“Somos los primeros en llegar, porque seremos los últimos en irnos”. Así de rotundo se expresó Carlos Bilardo al comienzo de la preparación de su selección ante el inminente inicio del campeonato. En ese momento, no se sabía si esa seguridad era de cartón piedra para neutralizar las críticas de una nación que no confiaba en la capacidad de dirección de El narigón. O quizás esa determinación en sus palabras estaba motivada porque su equipo poseía un emblema que ningún otro conjunto podía ni siquiera soñar: Diego Armando Maradona. Y en torno a la figura de Maradona, Bilardo construyó un equipo sólido, fuerte y con una  voluntad indestructible. Argentina pasó de ser un equipo normal, lleno de obreros, a un conjunto gigante de arquitectos e ingenieros contagiado por el talento innato de Maradona. Diego se crió en el barrio de Villa Fiorito, una zona humilde al sur de Buenos Aires, donde las chabolas eran palacios y en donde todo lo que tuviera forma redonda se convertía con imaginación en una pelota. Allí creció y comenzó a sorprender a los primeros elegidos para admirar sus condiciones futbolísticas. Cuando ya formaba parte del equipo Cebollitas, cantera de Argentinos Juniors, Diego expresó sus deseos en voz alta para todas las hemerotecas. “Mis sueños son dos: mi primer sueño es jugar en el Mundial y el segundo es salir campeón”. Para cumplir el primero, Maradona debió esperar, con lágrimas en los ojos, cuatro años de más porque Menotti no le convocó para el Mundial patrio en 1978. Maradona debutó en una Copa del Mundo en España 82 y así cumplió un sueño, pero italianos y brasileños fueron un durísimo escollo para completar las fantasías del argentino. Pero en México 1986, en el torneo programado para Colombia, Maradona no sólo ha cumplido su sueño de salir campeón sino que ha protagonizado la mejor actuación individual en la historia de los Mundiales.

Maradona2

El astro argentino ha participado directamente en 10 de los 14 tantos de su selección: ha marcado cinco goles y ha dado otras cinco asistencias a sus compañeros. Pero la verdadera dimensión del fenómeno Maradona comenzó en los cuartos de final contra Inglaterra. El diez argentino destrozó las opciones inglesas con dos goles legendarios. En el primero utilizó su picaresca cuando sus genes y su altura le impedían superar de cabeza al guardameta Shilton. Diego anotó con la mano con ‘la ayuda de Dios’. Pero poco después realizó la jugada de todos los tiempos que convirtió a Víctor Hugo Morales también en inmortal con la narración de todos los tiempos. Maradona se zafó con una habilidad nunca vista de todo futbolista inglés con el que se cruzó desde el centro del campo. Ni siquiera seis Gentiles con sus seis bigotes hubieran podido frenar a este imparable Maradona. Una arrancada prodigiosa con el balón pegado al pie. En semifinales, Argentina venció a Bélgica, revelación del torneo, que eliminó en cuartos a la España de Butragueño. Diego mantuvo el nivel contra los belgas y demostró en la segunda mitad la tiranía de su excelencia. Después del gol extraordinario sorteando a tanto inglés, tan sólo Maradona podía plagiar a Maradona. El diez argentino anotó los dos goles de su selección, el segundo con una nueva obra de arte repleta de regate, técnica y definición. Ya sólo quedaba por derribar la barrera del siempre competitivo conjunto alemán para completar los sueños de aquel adolescente Diego Armando.

Brown

El encuentro no comenzó hasta que Maradona tocó su primer balón. El Estadio Azteca rugió con la primera participación del futbolista argentino, como cuando en un concierto emerge en escena, después de mucha espera, el líder de una banda de rock. Ese primer punteo, esa aparición tras los destellos de luz, esa primera estrofa de la primera canción que hace que el público estalle de júbilo. Ya después, todo puede pasar. Y no fue el mejor partido de Maradona estéticamente hablando, pero sí uno de los más serios y comprometidos. El jugador de la albiceleste sintió siempre el aliento de más de dos rivales, lo que le impidió participar con comodidad. Pero pese al acoso alrededor de Diego, Argentina supo beneficiarse y sacarle partido a la estrategia alemana de neutralizar al diez rival. Burruchaga lanzó una falta lateral desde la derecha cometida sobre Maradona y Brown anotó de cabeza tras una desafortunada salida de Schumarcher.

Matthäus comenzó entonces un marcaje más cercano sobre Maradona. Pero pese a ello, el jugador argentino logró gambetear y creó peligro en una preciosa combinación interior con Burruchaga, quien le devolvió la pelota de tacón pero algo alejada para llegar con ventaja a la disputa con Schumacher. Antes, Rummenigge remató forzado en la mejor ocasión de Alemania en la primera mitad. El conjunto de Beckenbauer tenía las ideas muy claras sin el balón: encima de Maradona y una defensa muy adelantada. Pero sin la pelota, Alemania apenas lograba crear peligro.

