El contraste principal entre el Real Madrid que conquistó LaLiga en las últimas once jornadas y el que se vio en su estreno ante la Real Sociedad es, en esencia, que ante el conjunto donostiarra no consiguió perforar la portería de Remiro. El gol, esa asignatura pendiente de los blancos, no parece preocuparle en exceso a un Zinedine Zidane que volvió a sorprender a todos cuando, ante la evidente falta de tino en los últimos metros, dio entrada a dos mirlos en lugar de cualquiera de los dos delanteros, contrastados, que disponía en el banquillo.
Cierto es que sacar demasiadas conclusiones del primer partido del curso del vigente campeón puede resultar un tanto osado, pero lo cierto es que el fútbol que le acompañó en ese mes intenso en el que logró adelantar al Barcelona y llevarse el campeonato es prácticamente un calco del que se vislumbró en un desierto Reale Arena. ‘Zizou’ no únicamente sorprendió con los cambios, sino con el once inicial, en el que el intocable Casemiro no salió de la partida para apostar por una sala de máquinas formada por Kroos y Modric.
Uno de los alicientes ―seguramente el único― de la escuadra madridista era ver en acción, como jugador del primer equipo a todos los efectos, a Martin Odegaard. Para más inri, el noruego ‘redebutaba’ en un escenario que conoce a pies juntillas y ocupando la mediapunta en un esquema que dibujó un 4-2-3-1 en el que a los desbordes por la izquierda de Vinicius les faltó lo de siempre y en el que a Rodrygo, más voluntarioso que incisivo, terminó siendo sustituido por el canterano Marvin. Benzema, que tuvo una muy clara en el primer acto, también fue víctima de la escasa presencia en el área contraria de los suyos.
Y es que salvando la primera media hora, en la que el Real Madrid no titubeó a la hora de hacerse con la posesión ante un rival habituado a ello, el resto del encuentro lo pasaron los de Zidane a expensas de una Real Sociedad que supo corregir a tiempo sus problemas, esos que le obligaban a pasar buena parte de los minutos en su campo. En ese lapso, las incursiones de Mendy por el interior izquierdo, buscando superioridades por la banda de Gorosabel, fueron el principal argumento visitante para hacer daño.
Pero, en términos generales, poco más. Varane sí que aprovechó para resarcirse tras su último partido, aquel ante el City, y su homólogo txuri-urdin, Elustondo, también estuvo de diez. Los de Imanol, plagados de bajas y con un estreno estelar como el de David Silva, dispusieron de un clarísimo mano a mano de Isak que salvó Courtois. Odegaard, entre líneas, quiso más que pudo y, seguramente de cara a futuros compromisos, Zidane le pida más atrevimiento y que disfrute de la pelota menos encorsetado. Bueno, Zidane y cualquier aficionado merengue.
Sin generar peligro, los ojos apuntaban a un banquillo en el que Jovic y Mayoral esperaban ansiosos su oportunidad. Pero el técnico francés contradijo una vez más lógica para terminar dando entrada a Marvin Park (20 años), un rápido extremo que ha sobresalido a las órdenes de Raúl en la última Youth League y que no se escondió en los 20 minutos que disputó; y ya en las postrimerías a Sergio Arribas (18 años), otro mediapunta acunado por el ‘7’ y con mucho gol que terminó aflorando en el alargue para sorpresa de los atacantes suplentes.
El empate a cero es justo y achacable a la falta de rodaje, puesta a punto y ritmo de competición. Pero viendo cómo han empezado el resto de campeones de las grandes ligas, da que pensar: la Juventus de Pirlo goleó a la Sampdoria (3-0), el Bayern aplastó al Schalke 04 (8-0) y el Liverpool ha comenzado la Premier con sendas victorias, la segunda ante el Súper Chelsea (0-2). Tres gigantes que, pese a sus recientes éxitos, se han reforzado con nombres más que interesantes. Queda por ver si a este Madrid, con prácticamente lo mismo que hace unos meses, le llega para todo en esta apasionante nueva temporada.
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