp Nou para afrontar el partido de Liga ante el Atlético de Madrid, ya sabía que sería la última vez que haría ese recorrido como entrenador del FC Barcelona. Era plenamente consciente, pese a que en aquellos últimos 90 minutos en los que se disponía a dirigir a su equipo existía la posibilidad de proclamarse campeón de Liga. Y sin embargo, nada parecía remediar que el argentino fuera a marcharse del Camp Nou como un fracasado. El desenlace coronó al Atlético de Madrid y facilitó que el discurso de despedida del ‘Tata’ en la rueda de prensa posterior al partido no se convirtiera en una absoluta paradoja.
Dos horas más tarde el pitido final en el Camp Nou, Luis Enrique encaraba el túnel de vestuarios de Mestalla donde el para entonces su equipo, Celta, echaba el cerrojo de la temporada ya con los deberes hechos. El asturiano también era consciente en aquel momento que aquél sería su último encuentro al cargo del banquillo gallego; aunque en este caso los jugadores y aficionados celestes también lo eran gracias a las palabras del propio entrenador, que había confirmado que no seguiría en el club el día anterior, aunque no había desvelado su próximo reto. “Me siento plenamente capacitado de entrenar a cualquier equipo del mundo“, se limitó a decir después de la derrota de su equipo ante el Valencia por 2-1.
Y así, con la persiana de la Liga echada y dos banquillos sin dueño, comenzaron los movimientos para la creación del nuevo Barça post-Tata. La contratación de Luis Enrique como nuevo técnico ha sido el primer anuncio que permite desviar la atención del negativo balance con el que el club azulgrana ha cerrado este curso. A éste, ya le han seguido los siguientes comunicados oficiales: la contratación de Ter Stegen, portero del Borussia Mönchengladbach; la no-continuación de José Manuel Pinto, el regreso de los cedidos Gerard Deulofeu y Rafinha Alcántara a la disciplina culé, la enésima mejora de contrato de Leo Messi, y la renovación de Gerard Piqué hasta el 2019. Si a ésto le sumamos las despedidas de Víctor Valdés y Carles Puyol días antes de que su equipo se jugara el título de Liga (ambas muy diferentes en su ejecución, dicho sea de paso) y todo lo que falta por anunciarse, estamos ante una verdadera revolución, por mucho que el presidente del club prefiera el eufemismo “remodelación profunda del vestuario“.
La llegada de Lucho a Barcelona, de primeras, me hace intuir que el técnico de Gijón imprimirá carácter y experiencia al banquillo del Barça. Su pasado azulgrana y sus tres años dirigiendo al filial le sitúan en una posición privilegiada a la de muchos otros candidatos que habían sonado con anterioridad a su llegada. La cantera, olvidada con Martino, puede recobrar el protagonismo de años anteriores y su reciente experiencia con el Celta le permite portar el aval de conocer desde el banquillo la competición de la Primera División.
Las recientes mejoras de contrato de Messi y Piqué, sumadas a la ampliación hasta el 2018 de Andrés Iniesta el pasado mes de diciembre, permiten pensar en estos tres jugadores, indiscutibles titulares para cualquier entrenador, como la columna vertebral del proyecto para la próxima temporada. Sergio Busquets, otro valor seguro, renovó el pasado verano también hasta el 2018. Neymar, incorporado el pasado verano, sería una pieza fundamental, mientras se conozca el destino que le tiene reservado Luis Enrique al capitán y cerebro de este equipo, Xavi Hernández. Todo lo demás, es una absoluta incógnita.
El director deportivo del club, Andoni Zubizarreta, ha querido dejar claro que ningún jugador del Barça está en venta. Para no abaratar más el posible traspaso, es una buena estrategia. Pero los nombres de Cesc Fàbregas, Dani Alves, Pedro Rodríguez, Alexandre Song, Alexis Sánchez, Isaac Cuenca, Cristian Tello y Javier Mascherano están encima de la mesa del nuevo técnico, que decidirá a quién buscarle una salida y a quién darle otra oportunidad.
Lo único cierto es que en menos de una semana ya se han confirmado cuatro salidas y cuatro llegadas en Can Barça, con la convulsa fecha en la que se jugaban el título de Liga por el medio. El verano es largo pero la “remodelación profunda” de Bartomeu sólo ha hecho que comenzar.