Una máquina que no da para más. Esa es la imagen del Real Valladolid después de tantos y tantos partidos este año. Impotencia, desconcierto y tristeza es lo que siente el aficionado blaquivioleta al ver esa dichosa imagen de su equipo, que como en otros partidos, ya se había ido repitiendo a lo largo de esta temporada.
La de ayer es una imagen demasiado pobre, de malos pases, faltas mal sacadas y casi ninguna llegada. El equipo de JIM sigue con medio pie en segunda y con los dedos cruzados para que el resto de equipos que se siguen jugando el descenso pinchen y sigan teniendo oportunidades hasta final de temporada.
Pero la pregunta es, ¿Dónde quedó esa versión del buen fútbol que había trabajado estos últimos años Djukic? Con un Óscar apagado, al que le falta activar la tecla de crack como otros años, sin un Victor Pérez que controle el medio campo blaquivioleta junto a Rubio, o con una defensa tan segura como el año pasado, el Real Valladolid esta donde esta por méritos propios.
Al rey del empate le quedan cinco jornadas para saber donde jugará el año que viene, y todo depende de ellos. Cinco partidos, cinco finales y tres de ellas ante rivales directos que buscan la permanencia.
La siguiente final es contra el Celta de Vigo el día veintiocho de este mes ya que el partido ante el Real Madrid es aplazado por motivo de la final de la Copa del Rey entre el conjunto merengue y el FC Barcelona. Tiempo de sobra para trabajar el último tramo de final de temporada e intentar salvar la categoría.
Este es el Real Valladolid, el que de un año para otro pasa de ser un equipo ligado al buen fútbol a jugar sin ideas y muchas veces perdidos. Lo que si que está claro es el apoyo de su aficionados hasta el final, ya que tres de sus cinco últimos partidos se juegan en Zorrilla y es donde en teoría el equipo de JIM debe dejarse todo para que Valladolid siga disfrutando del fútbol de primera un año más.