En el fútbol gustamos de la épica, de lo imposible, lo inesperado, del triunfo del pequeño sobre el grande. Por eso nos gusta ver al Wigan ganar la FA Cup, por eso nos encantaba ver al Málaga peleando entre los mejores de Europa. Cuesta más empatizar con la nueva moda que se extiende en el fútbol europeo, la de los caprichosos magnates que ven en el fútbol una oportunidad. Es el caso del Chelsea, pionero Abramovich en esto de las sumas repentinas y desorbitadas, el Manchester City o el PSG, o el de algunos clubes rusos como el Zenit o el Anzhi. También se avecina tormenta por Mónaco en forma de verano turbulento en materia de fichajes. Estos equipos forman auténticas selecciones mundiales tirando del talonario y dejan en manos de sus entrenadores plantillas de lujo para ganarlo todo. Es por ello que tendemos a menospreciar o infravalorar el éxito de estos equipos cuando ganan un título como puede ser la liga, pero un torneo basado en la regularidad está sujeto a tantos condicionantes que minimizarlo me parece injusto.
Porque ya sabemos de sobra que el balompié no es el PC Fútbol, en el que fichas a los mejores y una vez que tienes la mejor media los títulos llegan solos, pero se nos olvida aplicarlo. Casos de que no siempre gana el mejor tenemos unos cuantos: me viene a la cabeza el Atlético de Madrid en su primer año en segunda, con la indiscutiblemente mejor plantilla de la categoría y sin poder subir en el primer año. O en la temporada anterior, sin ir más lejos, cuando bajó a la categoría de plata con un equipo hecho para entrar en Europa. También hemos visto descender a buenas plantillas como Betis o Zaragoza, o al Villarreal, o ganar Valencia y Deportivo la liga ante los poderosos Madrid y Barcelona. También cuentan los deméritos del rival, pero más aún los aciertos propios: una buena gestión de la plantilla, sacar lo mejor de cada futbolista, manejar el aspecto anímico, encontrar la mejor disposición táctica adecuada a lo que se tiene… no sólo alinear a los mejores y esperar a que ganen el partido y pierda el rival.
No es el mejor momento para reivindicar a Mancini, y estoy de acuerdo en que su trayectoria en Manchester tiene algún borrón que otro, sobre todo en Europa, pero también me parece injusto infravalorar la liga que conquistó “porque tenía un equipazo”. Se aduce que la ganó en el último suspiro con aquel heroico gol de Agüero, pero aquel campeonato tuvo 38 jornadas y antes de esos tres puntos que arrebató al QPR logró 86, y poco antes había ganado al United, el rival por el título, con un gol de Kompany que difícilmente olvidarán por el Etihad. También Carlo Ancelotti ha ganado hace unos días la liga francesa para el PSG con una gran plantilla entre manos, pero para ello ha sabido gestionar esa plantilla y mantener el buen estado de forma de sus futbolistas para que el club parisino levantase la liga 19 años después. Ancelotti y Mancini tenían los mejores mimbres para ganar el título, pero era necesario hacer con ellos un cesto en el que meter el trofeo.