Un último suspiro evita el KO del Valencia

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Un Mestalla abarrotado hasta la bandera contempló el enfrentamiento de dos clubes de trayectorias contrarias. El Valencia CF, un equipo que tuvo mucho que decir en Europa hace unos años pero que actualmente está inmerso en una política económica de supervivencia. Y el Paris Saint Germain, una escuadra que con la excepción de la Recopa que ganó en el 96 con Djorkaeff, Loko y Raí, poco ha tenido nada que decir a nivel continental en sus apenas cuatro décadas de existencia.

Pero ahora el PSG se nutre del petrodólar y ha construido un equipazo a golpe de talonario. Por si fuera poco con lo que ya tenían, en el pasado mercado invernal aún tuvieron la suerte de contar con 40 milloncejos de nada para hacerse con los servicios de Lucas Moura, un joven futbolista brasileiro que anoche fue clave a la hora de desmembrar al Valencia.

Ernesto Valverde planteó una alineación en la que apostó claramente por los peloteros, sacrificando músculo en favor de buscar un buen uso de la pelota. No le funcionó porque los jugadores que representaban esa opción no estuvieron a la altura. Parejo y Banega no fueron capaces de darle un sentido de juego a su equipo; al contrario: perdieron muchos balones que permitieron al PSG salir a la contra y hacer mucho daño.

Con Pastore apartado de su posición natural, Verratti y Matuidi se bastaron para destruir todo el sistema de construcción che, recuperando un sinfín de balones con los que surtieron al tridente atacante: Ibrahimovic mezclo sus labores de pivotaje con unas inteligentes caídas a banda con las que arrastraba a uno de los centrales locales. Lavezzi percutió una y otra vez tirando de sus dos virtudes principales: verticalidad y velocidad. Y Lucas Moura volvió loco a Guardado cada vez que le encaró, aprovechando que el mexicano, que te puede funcionar bien de lateral ante un rival menos potente, apenas recibió ayudas de Jonas, que ni echó una mano en defensa ni aportó nada en ataque.

Nada más arrancar el PSG ya dio el primer aviso, con un disparo fortísimo de Moura tras dejada de Ibra que repelió el palo. El segundo intento francés sí encontró la red. Jugadón de Pastore que asistió a Lavezzi para que, tras romper a Costa, soltara un cañonazo ante el que Guaita pudo haber hecho mucho más que cerrar los ojos.

Con el 0-1 la lenta reacción del equipo che surgió más del empuje del público y la cesión territorial parisina que del buen juego local. Valverde le dio una vez más a Banega el rol de jefe, el hombre alrededor del cual debía girar todo el juego del equipo. Pero el argentino combinó poco de primeras y condujo demasiado, un error en el que le secundó Parejo, lo que convirtió el fútbol del Valencia en algo muy previsible y permitió al PSG robar y salir al contragolpe continuamente.

La lentitud del Valencia resultó especialmente incomprensible en los momentos en los que dispuso de tiempo y espacio para realizar transiciones rápidas. Tras los ataques de su equipo, Pastore baja andando y Lavezzi, Ibrahimovic y Moura no bajan, directamente. En estas condiciones, el equipo che pudo haber provocado ventajas numéricas y posicionales, pero unas veces sobó demasiado la pelota y otras abusó del desplazamiento en largo hacia Soldado, tan voluntarioso como romo en ataque.

En una de tantas pérdidas que tuvo el equipo che, Moura aprovechó para dejar sentado a Guardado y asistir a Pastore, que puso el 0-2 en el marcador e hirió de muerte al Valencia al filo del descanso. A Valverde no le quedó otra que reaccionar y realizó dos cambios para el segundo tiempo. Fuera los inoperantes Banega y Jonas, dentro Valdez y Canales. Ancelotti, por su parte, ordenó a su equipo que retrasara su posición veinte metros y, por si fuera poco, no tardó en prescindir de Moura para meter más capacidad de sacrificio con Chantome.

Si la posesión en el primer tiempo ya fue de un 70-30 en favor del equipo che, en el segundo tiempo aún aumentó en varios puntos porcentuales. Poco le importó al PSG, que con lo poco que tuvo la pelota le sobró para hacerle mucho daño al Valencia. Con Canales apareciendo entre líneas y Valdez desordenándolo todo con su incesante movilidad, los de Valverde se acercaron más al área de Sirigu, pero no encontraron portería. Soldado no tuvo su noche y no fue capaz de convertir en gol las pocas ocasiones de las que dispuso.

Al final, en el último suspiro, el Valencia encontró una dosis de oxígeno que le permitirá sentirse vivo con vistas al partido de vuelta. Rami, el único defensa que dio la talla ante Ibrahimovic y Lavezzi, acertó a rematar a gol una falta excelentemente servida por Tino Costa. Ese tanto marcado in extremis supuso la única buena noticia de la noche hasta que Ibrahimovic cometió la estupidez de buscarse la expulsión en el tiempo de descuento.

El 1-2 es un resultado malísimo, pero viniendo del 0-2, algo es algo. La no participación de Zlatan en la vuelta, también ayuda un poco a buscar algo de esperanza en una eliminatoria que, de todos modos, está muy difícil para el Valencia. El equipo che necesita marcar dos goles en su visita a París dentro de tres semanas, una condición poco menos que imposible si vuelve a jugar un partido tan plano como el de anoche.

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Bruno Sanxurxo