Ocupados como estábamos en lo apurado del grupo de España, la histórica clasificación de Islandia, lo cerca que lo tiene la Gales de Gareth Bale o la debacle de Holanda, apenas reparamos en la magnífica fase de clasificación de Austria en el grupo G para la Eurocopa. A falta de dos jornadas, con siete victorias y un empate, 16 goles a favor y sólo tres en contra, el equipo austriaco se ha clasificado de forma brillante para el torneo europeo de selecciones por vez primera en su historia, habida cuenta de que en su única participación, en 2008, lo había hecho como coanfitrión. Dirigidos por el suizo Marcel Koller y con un equipo formado en su mayoría por futbolistas forjados en el fuego de la Bundesliga, Das Team deja atrás varios años de sombras en los que no lograban el billete para un gran torneo desde el Mundial de Francia de 1998. Una década, aquella, en la que el fútbol austríaco nos remitía indudablemente al recordado delantero Anton Polster, que ofreció un gran rendimiento en la liga española. No fueron tampoco, sin embargo, buenos tiempos para este combinado: habría que remontarse muchos años atrás para encontrar los momentos más brillantes de su historia.
Sindelar y el Wunderteam
Y es que fue en el periodo de entreguerras cuando nació el Wunderteam, con Hugo Meisl como seleccionador y artífice y Matthias Sindelar como icono y estandarte, cuya figura trascendió más allá del fútbol. Mientras Europa se recuperaba de la Gran Guerra, que tristemente habría que enumerar después como Primera Guerra Mundial, Meisl introdujo novedosas ideas en un fútbol continental basado en la fuerza y el pelotazo a la cabeza del ariete. Aquella selección hizo del juego a ras de césped su forma de entender el fútbol, y para ello se apoyó en jugadores de la talla de Johann Horvath o Rudolf Viertl, pero el mayor talento de aquel combinado era Sindelar, apodado Mozart y considerado el mejor futbolista austríaco de todos los tiempos. De aspecto frágil pero con música en sus botas, las notas que brotaban de su fútbol fueron la insignia del que fue considerado el mejor equipo del mundo anterior a la Segunda Guerra Mundial.
El Wunderteam llegó al Mundial de Italia de 1934 con una impresionante racha de victorias que convirtió a la escuadra de Hugo Meisl en una de las grandes favoritas, y demostró tal condición hasta que en su camino se cruzó la anfitriona en semifinales, una Italia que ya entonces hacía de la táctica su bandera. El marcaje al que fue sometido Sindelar, el entramado defensivo que tejió el técnico transalpino Vittorio Pozzo, unido a la escasamente disimulada actuación casera arbitral, acabaron por tumbar a Austria, que finalmente acabó cuarta. El inicio de la Segunda Guerra Mundial terminó por acabar con aquel extraordinario equipo, y la anexión de Austria por parte de la Alemania nazi provocó que varios futbolistas se viesen forzados a jugar para Alemania, algo a lo que se negó Matthias Sindelar, que falleció en extrañas circunstancias en 1939, año en el que estalló la guerra.
Y sin embargo no fue aquel cuarto puesto el mejor obtenido por el fútbol austríaco en los mundiales. En 1954, el Mundial regresó a Europa tras la Guerra acogido por Suiza, considerado entonces el anfitrión idóneo por su neutralidad. En el torneo conocido por el Milagro de Berna, cuando Alemania ganó contra todo pronóstico en la final a la potente selección húngara de Kocsis, Czibor y Puskas, Austria quedó tercera tras perder en semifinales contra el equipo germano y ganar en el encuentro por el tercer y cuarto puesto a Uruguay, que era el vigente campeón. En aquel equipo destacaban Erich Probst, Karl Koller o el zaguero Ernst Happel, toda una leyenda como técnico años después, el primero que ganó la Copa de Europa con dos equipos distintos: Feyenoord en 1970 y Hamburgo en 1983.
Los goles de Krankl y Polster
Fue en la década de los 70 y 80 cuando Austria vio a dos de sus mejores futbolistas: Hans Krankl y Herbert Prohaska. El primero fue un extraordinario delantero que sólo salió del fútbol austríaco, donde fue Bota de oro, para jugar en el Barcelona, donde marcó 31 goles en la temporada 78-79. Krankl demostró también su talento en el Mundial de 1978, en el que marcó cuatro goles y donde Austria, a pesar de no superar la segunda fase, dejó momentos de muy buen fútbol. En aquel equipo también estaba Prohaska, excelente centrocampista que jugó en el Inter y la Roma, ganando el Scudetto con el conjunto giallorosso.
