El empate sin goles entre Atlético de Madrid y FC Barcelona era el mejor resultado posible para los intereses del Real Madrid. Volver de Cornellà-El Prat con los tres puntos era obligatorio para los intereses del conjunto blanco. Y se logró con un discreto 0-1, en un partido sin brillo resuelto en una jugada a balón parado. El Madrid acaba la primera vuelta a tres puntos de sus dos rivales por el título, y esa es la gran noticia para los de Ancelotti. Tras meses buscando su juego y a pesar de haber perdido en sus enfrentamientos contra ambos, los tiene al alcance de la mano.
Puede que ese nulo margen para errores, esa necesidad imperiosa de amarrar los tres puntos por encima de las florituras, provocaran que Carlo Ancelotti recuperase ese 4-3-3 que quiso implantar desde su primer día en el Real Madrid. Un esquema que desestimó tras la lesión de Khedira, evolucionando a un 4-2-3-1 que requería la presencia de un mediapunta casi siempre encarnado por Isco. Pero en el 4-3-3, no hay acomodo para el ex del Málaga, y ante el Espanyol una vez más no dispuso de minutos.
El Madrid saltó al terreno de juego aletargado, y durante quince minutos se vio sometido al dominio de un Espanyol que se vació demasiado rápido en la presión al rival. En cuanto las fuerzas comenzaron a flaquear, y el Madrid recordó los conceptos del esquema utilizado en el primer tramo de la temporada, el dominio pasó a ser del conjunto blanco y a los de Aguirre pocas opciones más les quedaron que encomendarse a Casilla.
Fue Di María el elegido para acompañar a Xabi Alonso y Luka Modric en ese triángulo del centro del campo. Fue Di María, para lo bueno y para lo malo. No le faltó intensidad, el despliegue físico y el sacrificio defensivo –Marcelo le puede estar agradecido-. Pero en varias ocasiones se dejó llevar por ese ritmo alocado que le caracteriza. Jugando de extremo no le perjudica, pero ayer, como interior, le hacía perder la posición. Para su fortuna, el Espanyol no supo aprovecharlo.
El timón, una vez más, lo llevó un Luka Modric cuya importancia en el juego del Real Madrid comienza a ser capital. Como suele pasar en los partidos del conjunto blanco, el tiempo que tardó el croata en enchufarse fue el tiempo que tardó el Madrid en dominar el juego. Y uno de sus mejores socios, una vez más, fue Karim Benzema. Sus apoyos y movimientos eran siempre la mejor opción para el centro del campo madridista de enlazar con el ataque. Sobre todo teniendo en cuenta que Gareth Bale aún está algo perdido -sobre todo cuando no tiene metros para lanzarse en carrera- y Cristiano Ronaldo parece tener la cabeza puesta en el Balón de Oro. Una teoría facilona para intentar explicarnos las ocasiones tan claras que ha fallado entre el partido de ayer y el de Copa ante Osasuna. Se le nota excesivamente ansioso, y seguro que Ancelotti está deseando que termine la gala de la FIFA, para poder pasar página y que su estrella no tenga nada en mente que le pueda distraer.
Tan mojada estaba la pólvora del Real Madrid, que tuvo que resolver el choque una vez más a balón parado. Modric la puso donde quiso, y allí apareció Pepe para de un certero cabezazo batir a un gran Casilla. A partir de ahí, control del juego y a ver cómo pasaban los minutos. Y aunque un gol puede llegar en cualquier jugada aislada, lo cierto es que no se recuerda un partido tan cómodo para Diego López desde su llegada al Real Madrid la pasada temporada.
Objetivo cumplido para Ancelotti y sus pupilos, que afrontarán la segunda vuelta viéndose solo a tres puntos de sus dos rivales por el título. No obstante, el Madrid sigue dejando dudas sobre lo que pretende. ¿Es algo puntual recuperar el 4-3-3? ¿No le ha convencido a Ancelotti lo visto con el 4-2-3-1? Lo cierto es que el conjunto blanco, tras un gran final de año en el que apuntaba muy buenas maneras, ha visto como tras el parón navideño vuelve a dejar varias dudas. Dudas que deberá ir resolviendo antes de entrar en el tramo clave de la temporada, si pretende aspirar a todo.
