Muñiz asiste, Cristiano remata

Muñiz Fernandez

Sea cual sea el partido del que escriba, suelo evitar siempre, en la medida de lo posible, hablar de temas relacionados con el árbitro y sus decisiones. Sin embargo, hay ocasiones en que no nos queda otra opción. El partido entre Elche y Real Madrid de la pasada noche es un claro ejemplo de ello, por culpa de la nefasta actuación de Muñiz Fernández, uno de los peores colegiados de la Liga.

La lista de errores que fue cometiendo durante todo el encuentro, ya fueran más y menos graves, fue enorme. Y no solo por la esperpéntica acción final, o porque Sergio Ramos tuviera que haberse ido expulsado en la primera parte tras hacer gala por enésima vez de que a veces actúa y luego piensa. También porque, aunque fuera con decisiones intrascendentes, Muñiz volvió a demostrar que es uno de esos árbitros que apoyan al club grande, o como mínimo, se decantan a su favor en caso de duda. Tenemos otro claro ejemplo en el Barça-Sevilla de hace unas semanas.

Un epílogo de pandereta

Antes de seguir atizando a Muñiz, hay que darle un pequeño tirón de orejas al Elche. Y es que después de empatar el encuentro en el minuto 91, pecaron de inocentes. Que el colegiado decidiera ampliar el tiempo de descuento no es tan criticable si tenemos en cuenta que parte de ese tiempo extra se evaporó con la celebración ilicitana. Pero antes del saque de esquina final, los de Escribá cometieron un par de errores muy graves en pases fáciles en apariencia, que sin embargo enviaron directamente a las botas de jugadores madridistas. Si en lugar de la excelencia se hubieran sacudido la presión con un balonazo al área de Diego López, es probable que Muñiz hubiera decretado el final del encuentro. En su lugar, le dieron al Madrid la oportunidad de sacar ese fatídico corner.

Pero por supuesto, esto solo es un detalle que no resta un ápice de culpa al colegiado. Y es que para pitar un penalti en esas circunstancias y escenario, había que estar muy seguro de ello. Y es imposible estar seguro de algo que no ocurrió, porque precisamente si hay algo en el lance entre Pepe y Carlos Sánchez -qué espectacular partido del colombiano-, es una falta del portugués. Cristiano, autor del primer gol en un saque de falta directo, tampoco perdonó el penalti. Celebró el gol con rabia, consciente de lo grave que habría sido el tropiezo.

Un Madrid de todos los colores

La irregularidad sigue siendo la característica estrella del Real Madrid de Carlo Ancelotti. Por momentos totalmente rebasado, por momentos dominador. A ratos manteniendo la posesión, a ratos lanzando raudos contragolpes. Da la sensación de que el italiano pretende instaurar un estilo de toque paciente, pero los propios jugadores se dejan llevar por la velocidad según el momento, arrastrados por su propio frenesí, y la costumbre de tres años a las órdenes de Mourinho.

Lo cierto es que el partido del Madrid fue gris, y no termina de carburar. Modric no parece mezclar muy bien con Khedira, y a Isco la gasolina se le acaba rápido. Sin su presencia el conjunto blanco duda, no sabe a quién recurrir para liderar el juego. Y por ahí llegó el gran error de Ancelotti en el partido de ayer, y que a punto estuvo de costarle los tres puntos si no hubiera sido por Muñiz.

Los cambios de Ancelotti

Al técnico del Real Madrid le salió su vena italiana en los cambios, desarboló el criterio del equipo, y a punto estuvo de la catástrofe -qué grave habría sido quedarse a 4 puntos de Barça y Atlético, justo antes de recibir a los colchoneros-.

El cambio de Isco era obligado, ya que la acumulación de minutos del andaluz es enorme, y se le nota que aún no digiere bien el ritmo de jugar dos partidos a la semana. En su lugar entró Illarramendi. Un cambio defensivo, aunque entendible si pasamos a Modric a la mediapunta. El problema es que la zaga madridista ya no tenía a mano al croata para iniciar las jugadas con criterio, y poco a poco fue perdiendo el dominio. Algo que terminó de acentuarse en el extraño cambio de Modric por Carvajal.

El cambio lanzó un mensaje claro y conciso a los jugadores: defendamos el marcador. A partir de ahí, solo balones largos que no conducían a nada, y el Elche creciendo para firmar su mejor tramo de partido. Así fue como en un despiste múltiple de la defensa merengue, el conjunto de Escribá encontró una recompensa que en ese momento parecía definitiva, y que hacía justicia a su gran encuentro. El gol lo firmaba Boakye, que había entrado en el terreno de juego tras el 0-1, sustituyendo a Javi Márquez en un cambio claramente ofensivo.

Una pena que un partido de tanta riqueza táctica y del que se pueden sacar tantas conclusiones, haya quedado totalmente ensombrecido por la pésima actuación de un Muñiz Fernández al que ya han metido en la nevera. No pitará en las dos próximas jornadas -de momento-.

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Daniel Iglesias

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