Austria volvió a dejar destellos en el Mundial de España de 1982, aunque de nuevo cayó en la segunda fase y protagonizó el “Partido de la vergüenza” junto a Alemania, cuando, con 1-0 a favor de los teutones a partir del minuto 10, a ambos les bastaba el resultado para pasar a la siguiente ronda y se dedicaron a reunir pases horizontales y escasa predisposición a correr demasiado. El Molinón, testigo de aquel bochorno, no dudó en mostrar su descontento. La FIFA no pudo demostrar nada, pero a raíz de aquel partido se decidió que todos los encuentros de la última jornada de la fase de grupos se jugaran al mismo tiempo.
Como vemos, Austria era una habitual de los mundiales a pesar de que no lograran clasificarse para las Eurocopas. También estuvieron presentes en el Mundial de Italia de 1990 y en el de Francia 98, pero su actuación fue bastante discreta en ambas ocasiones. La figura ya era Anton Polster, que se hartó a marcar goles en el Austria de Viena para después jugar una temporada en el Torino, donde no vio puerta con tanta facilidad. Tras un año en el Calcio fichó por el Sevilla, donde tras un año de adaptación explotó en su segunda temporada cuando marcó 33 goles, sólo superado por los 38 de Hugo Sánchez. No fueron pocos los rumores que le situaron en el Real Madrid. Tras un tercer año irregular fichó por el Logroñés y posteriormente por el Rayo, convirtiéndose en ídolo de sus respectivas aficiones y dejando en ambos equipos una buena cantidad de goles. En 1993 llegó a la Bundesliga, donde triunfó en las filas del Colonia formando una dupla temible con Labbadia. Nunca tuvo la oportunidad de probarse en un grande, aunque dejó una inmensa cantidad de goles como profesional y es el máximo goleador histórico de la selección con 44 goles en 95 partidos, por los 34 tantos en 69 encuentros de Krankl.
No era el combinado austriaco de entonces un equipo con grandes nombres, aunque Polster tenía a su lado al talentoso mediapunta Andreas Herzog, que jugó varios años en el Werder Bremen y es el futbolista con más presencias en la selección (103). En el Mundial de 1990 también estuvieron presentes dos futbolistas que pasaron por la Liga: el arquero Konrad, que jugó en el Zaragoza, y Rodax en el Atlético de Madrid. Ninguno de ellos tuvo éxito en nuestro fútbol. En el Mundial de 1998 estuvo presente el centrocampista Dietmar Kühbauer, miembro del curioso clan de la K en la Real Sociedad en los 90 (Kodro, Karpin, Kovacevic, Khokhlov…) que jugó durante tres irregulares años en Anoeta.
La generación de Alaba
Diecisiete años después del Mundial disputado en Francia, Austria volverá a estar en un gran torneo y esta vez sí será en una Eurocopa. Tras superar a Rusia y Suecia, favoritas del grupo, con un fútbol basado en un efectivo contragolpe, los de Marcel Koller acudirán de nuevo al país galo con un equipo comandado por el polivalente David Alaba, que comenzó a destacar como lateral zurdo en el Bayern de Múnich y que juega en el centro del campo de la selección, posición en la que siempre ha reiterado su deseo de jugar. El fichaje de Bernat por el equipo de Guardiola propició que también en el club bávaro haya ocupado varias veces el puesto de centrocampista. Junto a Alaba estarán Arnautovic (Stoke City), el veterano ariete Marc Janko, hoy en el Basilea, Baumgartlinger (Mainz), Junuzovic (Werder Bremen), el cotizado central Aleksandar Dragovic (Dinamo de Kiev) o el lateral zurdo del Leicester Christian Fuchs, otro de los nombres reconocibles del equipo austríaco tras jugar varios años en el Schalke 04. Un equipo sin grandes nombres pero con talento, juventud y margen de mejora, y con ganas de dar alguna que otra sorpresa en la próxima Eurocopa.