Beckenbauer sustituyó en el descanso a un desapercibido Allofs por el siempre peligroso Völler. Mientras, Brown sufrió una aparatosa caída en la que se lastimó el hombro. El central argentino, pese al dolor, se mantuvo bravo durante el resto del enfrentamiento e incluso abortó una gran ocasión para los alemanes, ya con el 2-0,  cuando se lanzó al suelo para despejar con el escudo y el alma un disparo rival. La defensa de Argentina se mostró firme y segura cuando Alemania atacaba, especialmente por la banda derecha por medio de Brehme y Eder, sus jugadores más activos tras la reanudación. Pero fue Argentina la que pareció sentenciar el campeonato. Enrique lideró un rápido contraataque tras un saque de esquina alemán y asistió a Valdano, que con espacio encaró portería y definió con suavidad y colocación. La testosterona argentina se imponía a la ingeniería y frialdad alemana.

Valdano

Argentina pudo incluso aumentar su cifra de goles, aunque ni Valdano ni Enrique, muy activo y con mucha movilidad en ataque, pudieron finiquitar la final. Y cuando parecía más próxima la goleada que el resurgir alemán, el conjunto de Franz Beckenbauer no sólo recortó diferencias, sino que empató en dos acciones idénticas en apenas seis minutos. La defensa argentina, dirigida por José Brown, se mostró débil e insegura y no supo contrarrestar dos saques de esquina de Alemania. En el primer córner lanzado por Brehme, Völler prolongó la jugada desde el primer palo y el balón le quedó franco a Rummenigge, que  tan sólo tuvo que lanzarse ante la oportunidad de encontrarse libre de marca.

Rummenigge

Y a los pocos minutos, Alemania empató en otro saque de esquina idéntico. Berthold cabeceó desde el centro del área y la pelota se dirigió a Völler que fue más rápido que Pumpido para desviar la trayectoria de cabeza dentro del área de meta. Alemania había conseguido lo que casi siempre, empatar cuando peor se presentaba un encuentro. Sin embargo, el negro panorama para Argentina estimuló a Maradona. El futbolista de la albiceleste se había mantenido en un discreto segundo plano ante tanto rival dispuesto a eclipsarlo. Pero los genios siempre tienen trucos nuevos. Y Maradona asistió de primeras a Burruchaga, desde el centro del campo, cuando tres rivales estaban pendientes de que no controlase la pelota en condiciones óptimas. Los jugadores alemanes, con una defensa muy adelantada, no evitaron que la gran asistencia del diez argentino encontrara a Burruchaga, que con espacios realizó la carrera de su vida para llegar el primero a la portería y batir con clase y suavidad a Schumacher. El segundo de la carrera fue Briegel, quien no pudo recortar ese metro necesario para impedir el remate. Burruchaga clavó sus rodillas en el césped y sus brazos en alto fueron receptores de toda la energía de la nación argentina, que transformó en unos minutos las lágrimas por el empate imprevisto en un océano de felicidad. Hasta el final, Maradona pudo anotar el gol suficiente para coliderar la tabla de goleadores junto a Lineker, pero Schumacher despejó con reflejos y habilidad una falta directa del futbolista argentino.

WORLD CUP-1986-ARGENTINA-WEST GERMANY

Y con el pitido final, la frase contundente de Bilardo y los deseos del imberbe Maradona se convirtieron en incuestionables realidades. Bilardo ha logrado cambiar las sensaciones de una opinión pública contraria y ha transformado un equipo vulgar, que no partía ni siquiera entre los favoritos,  en un conjunto campeón. Todo ello, con Maradona como nueva y legendaria estrella de los Mundiales. El fenómeno argentino ha realizado un campeonato histórico repleto de momentos irrepetibles que lo alzan al olimpo de los elegidos, en donde quizás se tenga que revisar la jerarquía de sus miembros.

 Maradona3

 


FICHA DEL PARTIDO

Argentina: Pumpido, Cuciuffo, Brown, Ruggeri, Olarticoechea, Giusti, Batista, Enrique, Burruchaga (Trobbiani), Maradona, Valdano.

Seleccionador: Carlos Bilardo.

Alemania Federal: Schumacher, Briegel, Brehme, Förster, Jakobs, Eder, Matthäus, Magath (Hoeness), Berthold, Rummennige, Allofs (Völler).

Seleccionador: Franz Beckenbauer.

Goles: 1-0, Brown; 2-0, Valdano; 2-1, Rummenigge; 2-2, Völler; 3-2, Burruchaga.

Árbitro: Arppi Filho (brasileño).


 

Sobre el autor Ver todos los posts

Joaquín Rueda